la escucha judicial que revela cómo
los mapuches engañaron de entrada a la familia de Santiago
Por Loreley Gaffoglio
Infobae, 3 de junio de 2018
Habían transcurrido 49 días desde la desaparición de
Santiago cuando a Sergio Maldonado una sospecha lo violentó. Durante su claro
ultimátum telefónico a Claudina Pilquiman para que sus hijos declararan sin más
dilaciones las circunstancias sobre cómo había sido capturado su hermano,
Sergio desconfió. Habrá sentido, tal vez, que la pertinaz renuencia de su
interlocutora, tenía por finalidad manipularlo. O manipular la verdad.
Sergio dudó por unos instantes —y así se lo transmitió
a la referente mapuche con vehemencia, casi con furia— sobre la veracidad de la
versión en la creyó de entrada: la que había escuchado de Lucas Pilquiman (el
testigo E) tiempo atrás, respecto a cómo su hermano había sido ferozmente
golpeado y aprehendido por gendarmes en la Lof de Cushamen el 1 de agosto.
–Vos no conocés la realidad—, lo apuró del otro lado
del teléfono Claudina, la madre de Lucas, el testigo clave que, pese a la
insistencia de Sergio, se negaba a declarar. Gran parte de la escucha gira en
torno a eso: es un tira y afloje inconducente, ya que el testigo E daría su
versión oficial a la Justicia tres meses después. Y esta sería muy diferente a
la que de entrada conoció la familia Maldonado.
Lucas Pilquiman es el mapuche que supuestamente había
cruzado a nado el río Chubut con Santiago hasta que el joven desistió a mitad
del trayecto para guarecerse entre los sauces, de acuerdo a la primera versión
denunciada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y que hasta
entonces era desconocida en la pesquisa en Esquel.
El río Chubut (Nicolás Stulberg)
El río Chubut (Nicolás Stulberg)
–Lo que conozco—le espetó Sergio enervado—es lo que me
contó Lucas a mí. ¿Qué [otra cosa] voy a conocer? Entonces, ¿qué? ¿Mintió Lucas
cuando me contó todo?
Era la primera vez que el hermano de Santiago ponía en
duda los dichos de la comunidad. Lo hacía ante la reticencia de Claudina de que
se revelara identidad de Lucas Ariel Naiman Pilquiman (19) y también ante la
negativa de darle a Sergio el celular de su hijo para que éste lo convenciera.
Todo ocurrió en la intimidad de una conversación
privada, que la Justicia había ordenado interceptar ante la sospecha de que los
miembros del Pu Lof ocultaban información, plantaban pruebas y desviaban una
investigación en la que urgía encontrar a Santiago.
Hasta ese momento, el teléfono intervenido era el de
Claudina. Sergio la llamó a su celular el 19 de septiembre a las 22: 42 pm y
así su conversación quedó grabada. Ahora este documento que presenta Infobae es
una prueba tan sustantiva como cuestionada en otra causa que investiga los
falsos testimonios de mapuches.
Al conocer los investigadores el contenido de este
intercambio, dedujeron que el hermano de la víctima conocía una versión
pormenorizada y también las identidades de testigos que no habían sido aportadas
a la causa. Tres días después, se ordenaba la escucha directa del celular de
Sergio, que permaneció pinchado hasta el 30 de septiembre. Pasado mañana la
Cámara de Comodoro Rivadavia revisará los planteos de nulidad, ordenados de
oficio por el juez Gustavo Lleral y se resolverá si el material probatorio
tiene o no validez jurídica.
Durante esta llamada clave, de más de 30 minutos de
duración, Sergio y Claudina discutían sobre lo perentorio de formalizar ante la
fiscalía aquella versión—la de Lucas— que acreditaba la detención ilegal de
Santiago. Agotada su paciencia, Sergio le advertía que había esperado un tiempo
más que suficiente y que Lucas debía presentarse a declarar. Había protegido a
la comunidad reservándose las identidades de los amigos de su hermano para no
traicionar las convicciones de Santiago ni su adhesión a la causa mapuche. Pero
su tolerancia tenía un límite. Él mismo había acordado con la fiscal que
temprano a la mañana siguiente todos irían a declarar y que cada uno aportaría
lo que había visto. Aunque el foco de atención era Lucas. O todos lo hacían por
propia voluntad o él mismo daría a conocer sus identidades para que la Justicia
los convocaran.
