y Claudio Avruj
por Silvio Pedro Pizarro
Informador Público, • 20/03/2016
La reinserción en el mundo, en la democracia y en los
mercados internacionales es la prioridad del nuevo gobierno, de igual o mayor
importancia que otros acuciantes temas surgidos luego del desastre moral,
económico y político heredado de la anterior administración kirchnerista.
Así lo han entendido las nuevas autoridades que hace
cien días asumieron el poder. Las relaciones con los países tradicionalmente
amigos de la Argentina se están restableciendo con muestras claras de un cambio
fundamental asentado en la llegada de mandatarios y funcionarios extranjeros y
en el reconocimiento mundial a los esfuerzos y medidas iniciales que vuelven a
estrechar lazos que nunca debieron romperse. La reciente designación de
embajadores idóneos y cultos para el cumplimiento de su misión es un claro
testimonio de que nuevamente tenemos un Ministerio de Relaciones Exteriores,
inexistente durante más de una década.
La próxima visita del presidente Obama a nuestro país
abre las puertas para renovados vínculos de amistad y colaboración con el país
del norte. En tal sentido, es interesante advertir el entusiasmo observado en
todos los estratos oficiales y privados, con excepción de las conocidas
minorías antiyanquis motorizadas por militantes del gobierno anterior.
Sin embargo, hay un detalle que empaña este augusto
acontecimiento, ya que aparece un capítulo olvidado del relato kirchnerista, en
boca nada menos que de un funcionario jerárquico del equipo gobernante.
Se trata de Claudio Avruj, secretario de Derechos
Humanos de la Nación, que ya en otras oportunidades ha evidenciado su
mirada parcial y tendenciosa que hemos señalado puntualmente, llegando a pedir
la renuncia a su cargo. Pero si bien esos temas se pueden cocinar entrecasa,
dicho vulgarmente, esta vez su insidiosa imprudencia se manifiesta tomando
ventaja de la visita de Obama para proseguir su política de corte populista con
la bandera de los derechos humanos, enarbolada como una incitación a que un
presidente extranjero, en nuestra propia casa, agite el dedo acusador sobre los
militares verdugos y asesinos de los años 70.
En un artículo publicado el día 17 de marzo, en
vísperas de la anunciada visita nos dice que” la desclasificación de los
archivos de la época de la Dictadura es una necesidad para continuar con los
juicios a los militares “y que “es un paso adelante en nuestro objetivo de
cumplir con los postulados de Memoria, Verdad y Justicia, con el afán de
revisar nuestra historia”. “Es además otra muestra de una nueva relación que
hemos decidido encarar con la comunidad internacional. Agradecemos la voluntad
de cooperación del gobierno de Barack Obama y reiteramos nuestro deseo de
solidificar un vínculo mucho más provechoso con los Estados Unidos y con el
resto de los países del mundo”.
Esta declaración expresada públicamente por un
funcionario oficial que se identifica con el título que ostenta, ¿se puede
considerar como la comunicación oficial del Presidente de la Nación, Mauricio
Macri?
Obligadamente, debemos continuar con una
interpretación concisa del escrito de Avruj. Quiere decir que Obama nos ayudará
a condenar a nuestros militares y a cumplir con los postulados de Memoria,
Verdad y Justicia, que según él se refieren sólo al bando de los montoneros.
Que ése es el vínculo más provechoso con los Estados Unidos.
Nos dice “con el afán de revisar nuestra historia”,
que suponemos ha de ser el mimo afán de la ex presidente en su revisionismo
histórico.
Al principio de este artículo nos referíamos a la
saludable decisión del nuevo gobierno en el restablecimiento de las relaciones
internacionales, en general, y en particular con los Estados Unidos. No era
nuestra intención particularizar nuestros comentarios sobre un escrito
aparecido en forma imprevista e inconsulta que compromete realmente al gobierno
y en especial a nuestro presidente.
Daremos difusión a ésta, nuestra respuesta dirigida al
secretario de los Derechos Humanos e inclusive a los organismos nacionales, con
la sana finalidad de que pueda corregirse el rumbo torcido y desviado que se
pretende dar a las relaciones internacionales de nuestro país.
No olvidemos que la bandera de los derechos humanos ya
fue usada perversamente en forma proselitista, por el matrimonio Kirchner, al
igual que la revisión histórica.
Y no olvidemos que la muerte en cautiverio de casi 400
presos políticos es una mueca siniestra, resultado de esa política populista.