Exclusivo: el oxígeno de emergencia del ARA San Juan
era insuficiente, había víveres vencidos y hasta pan en mal estado
Por Andrés Klipphan
Infobae, 26 de mayo de 2018
Estudiar de manera detallada los documentos
"SECRETOS" y "RESERVADOS" que se incorporaron a la causa
judicial que investiga la desaparición y la búsqueda del ARA San Juan y sus 44
tripulantes -el 15 de noviembre de 2017- es la triste muestra de la degradación
a la que se vieron sometidas las Fuerzas Armadas durante los últimos gobiernos
democráticos, y que se profundizó en los últimos años.
La jueza federal Marta Yañez ya recibió un informe de
auditoría elaborado por la propia Armada en la que reconoce que el ARA San Juan
ya había suspendido un "adiestramiento específico y combinado en
operaciones de escape, rescate y asistencia del personal submarino
siniestrado" con la "Marina de Brasil por estar pendiente la
certificación de escotilla", es decir por el lugar dónde los tripulantes
deberían ser evacuados en caso emergencia. Que la escotilla no estuviese
certificada quiere decir que no había sido homologada. En otras palabras, no
había certeza que se abriera, al menos de la manera correcta.
Por eso Luis Tagliapietra, abogado querellante y padre
de Alejandro, una de las víctimas, se preguntó ante Infobae si aunque el amplio
despliegue nacional e internacional hubiese resultado exitoso, habrían podido
rescatar a los submarinistas. Una pregunta que ya no se podrá responder, al
menos si no se encuentra al buque en el fondo del océano.
La lectura de la causa revela también la poca atención
que los responsables de la Marina, y el ministerio de Defensa, le otorgaron a
los reclamos y sugerencias que Pedro Martín Fernández, el comandante del
submarino, realizó después del último patrullaje, entre el 1 y el 19 de julio
de 2017 y que podrían haber evitado la tragedia.
Aunque parezca increíble, el Capitán de Fragata, y
responsable del único submarino argentino que estaba en operaciones, se quejó
ante sus superiores porque el pan con el que lo aprovisionaron era
"común" y no lactal con lo cual "se puso en mal estado con el
correr de los días" y que "las bebidas y algunas golosinas fueron
adquiridas por el propio personal", ya que gaseosas y jugos no fueron
incluidos en el suministro.
El expediente también revela que el 25 de octubre
pasado el buque de guerra zarpó de la Base Naval de Mar del Plata, con material
vencido y en menor cantidad. Algunos ejemplos.
El 95% de los filtros, los llamados canisters, que
evitan la contaminación por hidróxido de carbono, léase los que hacen
respirable el aire, estaban fuera de la fecha de vencimiento. Además de llevar
casi 600 menos de los previstos por el fabricante alemán.
El propio jefe de Gabinete, Marcos Peña, en su
exposición ante los senadores reconoció que en vez de los "1.600
recipientes comúnmente denominados canisters de cal soda que actúan como agente
absorbente de dióxido de carbono, el ARA San Juan zarpó con 1.059" y de
esa cantidad, "51 vencían en 2021, otros 448 habían vencido en junio de
2014 y los restantes 560 vencieron en septiembre 2015".
Pero eso no es todo. La nave siniestrada "también
llevaban 24 dispositivos de oxígeno OR 3000 (denominadas comúnmente candelas),
para provisión de 6 días de oxígeno de emergencia, cuando el fabricante del
submarino estipula 100".
En la causa, y a través de declaraciones
testimoniales, ya está probado que otras 36 candelas "habían quedado
estibadas en tierra desconociéndose la causa por la cual el Comando del
Submarino no las embarcó".