Sergio no lograba comprender por qué si Matías
Santana, el mapuche de los binoculares, había declarado a cara descubierta, el
resto no lo hacía y se ocultaba.
La ríspida conversación tuvo lugar un día después del
mega-allanamiento a la lof, en el que más de 400 miembros de las fuerzas de
seguridad rastrillaron con buzos, drones y perros buscando pistas sobre el
paradero de Santiago.
Sergio, convencido de que los gendarmes habían
secuestrado a Santiago, temía que plantaran su cuerpo en una zanja o cerca de
esa geografía inhóspita que ocupan en la estancia Leleque, del grupo Benetton,
para endilgarle la responsabilidad a la comunidad. Creía también que en los
sucesivos operativos se podían cometer excesos y "hacerlos mierda a
todos". Algo que no lo dejaba dormir tranquilo—le decía a Claudina— ya que
con un muerto "me es suficiente".
La mujer al comienzo sólo lo escuchaba. Luego
respondía con evasivas y le recordaba la persecución que ellos como mapuches
padecen cotidianamente. Le advertía sobre el riesgo que supondría que los
activistas encapuchados dieran a conocer su identidad ya que no confiaba en las
garantías de la Justicia—en el caso que se las otorgaran— y daba por descontado
que sus hijos serían imputados por el corte de ruta.
Cuando los intentos de disuasión resultaron
inconducentes, Sergio se enfureció. Y amenazó con que él mismo aportaría sus
nombres. Así, la tensión fue in crescendo.
A criterio de los investigadores, la escucha revela la
manipulación de la que fue víctima la familia de Santiago, a partir de un
relato mendaz capitalizado por los mapuches para dar visibilidad a su conflicto
territorial y para pedir por la liberación de su líder: Facundo Jones Huala.
La Justicia analiza dos hipótesis en relación a cómo
se engañó a la familia Maldonado. En el primer escenario, Lucas Pilquiman debió
abandonar a Santiago, que no sabía nadar, porque él mismo corría riesgo de
ahogarse. Lucas vio cómo se ahogaba y por temor a ser imputado por abandono de
persona—delito inexistente en el caso cuando corre peligro la propia vida,
según explican los investigadores—sólo les contó esa escena dramática a sus
padres. Aunque ese punto todavía está en duda. Quiénes conocían la verdad es
hoy todavía un enigma que podría dilucidarse con el resto de las escuchas que el
juez Lleral ordenó destruir. A partir de allí, los padres o toda la comunidad,
usaron esa tragedia para endilgársela a la fuerza federal que los perseguía.
Para ello plantaron pruebas y fragmentaron un relato donde cada uno de los
miembros de la comunidad aportaba una pieza del rompecabezas que en lo
panorámico perfilaba un escenario atroz: un secuestro encubierto por un Estado
que los persigue y los aniquila desde los tiempos del general Roca. Sólo que
esta vez no habían acribillado a un mapuche sino a un huinca.
Al margen del rol que cumplieron los organismos de
derechos humanos en tiempos preelectorales que, según a qué investigador se
consulte aportará una hipótesis diferente, estas abarcan desde la intencionalidad
política, el artilugio y el fraude hasta la falta de rigurosidad profesional,
el otro escenario es bien distinto: nadie vio que Maldonado se ahogaba. Aunque
los mapuches, según las fuentes consultadas, en algún momento intuyeron el
ahogamiento. Pero ninguno en verdad vio a algún gendarme en los ocho minutos
que duró la persecución dentro del lof cerca de Santiago. Por eso también los
mapuches rastrillaron la ribera el mismo día en que desapareció.
De todas maneras, cimentaron el relato sobre la
culpabilidad de la Gendarmería y de manera pormenorizada se la transmitieron a
la familia que exigía explicaciones.
