Ricardo Kirschbaum
Clarin.comPolítica14/10/16
El diario El País de Madrid lo ha calificado de
“trotkista” creyendo, medio en serio y medio en broma, que Gustavo Vera lo es.
Quizá es una derivación de una chanza del propio Papa sobre la militancia
católica del legislador porteño. Francisco dijo que era como un “trosko” de
Dios, es decir un hombre totalmente convencido como lo son los esforzados
seguidores de una de las cabezas más brillantes de la revolución rusa de 1917.
Vera sintió que ya es hora de hacer sentencias, actuando como actúa como
“delegado” informal de Bergoglio en el país. ¿Qué dijo?: 1) Que el Papa
“impedirá” un estallido social” en la Argentina; 2) Que ayudará a que Macri
termine el mandato, así como “frenó” los “intentos de golpe” contra Cristina.
3) Que la reunión de Macri con el Papa saldrá bien.
Vera ha demostrado tener un acceso fluido con el Papa
y está haciendo de esa relación un capital político. Ayer fue uno de los de los
que impulsaron un documento en el que se compara la Encíclica “Laudato Sí” de
Francisco con el “Modelo Argentino” de Juan Domingo Perón, de 1972.
En esa época, Bergoglio simpatizaba con la fracción
Guardia de Hierro, una formación peronista ortodoxa enfrentada con la Tendencia
Revolucionaria peronista y los Montoneros.
Pero ayer esa diferencias habían desaparecido. El
documento lo escribió un ex Guardia de Hierro y lo refrendaron algunos ex
montoneros, además de otros peronistas de distinta filiación y sindicalistas
que profesan ese credo político.
Vera también estuvo en el lugar del lanzamiento, el
sindicato de Canillitas. Venía de Tucumán donde fue, junto a un abogado, para
indagar en el gobierno local y en la Justicia sobre la sospechosa muerte del
cura Viroche, para luego “transmitírsela al Papa”. El arzobispo, que dijo haber
hablado con Francisco, tuvo que salir a desmentirlo y decir que Vera no tenía
el aval papal ni del Nuncio ni, obviamente, el suyo.
En el seno de “Los Laudatos”, ese conglomerado de
peronistas que se reunió ayer, se dice que la muerte de Viroche fue un hecho
para afectar la unidad eclesial. Tamaña afirmación fue seguida por otra: la
muerte de Viroche, dijeron, tendría el mismo efecto que la de Nisman. Esa
similitud surgiría por una presunta inducción al suicidio del sacerdote,
amenazado por el narcotráfico.
En Tucumán hay muchos que piensan que a Viroche lo
mandaron a suicidarse y no cabe duda de que es un problema del que la Iglesia
no puede desentenderse.
¿Vera fue porque el Papa teme que la Iglesia tucumana
apoye la versión más “benigna” del suicidio de Viroche? ¿O el autotitulado
“delegado” papal vio la oportunidad para ser centro de la escena?