Ismael Bermúdez
Clarín, 8-8-17
Más de 3,3 millones de personas tienen problemas de
empleo en la Argentina: 1.535.000 porque están desocupados y 1.669.000 porque
están subocupados, sin considerar a los que se desempeñan en la informalidad y
a los ocupados insatisfechos con sus empleos que buscan otro trabajo.
Las cifras, difundidas esta semana, son del Ministerio
de Hacienda y corresponden al primer trimestre de este año; abarcan a todo el
país sobre la base de una población urbana –casi 40 millones de habitantes- y
están hechas con datos de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares) del INDEC.
Casi la mitad de los desocupados registrados por la
Encuesta –767.000– viven en la región metropolitana: 129.000 en la Ciudad de
Buenos Aires y 639.000 en el conurbano bonarense. Entre los subocupados, casi
la mitad se reparten entre la Ciudad – 127.000—y el Gran Buenos Aires, con
642.000. Con el 11,8%, el conurbano registra la tasa de desempleo más alta del
país.
Estos datos no pueden ser comparados con anteriores,
porque en el primer trimestre de 2016 no hubo medición por la “emergencia”
estadística, y el INDEC considera que las series publicadas con posterioridad
al primer trimestre de 2007 y hasta el cuarto trimestre de 2015 deben ser
consideradas con reservas.
No obstante, “con reservas”, la serie del ministerio
de Hacienda indica que con relación al primer trimestre de 2015 hay 368.000
desocupados y 342.000 subocupados más.
Este aumento del número de desocupados se explica
porque en estos dos años la economía no creció y la población activa ascendió
en 561.000 personas, pero el número de ocupados netos aumentó en apenas 193.000
personas, con predominio de subocupados, así llamados porque trabajan pocas
horas aunque la mayoría está dispuesto a trabajar más. Por esa razón, los
ocupados plenos disminuyeron de 14.708.000 en el primer trimestre de 2015 a
14.482.000 dos años después. La población activa urbana es de 17.686.000 personas.
De estos números se desprende que la economía
argentina debería crear al menos entre 250.000 y 280.000 puestos de trabajo por
año para que no aumente el total de desocupados. Es más que un desafío para un
país donde en los últimos 10 años el empleo que se creó, con altibajos, apenas
acompañó el crecimiento de la población activa, con mayor presencia de
subocupados. Además, de los asalariados ocupados, un tercio se desempeña “en
negro”, con mayor proporción entre el personal doméstico, la construcción y el
agro, y también entre los jóvenes y las mujeres.
Más aún, en proporción a la población total, las tasas
de actividad son similares a las observadas unos diez años atrás, mientras las
tasas de empleo son algo inferiores. En estos años, además, se deterioró la
calidad del empleo. De aquí se infiere que el mercado de trabajo está hace
varios estancado, pero con un sector publico más expansivo.
Por ejemplo, el ministerio de Trabajo informó que
entre 2012 y 2017 “la evolución de los trabajadores del sector público presenta
una tendencia expansiva a lo largo de todo el período, aunque desde inicios de
2016 se percibe una fuerte desaceleración del crecimiento. Por otro lado, el
trabajo registrado del sector privado muestra también un crecimiento a lo largo
del período analizado, aunque de una magnitud muy moderada “. A su vez, en el
sector privado formal, en el aumento del empleo hay un predominio del empleo
formal de los monotributistas y de los monotributistas sociales.