Cosme de Las
Heras
El Manifiesto, 24 de julio de 2017
Existe
una numerosa comunidad de suecos en Marbella que no están viviendo allí por
gusto. Se han visto forzados a abandonar su patria y su trabajo en su tierra
para desplazarse hasta el sur de Europa huyendo de la invasión que sufre su
país por parte de hordas de vándalos provenientes de lejanos países.
Salir a la calle en Escandinavia se ha vuelto
inseguro: los hombres son apaleados y robados y las mujeres violadas, el
sistema de seguridad social sueco, otrora envidia del mundo, se ha visto
pauperizado, y la sociedad entera, antaño considerada el colmo del
primermundismo, es hoy una zona tercermundista.
Las masas provenientes de África y Asia han tomado
aquello y lo han convertido en Soweto o en una leprosería de las de la Madre
Teresa de Calcuta.
No habiendo tenido nunca Suecia ninguna colonia en
África, Asia o América, se ha visto este país obligado a recibir a turbamultas
de allende los mares. Es como si el reino élfico de Lothlorien surgido de la
pluma de Tolkien hubiera sido tomado por los orcos.
Pero no acaba ahí la cosa: Suecia es calificada de
"potencia colonial" por los enemigos de Cristo y de Odín, dado que,
efectivamente, este país colonizó a algunos de sus vecinos escandinavos y del
Báltico durante algún tiempo, y por tanto, esta gente decreta que Suecia
"debe pagar" por su imperialismo. Pero, claro, estos lobbies obvian
que los antaño colonizados son luteranos noruegos, daneses y letones, además de
católicos polacos, no musulmanes del África profunda.
Ve uno a estos refugiados suecos arrastrándose por el
paseo marítimo de Marbella con rostros compungidos, lánguidos, llenos de
nostalgia... Donde antes había salmón ahumado, ahora hay espeto de sardinas,
donde antes había glögg, ahora hay sangría, donde antes celebraban Santa Lucía,
ahora presencian procesiones de Semana Santa... No es que la cultura local no
esté bien, es que es normal que echen de menos la suya, que se les niega en su
propia nación.
Su piel no es adecuada al sol del Mediterráneo y se
les ve quemados, deshidratados y agotados por la insolación.
Ellos (y sobre todo ellas) que tanta alegría nos
trajeron en los años 60 y 70 a una España pechoña, con sus bikinis, con sus top
less, con su música de Abba..., ahora parecen unas criaturas desarraigadas,
unas almas en pena como personajes de una película de Bergman.
Se
hace urgente por parte de las ONG’s atender a esta pobre gente, darles
cobertura sanitaria de inmediato, techo, subvenciones, y además denunciar
enérgicamente la invasión que está sufriendo su bella tierra Hiperbórea. ¿Por
qué no se habla de esto? ¿Por qué no sale en los medios convencionales?
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