por Carlos Pissolito
Informador Público, 21-2-17
Lo hemos sostenido siempre y lo repetimos. La seriedad
es un atributo importante a la hora de juzgar políticas y estrategias. En ese
sentido, nos preguntamos si el nuevo presidente de los EEUU, el inefable Donald
Trump, va a cumplir lo que ha prometido respecto a combatir al narcotráfico en
serio.
Para empezar, debemos saber que la intención de Trump
es romper con la tradicional estrategia de lucha contra el narcotráfico de los
EEUU para inaugurar una nueva basada en paradigmas distintos.
Básicamente, la de sus predecesores, y a la que hemos
criticado, se basaba en el combate de la producción mediante la estrategia del
descabezamiento y en la tolerancia, cuando no la promoción del consumo.
Conocemos sus resultados. Para ampliar, cliquear: https://www.informadorpublico.com/narcotrafico/narcotrafico-no-a-la-estrategia-norteamericana
Por su parte, Trump acaba de anunciar en un discurso
ante la Asociación de Jefes de Policía de Ciudades Importantes que el flagelo
de las drogas estaba destruyendo el potencial de los jóvenes estadounidenses y
el futuro de Estados Unidos y que hay que aplastarlo.
Posteriormente, para concretar esta intención, nombró
como Secretario de Seguridad Nacional al general John Kelly y como Procurador
General a Jeff Sessions. A ambos les ordenó diseñar un nuevo organismo especial
que: “...se concentre en destruir a las organizaciones delictivas
transnacionales y a los carteles de la droga”. Les otorgó 120 días para
presentar un informe sobre “organizaciones delictivas transnacionales y sus
organizaciones subsidiarias, así como el alcance de la penetración de esas
organizaciones en Estados Unidos”.
Hasta acá todo bien, pero, ¿cómo sabremos si va en
serio?
Al respecto hay que empezar por admitir que los EEUU
juegan un papel fundamental en las operaciones del narcotráfico global. Cuál es
la participación de su gran banca en el lavado de los inmensos activos que éste
produce.
Concretamente, el entonces director de la Oficina de
ONU contra la Droga y el Delito, Antonio María Costa, dijo en el 2009 que los
bancos internacionales se habían vuelto “narcodependientes”. Especificó que:
“En muchos casos, el dinero de las drogas era la única inversión de capital
líquido. En la segunda mitad de 2008, la liquidez era el principal problema del
sistema bancario, así que el capital líquido se convirtió en un factor
importante. Los préstamos interbancarios se financiaban con dinero que se
originaba en el narcotráfico y en otras actividades ilegales... Hubo indicios
de que algunos bancos fueron rescatados de esa manera”.
Sabemos que la Administración Obama ha sido sumamente
tolerante con estas graves trasgresiones bancarias en aras de ayudar a superar
la crisis financiera del 2008/9. Por el contrario, si Trump cumpliera su
promesa de campaña de quitarle a la banca mayorista especulativa esta fuente de
financiamiento tendríamos un fuerte indicio de que va, realmente, en serio.
Otro indicio importante, sería que comenzara a
combatir el consumo de drogas entre las elites de su país. Al respecto, Trump
ha sostenido que: "Vamos a hacer que esas drogas dejen de envenenar a
nuestros jóvenes y a nuestra población. Vamos a ser despiadados en esta lucha.
No tenemos otra opción... Y vamos a dar esa pelea contra los carteles de las
drogas y vamos a trabajar para liberar a nuestras comunidades de las terribles
garras de la violencia”.
Entre esas drogas vienen ganando terreno la morfina
producida en México la que nos lleva al tercer indicio. Cuál es su trabajo
coordinado con ese país para combatir su producción y su ingreso a los EEUU.
Más allá de la demonización que se ha hecho y que se
hace en los mass media de la prolongación del famoso muro. Existe una necesidad
estratégica real. Cuál es la de evitar que se conforme una amplia área bajo el
control del narcotráfico sobre el sur de los EEUU y el norte de México.
Esta tema viene siendo advertido por varios expertos,
como William Lind, el creador del concepto de Guerras de 4ta Generación. Quien
señaló, precisamente, que su país, los EEUU muy bien puede verse obligado a
desarrollar técnicas de contrainsurgencia para evitar un colapso estatal, tanto
los territorios colindantes entre ambos países.
Lind sostiene, entre otras cosas, que la agresividad
de los carteles narcos por ganar espacios territoriales en los estados sureños
de los EEUU, hay que sumarle la complicidad de las redes de contrabando de
armas norteamericanas que abastecen a los carteles de la droga.
Ya hay voces que han alertado, por decirlo de algún
modo, de la posibilidad de una intervención militar de los EEUU en el norte de
México.
Obviamente, que la necesidad existe; pero no cabe duda
que si se concretara bajo esa forma sus resultados serían catastróficos, no
solo para las relaciones entre ambos países, sino para toda nuestra región, la
de los americanos del Sur.
En este sentido, hay que comenzar por reconocer que
ambos Estados, el norteamericano y el mexicano tienen un enemigo común y se
llama narcotráfico. Muy bien pueden colaborar ambos para librar una lucha
coordinada. Más allá de extensa colaboración que se ha desarrollado hasta el
momento, pero que se ha demostrado como poco efectiva por una errónea
estrategia.
En el pasado, los EEUU con la autorización del
gobierno mexicano persiguieron a notables bandoleros como Pancho Villa. En lo
que se conoce como la Expedición Punitiva de 1916 y que no diera buenos
resultados por la popularidad del famoso caudillo mexicano.
No digo que ahora sea necesario apelar a expediciones
militares formales. Ya no hacen falta; pero bien podrían adquirir la forma del
uso de incursiones combinadas entre ambos países de sus fuerzas especiales, el
uso común de medios de inteligencia, tanto electrónica como humana, entre
tantas otras posibilidades.
Llegado a este punto, los narcofavorecedores de
siempre seguramente argumentarán que toda "guerra" contra las drogas
está perdida de antemano. Falso. Las únicas guerras perdidas de antemano son
las que no se libran por falta de voluntad.
La primera de ellas y que puede servir de modelo, la
Guerra del Opio (1839-1842), terminó en forma exitosa, siendo que la poderosa
Gran Bretaña estaba entre sus impulsores. Simplemente, porque un funcionario
chino tuvo al voluntad política de cortar con el tráfico ilegal de esa
substancia de raíz, quemando sus cargamentos y encarcelando y ajusticiando a
los traficantes.
Si Donald Trump tiene la decisión demostrada por Lin
Hse Tsu en esa famosa guerra no lo sabemos. Pero, hasta ahora y por lo
demostrado, creo que le podemos dar el beneficio de la duda.