Carlos Toppazzini
LA NACION, 27 DE JULIO DE 2017
Con un contexto mundial donde varios países abrazan el
proteccionismo y se hace cada vez más difícil competir, la Argentina reafirma
su perfil agroexportador para proyectarse a nuevos mercados y favorecer su
reinserción en el comercio internacional. "Un efecto de la consolidación
del país como agroexportador es la mudanza de mercados que se observa en
relación a los años "K", hoy vendemos más a mercados demandantes de
alimentos y miramos mucho a Oriente", reconoce el consultor en comercio
internacional, Marcelo Elizondo. Como consecuencia, dice, "se debilitaron
exportaciones de bienes industriales tradicionales y de servicios". Según
cifras del especialista, en los primeros 5 meses de 2017, de US$ 22.500
millones exportados por la Argentina, cerca de 15.500 millones son
agroexportaciones (primarias o manufacturadas).
Datos de la Agencia Argentina de Inversiones y
Comercio Internacional, indican que el ranking de exportaciones argentinas en
el mundo encuentra al país como 1° exportador de aceite de soja, jugo de limón,
aceite de maní y peras; 2° y 3° exportador de maíz, miel, yerba mate, porotos
secos, aceite de girasol y jugo de uva; y 4° y 5° exportador de ajo, ciruelas
desecadas, maní y aceitunas en conserva.
En tanto que, otros subsectores estratégicos son:
alimentos industrializados, gourmet, orgánicos y diferenciados; carne (vacuna,
aviar y porcina); frutihortícola (frescas y procesadas); productos lácteos;
oleaginosas (legumbres, especialidades, maní, etc.); pesca; vinos y bebidas.
Las economías regionales luchan por recuperar el
equilibrio perdido
Por su parte, la Coordinadora de Industrias de Productos
Alimenticios (Copal) informó que las exportaciones alcanzaron en mayo US$ 2184
millones, 8% menos que en 2016; mientras que las importaciones fueron de US$
166,6 millones, un incremento de 31,5% interanual, lo que determinó un
resultado de US$ 2017,7 millones para la balanza comercial del sector.
"Si bien las toneladas vendidas cayeron 5,9%, se
compensaron con una mejora en el precio promedio de 7,2%", explican desde
la entidad.
Una diferencia, sostiene Elizondo, "es que ahora
las políticas son más favorables a la producción y exportación. Se suprimieron
obstáculos y se avanza en mejores condiciones notarias y económicas; pero,
mientras hace 15 años las agroexportaciones representaban la mitad del total de
exportaciones, hoy llegan a 2/3".
La respuesta de la agroindustria
Otra distinción aparece al observar los datos del
Indec, donde el mayor crecimiento de exportaciones lo lideran las manufacturas
de origen industrial. "Es una notoria diferencia con respecto a 2016
-explica Gabriel Scalerandi, economista de Abeceb-, donde las exportaciones
primarias, manufacturas de origen agropecuario, lideraron con un fuerte sesgo
hacia producciones regionales. Lo que más creció, claramente, fue soja, maíz y
trigo, también el azúcar y la yerba mate, pero no ocurrió lo mismo con las
frutas, un segmento que viene muy complicado".
Para Juan Pablo Tripodi, vicepresidente de Comercio
Internacional en la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional,
"el sector agroindustrial argentino es un socio estratégico en el
suministro de alimentos al mundo y cumple un rol clave como motor del
desarrollo económico del país: con una producción de 103 millones de toneladas
de alimentos y exportaciones por US$40.464 millones en 2016, representa más del
50% del total del volumen exportado".
Según el funcionario, "se han hecho grandes
avances" y lo justifica con datos de la Agencia: En lo que va del año, la
industria agrícola creció 1,1% interanual, siendo los cítricos, la miel y el
cultivo de nueces los sectores con mejor performance. Cifras de mayo también
muestran un crecimiento interanual de 3,1% respecto del mes anterior en
manufacturas de origen agropecuario, donde los precios bajaron 3,7% y las
cantidades subieron 7%.
Además, remarca Tripodi, "nos consolidamos como primer
productor mundial de limones y quinto exportador, con 185.000 toneladas
exportadas a 55 destinos internacionales, y nos convertimos en el mayor
proveedor mundial de derivados industriales (aceite, jugo y cáscara), con
Tucumán como responsable del 75% de la producción argentina que se exporta. Y,
asimismo, tuvimos 750% de crecimiento interanual en productos agroindustriales
como sembradores y abonadoras, con exportaciones que superaron los US$500
millones".