Infobae ya informó de manera exclusiva que Fernández
había solicitado al jefe del Comando de la Fuerza de Submarinos (COFS), a cargo
del Teniente de Navío Fernando Villamide; y al comandante de Alistamiento y
Adiestramiento Naval (COAA), vicealmirante Luis López Mazzeo, que no se le
ordenara más al ARA San Juan realizar control de mar, esto es fotografiar y
filmar a la flota pesquera extranjera y a aeronaves y la flota inglesa porque
esta actividad ponía en riesgo la integridad física del personal y del propio
buque.
Ahora también se sabe que los trajes de escape no
alcanzaban para los 44 tripulantes, y que algunos estaban vencidos; que tampoco
alcanzaban los víveres de emergencia, que en las dos balsas no entraban todos
los marinos y que hasta el oxígeno de auxilio eran tres veces menor a las 100
horas que en sus conferencias de prensa, el capitán Enrique Balbi sostuvo.
Durante su declaración testimonial en Caleta Olivia,
al ser consultado sobre el tema, Balbi, vocero de la Armada Argentina, dijo que
todo lo que le transmitía a la prensa era "información verbal que
recibíamos por parte del ministerio de Defensa o del Jefe de la Armada
(Almirante Marcelo Srur)" y que todos esos datos eran volcados "en un
parte que era visto por el Jefe de la Armada y si se aprobaba era trasmitido a
los medio".
Un minucioso trabajo de la abogada querellante Valeria
Carrera, del estudio de Fernando Burlando, y en base a la documentación oficial
aportada por el ministro Marcos Peña al Congreso, demuestra que las raciones de
alimento de emergencia "para siete días" embarcados y que debían ser
utilizados en caso de ocurrir un incidente mayor, no alcanzaban para los 44
tripulantes.
El ARA San Juan había sido provisto con solo "240
unidades de conserva mixta ración de emergencia en paquete termosellado sabores
varios". La marca era "Sabor de reyes". El suministro "para
siete días", solo alcanzaban para 34 tripulantes.
Los mismo ocurría con las 240 unidades de "bebida
energizante" de medio litros de la "Gatorade", con las dos
unidades para cada tripulante de "barra de cereal de 21 gramos sabor dulce
de leche" y las dos barras por tripulante de "barra de chocolate de
14 gramos" marca "Aguila". Todo calculado, según los cálculos de
la querellante, para "tan solo treinta y cuatro tripulantes, diez menos
que la dotación desaparecida".
"La información, hasta ahora reunida en la causa
me recuerda el paracaídas vencido que no se abrió y le costó la vida a Julio
Martín Acosta, aunque luego culparan al pobre fallecido", recuerda la
abogada Carreras haciendo referencia al caso del incidente ocurrido el 29 de
julio del año pasado, fecha en el que murió el buzo táctico de 33 años durante
un ejercicio programado de adiestramiento de salto en paracaídas.
En febrero de 2017, cuando el mando del ARA San Juan
paso del Capitán de Fragata Eduardo Cella Irigoyen al Capitán de Fragata Pedro
Martín Fernández, se realizó una auditoría con vista a la "entrega y
recepción del comando SUSJ". Allí, entre todas las novedades volcadas en
el acta, el subinspector auditor Juan Carlos Fuentes, que tenía el grado de
capitán de navío, se encontró con que el 60% de los víveres para EMERGENCIA,
indicado en el acta con las siglas "EGA" estaban vencidos desde
agosto del año 2016 y el 40% restante vencerían en abril de 2017.
Esto, claro está, además del resto de los problemas
que ya venía arrastrado como pérdida de aceite, mal estado en algunas baterías
y válvulas, averías en el periscopio, imprescindible para las fotografiar los
buques pesqueros y de la defensa británica en las Islas Malvinas -según la
orden de operaciones-, y hasta la falta de calibración en los inyectores de los
motores diesel. Inconvenientes que no se superaron.