Para la Justicia está claro que incurrieron en el
delito de falso testimonio. Los investigadores le apuntan en primer lugar a la
madre del testigo E, Claudina, sobre quien versa la escucha.
Si algo asoma de forma más que evidente, es el
insondable dolor del hermano y cómo esa congoja fue utilizada en provecho
propio, según la lectura que hacen en la Justicia. También queda en evidencia
la matriz autoritaria, represiva, hasta asesina que Sergio Maldonado observa en
el gobierno de Mauricio Macri y en la conducción de las fuerzas de Seguridad
por parte de la Ministra Bullrich. Una percepción difícil de soslayar a la luz
de lo que cree fue el fatal desenlace que sufrió su hermano: un anarquista,
amante de la naturaleza. Un bohemio, capaz de cortar rutas y arrojar piedras y
bombas molotov contra las fuerzas de seguridad, por entender que se trataba de
un acto de justicia. Una reivindicación de aquellos que aún por medio de la
violencia combaten por una porción de territorio.
Claudina Inés Pilquiman (48) está casada con el
mapuche chileno Marco Joel Naiman Almonacid (48). Tiene cuatro hijos: Marcos
Tomás (35), Ailinco (29), Natalia Amancay (23), Lucas Ariel (19) y Joaquín
Lihué (11).
Lo que sigue es una síntesis editada de la escucha a
la que accedió Infobae, en la que se intenta omitir repeticiones, frases
inconexas para una más clara comprensión de los sus tramos más importantes del
intercambio.
Sergio Maldonado (SM): Che, Claudina, te llamo por lo
siguiente: Hay que darle un corte a esto porque ya es muy peligroso si seguimos
así. Tenés que decirles a tus hijos que vayan a declarar mañana. Osea, no hay
más tiempo, porque fíjate lo que pasó ayer: podrían haber hecho un desastre
adentro (…) La mejor forma es aparecer de una vez por todas. Los tienen a todos
identificados. Entonces, la mejor forma es declarar y que esto se termine de
una vez porque yo no quiero cargar con algo ahí (…) Ya fueron cuatro veces. Yo
ayer cuando fui, que pasé a cinco kilómetros de donde está la comunidad,
estaban tres con los perros y había siete equipos de esos. Así que
tranquilamente pueden ir, hacer un pozo ahí dentro, enterrarlo en algún
momento, y que paguen ustedes el precio por algo que no hicieron.
Claudina Pilquiman (CP): Sí, no, eh, mirá.
SM: Yo hoy fui y le dije a la fiscal porque el juez no
me atendió, el jueves vamos a Comodoro a terminar de sacarlo, y conseguir que
la fiscal tome declaración mañana. Así que tendrían que venir, viste, y que
declaren todo. Todo está acá, listo, ¿qué más quieren? ¿Qué más prueba que eso?
Y que digan la verdad: que uno vio una cosa y el otro vio otra, eh. Y no que
uno solo sea el vocero.
CP: Sí.
SM: Porque [la fiscal Silivina] Ávila no los puede ni
[ver]. Está esperando cualquier cosa para agarrar y tener una excusa para
hacerlos pelota.
CP: Sí, no, seguro, Sergio. Yo quiero que me escuches
ahora. Ellos [por la Justicia] lo único que quieren es conocerles la cara.
SM: Ya la conocen la cara de ustedes. ¿Vos te pensás
que cuando paran ahí no tienen la foto de todos?
CP: Pero pará, no sé, no sé. Esta es mi posición, o
sea, para mí a ellos no les importa, porque a ellos no les importa buscar al
Brujo, ¿entendés?. Ellos saben perfectamente que yo lo llevé. Saben que yo lo
vi corriendo para abajo. ¿Vos te pensás que les importa? No les importa un
carajo.
SM: Sí, está bien, pero eso es otro tema. No me
importa
Sergio
Maldonado: Que los llamen a declarar a todos y listo. La verdad, no quiero
cargar con la carga de haber podido evitar algo. Lo vengo sosteniendo todos los
días
CP: A mí no me van a hacer nada porque saben que yo no
estaba en la línea de ataque. ¿Qué seguridad tenemos de los demás? O sea,
tampoco puedo responderte yo. Yo no sé lo que haría en su lugar si yo estuviese
ahí. No sé lo que ellos van a decidir. Les voy a comentar lo que vos me
dijiste. Pero si ellos no lo hacen es por eso.