Mientras, Graciela Peri, consultora de Proyectar-Proyectos
Agropecuarios y docente de posgrado en Comercialización Agropecuaria de la
Universidad de Belgrano, considera que "los cambios experimentados en los
2 últimos años indican una respuesta positiva desde el sector agroindustrial a
las políticas del Gobierno desde diciembre del 2015".
Como consecuencia, agrega, "se produjeron
aumentos del área sembrada, sobre todo en trigo (24%) y maíz (27%); mayor
inversión en tecnología e insumos (fertilizantes, 50%; máquinas y equipos 94% y
pickups, 27,5%); recomposición del stock ganadero y una vuelta a la utilización
de buenas prácticas agrícolas".
A primera vista, y como se dijo desde que comenzó el
nuevo gobierno, la Argentina debe aprovechar la oportunidad de reinsertarse en
el escenario internacional y pasar de granero a supermercado del mundo.
En ese sentido, remarca Tripodi, "logramos
importantes avances en la promoción de inversiones y exportaciones luego de
muchos años de estar aislados y, por eso, avanzamos en el Plan Nacional de
Exportaciones que significa más actividad por la apertura de nuevos mercados,
la promoción de productos y servicios argentinos en el mundo y la atracción de
nuevas inversiones productivas. Para eso, también trabajamos fuertemente en la
apertura sanitaria y negociaciones para alcanzar preferencias
arancelarias".
"La situación va en proceso de mejora",
afirma la Secretaria de Mercados Agroindustriales, Marisa Bircher. "En
2016 abrimos 22 mercados para más de 40 productos y, en lo que va de 2017,
creamos o reabrimos 16 mercados para 20 productos. Aunque no podemos olvidar
que afrontamos problemas climáticos y contamos con economías regionales que aún
no se recuperan totalmente para insertarse agresivamente en el mercado
global".
Efectivamente, coincide Elizondo, se avanza en
negociaciones sanitarias y acuerdos con mercados para el ingreso superando
trabas no arancelarias, como ocurrió con los limones en Estados Unidos. Sin
embargo, sostiene, "falta mejorar el marco macroeconómico: menor inflación,
situación cambiaria menos influida por financiamiento en dólares del fisco, que
atrasa el tipo de cambio real y menor tasa de interés consecuente. También hay
que trabajar en mesoeconomía, es decir, el entorno inmediato del productor y
exportador: acceso a infraestructura, recursos humanos calificados, servicios
de calidad y recursos para la producción".
Para Peri, en tanto, se nota todavía la necesidad de
producir con mayor valor agregado para obtener precios unitarios más altos:
"La estructura de inserción de la Argentina en el comercio internacional
está concentrada en las primeras etapas de transformación, perdiéndose la mitad
del comercio agroalimentario global.
Por su parte, Scalerandi, asegura que la quita de
retenciones demostró que la oferta reaccionó y logró disciplinar un poco los
precios. "Creo que no restringir la oferta, sino aumentarla y bajar los
precios domésticos es la salida para cualquier modelo", dijo.
Perspectivas de crecimiento
"A mediano y largo plazo, debemos estar preparados
para alimentar a 600 millones de personas y eso será posible potenciando la
tecnología, con políticas eficientes de desarrollo territorial, multiplicando
buenas prácticas y fortaleciendo eslabones de la cadena de producción para
generar más y con mayor valor agregado", asegura Bircher; para quien ese
crecimiento de población aumentará la clase media y permitirá cumplir el
objetivo de la Argentina como supermercado del mundo. Por eso, añade Tripodi,
"queremos impulsar un plan de industrialización de alimentos en donde
podamos sumar valor agregado y lograr productos finales para consumo, no sólo
commodities".
En ese escenario futuro, Copal estima que "para
2020 la IAB duplicará el nivel de exportaciones con valor agregado, alcanzará
mejoras competitivas en todas las economías regionales, generará exportaciones
totales superiores a US$ 5.000 millones, duplicará inversiones para llegar a
los US$ 2000 millones anuales y, eso, con un aumento del empleo
registrado".
Además, aporta, Graciela Peri, el futuro de la
Argentina está centrado en el potencial de desarrollo de la bioeconomía,
asociado a su amplia diversidad de biomasa: "No podemos dejarnos ganar,
necesitamos mayor inversión en innovación tecnológica para la disponibilidad de
nuevos conocimientos que permitan alcanzar la competitividad para lo cual, es
clave la buena articulación entre sector público y privado".
Por último, resume Elizondo, "para favorecer su
reinserción global, el país debe enfocarse en mercados demandantes de
agroalimentos, especialmente los más dinámicos, como los asiáticos. Pero, por
otro lado, para convertirse en un exportador de alimentos más elaborados, es
crítico el ingreso de las llamadas cadenas globales de valor".