Murió ayer 4/10/16 el profesor Alberto Caturelli
(1927-2016) el mayor y más enjundioso historiador de las ideas filosóficas en
Argentina. Todos los otros historiadores, que para la medida de nuestra
actividad filosófica son muchos, (Alberini, Pró, Torchia Estrada, Ferré,
Romero, Coviello, Roig, Biagini y medio centenar de autores que trabajaron
sobre temas puntuales, más los
extranjeros Guy, Villegas, Sarti) no son más que notas a pie de página de su
monumental Historia de la filosofía en
Argentina (2001). Un trabajo que realizó en solitario durante treinta
largos años, con la única colaboración de Celia, su mujer.
Su obra medida en libros es de unos cuarenta, con unos
quinientos artículos y alrededor de treinta y cinco ensayos sobre su obra
Caturelli: Iberoamérica y la
Iglesia
Alberto
Buela (*)
Alberto Caturelli nació en el año 1927 en la localidad de
Arroyito en la provincia argentina de Córdoba. Y realizó una prolongada tarea
como docente en filosofía por el lapso de 40 años, desde 1953 a 1993, luego siguió en
la actividad hasta nuestros días (estamos a mediados del 2011).
Su producción es abrumadora, hasta el 2000 año en que
termina su monumental obra Historia de la
filosofía en Argentina de 1500 páginas se componía de 31 libros, 15 ensayos
y 476 artículos, más 32 trabajos sobre su obra. Hoy debe de andar alrededor de
los cincuenta libros.
Todos sus estudiosos coinciden es catalogarlo como un
pensador cristiano-católico, como un realista, como un “interiorista” a la
manera agustiniana.
Por otra parte todo su pensamiento metafísico expresión
acabada del pensamiento aristotélico
tomista buscó siempre su proyección política práctica tanto en el hacer como en
el obrar y en este sentido sus trabajos sobre la cultura, la ética, el trabajo,
la educación y el mundo actual muestran lo mejor de su creación filosófica.
No obstante tan logrados méritos ha habido dos temas que
como un hilo de Ariadna recorren todo su pensamiento desde sus primeros días
hasta estos últimos del atardecer de su vida: Iberoamérica y la Iglesia católica.
Sobre nuestra América su preocupación está ya en su
primerizo trabajo, que fue su tesis doctoral, sobre Fray Mamerto Esquiú (1953), pasa por América Bifronte (1961) y culmina en su magnífico El nuevo mundo (1991). Además toda esa
preocupación por América está presente en sus múltiples trabajos sobre
Argentina.[1]
La tesis central, del “yacaré de Arroyito” como le decimos
cariñosamente los amigos, es que “América
es develada por la conciencia cristiana de una vez y para siempre y este acto
funda la relación entre originariedad (lo estante) y la originalidad (el
espíritu descubridor). El descubrimiento no es más que un acto inicial que se
desarrolla en un proceso sin fin en la dialéctica originariedad –originalidad
que es la que abre la posibilidad de un nuevo mundo” [2]
Se produce un proceso constante de tránsito y
transfiguración de la originariedad primitiva a la originalidad cultural cuya
mejor expresión es el mundo criollo: ni tan europeo ni tan indio. Esa
transfiguración y progreso de da en la medida en que se traicione el acto
fundacional que produjo la conciencia cristiana en el descubrimiento, de lo
contrario se produce una alienación o extrañamiento del americano consigo
mismo.
Con respecto de la Iglesia , Caturelli que ha sido un católico
practicante, padre de ocho hijos, que ha vivido con una austeridad casi
monacal, la ha padecido. O mejor, le duele la Iglesia y su situación.
El proceso de secularización no bien termina la segunda
guerra mundial, continua luego con el Vaticano II, la teología de la liberación
en América y demás yerbas lo han comprometido con múltiples y variados trabajos
en su función de esclarecer, evitar el descarrío de los cristianos y combatir a
los enemigos de la Iglesia.
De sus trabajos merecen destacarse: La
Iglesia y las
catacumbas hoy (1974) y La Iglesia y la masonería (1987). Su tesis central
es que el primado de conciencia que nace con Descartes se continúa con el
principio de inmanencia que termina destruyendo la teología con la eliminación
de “la patria celestial” y afectando sustantivamente a la Iglesia. Sin embargo y a pesar
de todas estas adversidades que va a relatar durante una vida entera dedicada
al tema, Caturelli como buen católico, abre un campo de esperanza con María y
su centralidad en la historia: “Así María
como causa segunda subordinada dispositiva de la Redención es también
causa dispositiva intrínseca del desarrollo de la historia que no es abstracta
“historia universal” , sino la secreta historia de persona por persona. Y cada
persona es miembro vivo, muerto o potencial del Cuerpo Místico de Cristo y la
historia es para el hombre cristiano en este mundo del Cuerpo Místico”[3]
[1] Sus estudios sobre filosofía en Argentina que lo convierten en el
máximo estudioso del tema. La patria y el
orden temporal. El simbolismo de Malvinas. Estudios pormenorizados sobre
pensadores argentinos: Félix Frías, Fray Mamerto Esquiú, Octavio Derisi, Saúl
Taborda, Leopoldo Lugones.(a nosotros nos escribió un prólogo al Sentido de América (1990) que ni figura
en el listado de sus cientos de escritos)
[2] Caturelli, Alberto: Historia de
la filosofía en Argentina, p. 940. También en El nuevo mundo, p.p.53 a 69
[3] Caturelli, Alberto: La patria y
el orden temporal, Ed. Gladius, Buenos Aires, 1993, p. 340