El 14 de agosto de 2017, un mes y medio antes de su
última zarpada desde la Base Naval de Mar del Plata, el comandante Fernández
elevó al jefe del Comando de la Fuerza de Submarinos, un contundente
"Informe de actividades del ARA San Juan", en la que relata, tal como
ya publicó Infobae, que habían detectado en dos oportunidades el "rumor
sonar" de un "submarino nuclear" presumiblemente británico, y
que durante su patrullaje de "control del mar" el pesquero de bandera
china Lu Rong Yuan Yu 833, intentó embestirlo.
Estas dos novedades siguen siendo negadas por el
ministro de Defensa, Oscar Aguad. Sin embargo, en la causa ya está acreditado a
través de esa documentación y de testimonios de tripulantes del patrullaje del
1 al 19 de julio.
En esa patrulla, 12 tripulantes pasaron por la
enfermería. Cuatro tenían "cefalea"; uno "micosis", otro
"contractura muscular", un oficial se cortó la pierna derecha por lo
cual tuvieron que "cerrar la herida con gotita"; otro tripulante
estuvo con un "síndrome gripal"; otro oficial sufrió "síndrome
vertiginoso"; otro tuvo una infección en una muela y cinco tripulantes
debieron ser tratados por "gastritis", un cuadro del que también
padecía el comandante Fernández ya que en la última patrulla, cuando hicieron
base en Ushuaia, fue atendido en el hospital local con ese síntoma.
Fue justamente el capitán del ARA San Juan quien
también reportó -después de la novedades de la "situación sanitaria"
de sus marinos, en el "apartado número 4" los "víveres
embarcados", para 23 días y que iban desde aceite, dulce de batata, harina,
levadura, jamón y kétchup; hasta pan, papas, perejil y pollo.
En otra de las planillas elevada a la jefatura del
Comando de la Fuerza de Submarinos, el ahora desaparecido comandante del ARA
San Juan volcó los menús de abordo. Milanesas de pescado con verduras asadas;
pollo arrollado con puré de papas hasta bife a la provenzal y fideos al pesto.
A la hora de las "conclusiones", el Capitán
Fernández fue tajantes con sus superiores: "Si bien los víveres embarcados
fueron de muy buena calidad (…) durante este tipo de navegaciones prolongadas
sería conveniente utilizar insumos enlatados, disecados y mejoras de
rancho". La explicación es tan didáctica que cuesta creer que nunca se
haya adoptado -tampoco se aplicó en la última y fatal-. "Las comidas que
requieran agua hervida, fideos, arroz, ravioles; ponen en riesgo la seguridad
del personal de la cocina ante la maniobra de la Unidad, por lo que sería
conveniente reducir los menús".
Fernández también aconsejo -y otra una vez más no le
hicieron caso- que "es conveniente que el pollo sea provisto deshuesado, o
con la antelación suficiente para que lo haga la Unidad, a fin de disminuir el
volumen que ocupa en el frigorífico".
Los dos últimos puntos del informe del comandante del
submarino sobre los alimentos, al parecer, tampoco revistieron importancia para
su jefe Villamide, porque en la última patrulla repitieron las dos lamentables
situaciones.
La primera: "Es conveniente embarcar en este tipo
de navegación pan lactal ya que la forma en la que está envasado facilita su
estiba y además, por sus conservantes, se degrada en un tiempo mayor al pan
común. El pan común embarcado se puso en mal estado con el correr de los
días".
La segunda: "Sería conveniente que dentro de las
provisiones para la navegación, de patrulla prolongada, la inclusión de bebidas
(gaseosas, jugos) (…) Para esta navegación las bebidas y algunas golosinas
fueron adquiridas por el propio personal".
Por si alguna autoridad quiere desmentir la afirmación
del Comandante Fernández, antes debería leer los folios 34 y 35 que lleva el
sello de la "Armada Argentina, submarino ARA San Juan" y está
acompañado por el sello y firma del Capitán de Fragata desaparecido junto a sus
tripulantes y en la causa de la jueza Yañez figura entre la documentación del
"Agregado 17".