Guillermo Schweinheim
Clarín, 6-12-15
Contamos hoy con un Estado con una fenomenal capacidad
de recaudación en sus diversas fuentes impositivas, aduaneras, previsionales y
tasas. Pero carecemos de un buen sistema de coparticipación federal que no solo
reconozca las necesidades de financiamiento de los servicios educativos, de
salud, infraestructura y seguridad sino que elimine la dependencia política
antirrepublicana de los gobiernos subnacionales.
Al mismo tiempo, un Estado con
una inusual recaudación tiene uno de los mayores déficits de su historia. Las
facultades delegadas para la asignación discrecional del presupuesto, el
incumplimiento de los sucesivos regímenes de responsabilidad fiscal, la
utilización desmedida de las reservas del Banco Central y la emisión monetaria
requieren instaurar reglas fiscales, incluidas las de crédito interno y
externo, que atiendan tanto las finanzas públicas como el espíritu de la
Constitución.
Contamos ahora con un aparato estatal desplegado. Eso
es una buena consecuencia de que la agenda pública se ha enriquecido y ha
atendido las cuestiones sociales, culturales, científicas, tecnológicas y
productivas. Sin embargo, queda un enorme trabajo de fortalecimiento de las
capacidades organizacionales de los entes públicos. Una mejora de la
coordinación, la necesidad de eliminar posiciones solamente explicables por
razones de reparto político, la necesidad de simplificar la estructura de
programas para evitar costos innecesarios de gestión y una mejora de la
programación y la planificación son imprescindibles.
El Estado argentino requiere de una vez por todas
construir su Sistema Nacional de Planificación, su Sistema de Inversión
Pública, su Presupuesto por Resultados y su Sistema de Evaluación de Políticas
Públicas. Cuestiones fundamentales como los planes de infraestructura,
vivienda, infraestructura educativa y sanitaria, red vial, ferrocarriles, la
ingeniería pública estilo INVAP y CONEA y las energías convencionales y
alternativas son un horizonte de enorme necesidad de una acción pública
programada física y financieramente. Para poder planificar, un INDEC con todas
las garantías de autonomía es prioritario, volviendo a reponer a sus
prestigiosos técnicos en las posiciones de dirección, con una nueva ley de
estadísticas que reemplace a la antigua de la dictadura de 1966.
Contamos hoy
con un Estado empresario. Todo proyecto nacional de desarrollo requiere
empresas estatales de servicios, extractivas y productivas. Pero requerimos
reglas modernas de administración empresarial pública, con modelos de gestión y
tecnologías del Siglo XXI, con claridad de sus estados financieros y rendición
de cuentas públicas. Incluso no teniendo temores a los financiamientos de la
inversión y la expansión por parte del Tesoro o a la posibilidad de
asociaciones público-privadas o entre sectores públicos. En ello, también la
Argentina requiere tener de una vez por todas su Banca de Desarrollo, a partir
de la reconversión de alguno de los entes del sistema bancario oficial.
Contamos con buenas bases legales en materia de administración financiera y
control y de sistemas anticorrupción. El nuevo Presidente solo debe tener la
decisión política de actualizarlas, darles fuerza y apoyo. Al revés, sabemos
que los entes de regulación de servicios han perdido toda capacidad de control.
Hay que volver a dar un marco regulatorio a los servicios públicos y controlar
tanto a las empresas privadas como a las del Estado.
Existe una administración con fuerte despliegue de la
moderna tecnología de la información. AFIP, ANSES, Hacienda, Migraciones,
Registro de las Personas son buenos ejemplos. Hay que avanzar entonces sobre la
idea del Gobierno Abierto. En particular, la modernización jurídica,
tecnológica, de economía de escala y de transparencia de las Compras del Estado
se vuelve urgente. Comprar eficazmente, promoviendo la cadena de proveedores, y
evitando sobreprecios vinculados a la corrupción es un desafío de primerísimo
orden.
Guillermo Schweinheim es politólogo especialista en
políticas públicas. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de San
Martín (UNSAM)