Nicolás Wiñazki
Clarín, 17-1-16
La fiscal del caso Nisman, Viviana Fein, frenó al menos desde noviembre pasado el avance de la investigación sobre la muerte del fiscal en lo que se refiere a un punto crucial para la pesquisa. La computadora que supuestamente usaba Nisman para hacer su trabajo, encontrada en su casa prendida tras su muerte, estaba infectada por un virus complejo que permitía que se accediera a ella de forma remota, controlando sus principales funciones.
Después de muchos días de trabajo, los especialistas informáticos que analizaron ese aparato, peritos expertos en desentrañar laberintos virtuales que se usan para esconder desde dónde operan los verdaderos “hackers” como el que manipuló el trabajo y las anotaciones del fiscal del caso AMIA, lograron dar con una dirección de internet, conocidas con el nombre de IP, desde la que se podrían haber hecho esos trabajos sucios. Estaba registrada en un domicilio de una provincia de la Argentina. Se trataba de un departamento del que se conoció su exacta ubicación, habitado además por una persona que, según figuraba, al menos hasta octubre del 2015 trabajó como funcionario del gobierno de su distrito.
Los policías tenían por fin una pista firme. Esperaron que Fein les diera autorización para viajar al lugar, para allanarlo, para entrevistar a quien allí vivía o tenía esa propiedad a su nombre. Esperaron en vano. La fiscal nunca hizo las diligencias correspondientes para que las fuerzas de seguridad actuaron sobre una prueba concreta, y de relativa facilidad para intentar sacar alguna nueva conclusión sobre un gran enigma: el sistema de la notebook que usaba el fiscal que investigaba el atentado más importante que sufrió la Argentina, el de la AMIA, quien había denunciado además a la ex Presidenta por encubrir justamente a los acusados de haber cometido ese hecho, era un verdadero festival de la intrusión ajena.
Fuentes del caso que analizaron esa computadora confirmaron a Clarín que Nisman empezó a ser espiado desde forma remota el 6 de noviembre del 2014, esta vez, desde un IP perteneciente a una dirección de los Estados Unidos. Algo parecido pasó con el celular que usaba Nisman. El aparato telefónico que usaba el fiscal fue alterado de forma total: se borraron todos los llamados entrantes anteriores al domingo 18 de enero del 2015, el día que murió. También se borraron de forma selectiva los chats de WhatsApp que Nisman intercambió con su familia, políticos, periodistas y colegas del poder judicial, entre otras personas.
Aún hoy los hombres que conocen los secretos de esos caminos virtuales que se usaron para entrar a la notebook y el celular del fiscal, y que podrían revelar quiénes y por qué espiaban a Nisman se preguntan cómo es que Fein los detuvo tanto tiempo. El mismo escenario, con variables diferentes, se palpita en otras pistas del caso.
Por omisión, involuntaria o generada adrede, la fiscal Fein frenó parte de la investigación más importante a la que se había llegado tras mucho trabajo de peritaje informático para descubrir aspectos esenciales sobre quiénes espiaban al fiscal del caso AMIA.
La actuación de Fein sobre esta variable del expediente es similar a la que tuvo sobre otros interrogantes y escenarios que podrían haber abierto indicios fundamentales para intentar solucionar algunos de los enigmas de una muerte. La computadora y la custodia de Nisman, son dos variables del caso a las que no se les prestó la atención adecuada, según fuentes de la causa. Son sólo dos de los ejemplos de las graves fallas en la seguridad que dejaron desprotegido al fiscal más relevante del país.
Así como Fein obvió avanzar sobre los indicios acerca del espionaje que se lograron rescatar de la notebook de Nisman, nunca impulsó una investigación seria sobre la actuación de los custodios que tenía asignados el fiscal.
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Según la declaración de uno de los guardaespaldas del fiscal, Rubén Benítez, el cuerpo de custodios que trabajaba alrededor de Nisman estaba conformado por diez hombres, que hacían turnos rotativos de cinco por cada día de la semana. ¿Por qué el día que Nisman murió tenía solo dos custodios?
El propio Ministerio de Seguridad durante la era K, comandado en los hechos por Sergio Berni, presentó una denuncia contra los dos policías que tardaron casi once horas en entrar a la casa del fiscal el domingo 18 de enero del 2015. En los manuales y protocolos que reglamentan las custodias de las fuerzas de seguridad, medio día es un tiempo absolutamente inadmisible para que dos custodios esperen para tomar contacto con su protegido.
La situación en la causa de la muerte de Nisman cambió desde que la jueza Fabiana Palmaghini le quitó la instrucción a Fein en diciembre pasado. Fein actuó de forma desordenada, y frenó la investigación sobre indicios esenciales.
La magistrada Palmaghini, por ejemplo, ya dispuso que los dos custodios que evitaron entrar en la casa de Nisman el domingo 18 de enero hasta casi las 22, Niz y Muiño, declararán como imputados por el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Las fallas de la seguridad en la custodia, más allá de lo que pasó el domingo 18, involucran también al jefe de los guardaespaldas de Nisman, Antonio Soto. Él mismo declaró que no hablaba con el fiscal desde el 2013. Solo se comunicó con él pocos días de que denunció a la Presidenta. Fue una conversación formal y corta. Soto también contó que sus subordinados solo le contaban lo que pasaba con Nisman “cuando creían que no los perjudicaban” esas situaciones.
Otra duda: ¿por qué el custodio Benítez, que afirmó que Nisman lo consultó por la compra de un arma, no dio un alerta inmediato a sus superiores? Según dijo el policía, Nisman le pidió ayuda para comprar una pistola el sábado 17. No solo no se alarmó ante esa pregunta dramática, contó Benítez, sino que le dio consejos sobre qué arma comprar. El custodiado le avisó entonces a su custodio que necesitaba algo para defenderse de algún peligro. Al otro día, Nisman estaba muerto. La alteración de la tecnología con que trabajaba es también una muestra de la falta de profesionalismo en su seguridad.