domingo, 9 de abril de 2017

DESPUÉS DEL BLANQUEO




La Nación, editorial,  09 DE ABRIL DE 2017


El blanqueo culminó con resultados más exitosos de los que se esperaban. Este programa, junto con la salida del default y la eliminación del cepo cambiario, ha conformado el conjunto de medidas económicas más trascendentes de los primeros 16 meses de la gestión de Mauricio Macri.

El total del monto blanqueado alcanzó los 116.800 millones de dólares. El 80 por ciento de los bienes y valores que conforman este monto están y permanecen en el exterior. A la vista del importante resultado, se confirma lo acertado que fue no exigir el retorno al país de los valores declarados. En todo caso, eso sucederá gradualmente según evolucione la situación del país. Debe destacarse también el lado fiscal del blanqueo. La AFIP ha recaudado 148.600 millones de pesos, casi 10.000 millones de dólares, en concepto de las multas y cargos, que han sido derivados a la Anses. Esta suma duplica lo requerido por el programa de reparación a los jubilados, por lo tanto constituye un importante alivio para la crítica situación fiscal. Si bien este recurso es por una única vez, el blanqueo engrosa la base imponible, lo que posibilitará una mayor recaudación tributaria en el futuro.


Del total blanqueado, un 77 por ciento corresponde a dinero y colocaciones líquidas y un 23 por ciento a inmuebles y activos fijos. El número de personas participantes fue de 244.512 y el de empresas 9.780. El promedio por contribuyente alcanzó a 460.000 dólares.

El éxito del blanqueo encuentra dos razones principales. Una es la confianza que el actual gobierno ha podido transmitir a quienes en el pasado fueron reacios a exponer sus bienes por temor a confiscaciones y abusos impositivos. Otra importante razón fue el temor a que los patrimonios en el exterior no declarados sean identificados e informados a la autoridad recaudadora local. Esto no es una mera hipótesis sino una realidad frente al actual avance de la tecnología informática, así como la mayor flexibilización internacional del secreto bancario a causa de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. El gobierno argentino y la AFIP han suscripto acuerdos de intercambio de información con los principales países, incluyendo los referidos a bancos con filiales en paraísos fiscales. Si algo faltaba, fue concretado a comienzos de este año al suscribirse el acuerdo de intercambio de información con los Estados Unidos.


La exteriorización de fondos que no estaban declarados remueve un impedimento para su aplicación a la compra de activos registrables en nuestro país. Muy probablemente esto impulsará el ingreso de capitales para ser aplicados a acciones de empresas, bonos y también en inmuebles y tierras. Pero para que esto no vuelva a limitarse es esencial que la repatriación de estos fondos no se convierta en objetivo de la avidez fiscal, como ha sido tan frecuente en nuestros gobiernos. Como ocurre con cualquier inversor extranjero, los argentinos que fugaron sus capitales y ahora los blanquearon son sensibles a la realidad de gobiernos nacionales o provinciales que no encuentran límite a la expansión de sus gastos. Y esta es la cuestión fundamental para después del blanqueo.

El déficit fiscal conjunto del gobierno nacional, las provincias y los municipios, incluyendo los intereses de la deuda, asciende a 7 puntos del PBI. Este fue el nivel heredado por el gobierno de Mauricio Macri, que no ha podido ser disminuido. La reducciones de gastos por menores subsidios tarifarios y por el saneamiento de la corrupción, sólo han compensado las disminuciones de las retenciones a la exportación y otros alivios impositivos. El déficit ha sido financiado principalmente con endeudamiento externo para evitar hacerlo con emisión y permitirle al Banco Central su política antiinflacionaria. Su contracara es el endeudamiento y el retraso cambiario.


Debido al nivel relativamente moderado de la deuda con el sector privado, así como por la buena imagen institucional recuperada, los bonos argentinos posdefault han sostenido su calificación. Sin embargo, si no se corrige el desequilibrio fiscal en forma estructural y sostenible, el ritmo actual de crecimiento de la deuda llevaría finalmente a una crisis. El aporte inicial del blanqueo por encima del costo de la reparación jubilatoria, permite un sobrante del 1% del PBI. Por otro lado, el aumento de la base imponible será en parte compensado por la reducción de la alícuota del impuesto a los Bienes Personales y por varias otras reducciones tributarias imprescindibles para lograr competitividad y atraer inversiones.


En síntesis, la preocupante situación fiscal no se resuelve sólo con el blanqueo. Hará falta una efectiva acción sobre el gasto público que se extienda también a provincias y municipios. Además, como se lo hizo para Vaca Muerta, se requieren reformas que reduzcan los costos y riesgos laborales, que han sido señalados reiteradamente junto a la desmesurada presión impositiva, como impedimentos para invertir en la Argentina. El presidente Mauricio Macri debe conciliar estas responsabilidades ineludibles, con la necesidad de lograr un claro apoyo electoral en octubre. Tal vez el camino sea el de comunicar claramente la esencia de los problemas y las consecuencias para la comunidad si no se encaran sin demora soluciones que sean genuinas y socialmente compensadas.