InfoCaótica, 22 de febrero de 2016
Hemos visto en entradas anteriores que el participar políticamente bajo un
sistema electoral dentro de un régimen constitucional más o menos liberal no
siempre conlleva adhesión a errores condenados por la Iglesia, ni constituye
per se un mal moral. Ningún descubrimiento original de nuestra parte, sino
doctrina católica tradicional, clara y segura.
San Ezequiel Moreno obispo de Pasto (Colombia) es recordado por un célebre párrafo de su testamento:
“Confieso, una vez más, que el Liberalismo es pecado,
enemigo fatal de la Iglesia y reinado de Jesucristo, y ruina de los pueblos y
naciones; y queriendo enseñar esto, aun después de muerto, deseo que en el
salón donde se exponga mi cadáver, y aun en el templo durante las exequias, se
ponga a la vista de todos un cartel grande que diga: El Liberalismo es pecado”
(6-II-1905).
El partido liberal colombiano de aquellos tiempos se
mostró abiertamente hostil a la Iglesia, practicando un laicismo radical
contrastante en este aspecto con la actitud del partido conservador.
Sin embargo, San Ezequiel estuvo lejos del donatismo
político, al menos de acuerdo con una de sus biografías, que cita fragmentos de
alguna carta pastoral* en la que anima a los fieles a combatir también en el
ámbito de la política partidaria:
“Describe el limo. Sr. Moreno, con la verdad y vigor
que acostumbra, los fines y medios del liberalismo, y dice en la Pastoral de
que hablábamos: «Pretenden los enemigos de Jesucristo que las naciones
prescindan de El, quitándole todo derecho en la organización social. Los
diversos grados del liberalismo sólo son diversos modos más ó menos acentuados
de quitar derechos á Jesucristo en la sociedad, y el liberalismo absoluto es la
absoluta supresión de esos derechos.— Se esfuerzan esos enemigos por
secularizar el Estado, la legislación, la enseñanza, la religión, la moral, las
fiestas, la beneficencia, el matrimonio, el nacimiento, la misma muerte, y aun
la sepultura del hombre; en todo y para todo quieren prescindir de Jesucristo y
de su Religión.—
Esas aspiraciones de los enemigos de Jesucristo señalan lo que
han de hacer los católicos. Deben sostener los derechos de Jesucristo donde aun
son reconocidos, y restaurar esos derechos donde hayan sido conculcados. Deben
luchar contra todos los errores político-religiosos, que tantos daños causan á
la Iglesia y á la sociedad, hasta que lleguen á destruirlos.—
Hoy, entre
nosotros, la revolución ha escogido el campo de batalla para la lucha (en las
elecciones); y en ese campo deben también luchar unidos los buenos católicos,
vigilando mucho no entren en las filas falsos hermanos que sirvan al enemigo y
faciliten su triunfo.
«Únanse, concluye, los que no se han dejado seducir,
ni por sofismas que ilusionan, ni por ejemplos que arrastran, y firmes en sus
creencias, alzan resueltamente la bandera del Catolicismo, pero hermosa, limpia
y sin la menor mancha de error liberal, y la tienen desplegada enfrente del
enemigo, resueltos á defenderla á costa de su sangre y de su vida.»
[Cfr.
Minguella, Toribio. BIOGRAFIA DEL ILMO. SR. D. FR. EZEQUIEL MOREN O Y DÍAZ.
Barcelona (1909), pp. 234-235]
* Nuestro agradecimiento al amigo colombiano que nos
hizo llegar este texto que desconocíamos.