SM: Te soy sincero. O sea, yo, si no, voy y digo:
"Llamen a declarar a todos". Y chau. Ya tienen todas las fotos de
todos. Que los llamen a declarar a todos y listo. La verdad, no quiero cargar
con la carga de haber podido evitar algo. Lo vengo sosteniendo todos los días.
CP: Bueno, que agarren y llamen a declarar a los que
tienen la foto. Deciles eso. Qué sé yo. No sé qué decirte. Yo entiendo tu dolor
pero yo quiero que entiendas también.
SM: Aparecen encapuchados. Lo tienen todo. Tienen
satélites que los miran de todos lados hasta cuando pasaban por ahí, se
cambiaban y salían y hacían el cambio de relevo. ¿Pensás que los otros son
pelotudos? Ayer entraron cuatrocientos policías con helicópteros, drones…Sí no
se aclara todo esto, va a seguir estirándose. Y los van a dar vuelta a todos
ustedes, diciendo que no colaboran. Fijate lo que dijo Macri hoy…El jueves
vamos a Comodoro a terminar de recusar al juez y listo. Tienen que declarar
mañana. Que se termine de una vez por todas. Poniéndose y mostrándose es la
mejor forma. Es la única seguridad, porque si no, si un día aparece en una
zanja, como toda la gente que está desaparecida, cuando te quisiste acordar hay
cien desaparecidos.
CP: Bueno, Sergio, pero eso vos ahora lo descubriste.
Nosotros ya lo sabemos.
SM: Bueno, por eso no lo hice al principio: para
darles tiempo de que razonaran un poco. Yo entiendo que son tus hijos y todo.
Pero yo a mi hermano ya lo perdí.
CP: Pero no son solamente mis hijos. Hay mucha gente,
¿me entedés?
SM: No soy yo el que está en todos los videos. No
quiero estar mal con ustedes, pero hay que darle un corte.
CP: Hacé lo que te parezca. Vos sos el hermano, ya lo
sé
SM: Vos fíjate, si fue Matías y puso la cara, ¿cómo no
pueden ponerla los demás?
CP: ¡Por favor! No comparemos cosas. No se trata de
eso, Sergio. Vos no conocés la realidad.
Claudina
Pilquiman: “Vos a la vida y a esta democracia de mierda la ves de otra forma.
Nosotros la vemos de otra forma”
SM: Bueno, yo lo que conozco es lo que me contó Lucas
a mí. ¿Qué [otra cosa] voy a conocer? Entonces, ¿qué? ¿Mintió Lucas cuando me
contó todo?
CP: Bueno, está bien, está bien.
SM: Yo entiendo que vos sos la madre, pero es la mejor
seguridad.
CP: ¿Quéres hacerlo? Bueno, perfecto. Perfecto esa
visión, Sergio. ¿Quéres hacerlo? Hacelo. Vos tenés tu forma de ser. Vos tenés
otra forma de vivir. Vos a la vida y a esta democracia de mierda la ves de otra
forma. Nosotros la vemos de otra forma. Perfecto. Si a vos te tranquiliza
Sergio, hacelo. Te lo digo de corazón. Hacé lo que te parezca más conveniente.
Denunciá a todo el mundo con nombre y apellido.
Claudina
Pilquiman: “Me cago en el país. Me cago en esta democracia y me cago en esta
Justicia”
SM: Pero está todo el país con esto, ¿entendés?
CP: Me cago en el país. Me cago en esta democracia y
me cago en esta Justicia, ¿sabés? Porque vos decís esta Justicia, ¡y esta
Justicia es una mierda, Sergio! ¿Vos pensás que va a cambiar algo? Si de vuelta
ayer estaban por todos lados en la comunidad. Con los perros, por el río, por
todos lados. Bueno, yo cuando vengan mis hijos les voy a comentar cada cosa que
dijiste y ellos verán qué hacen. Yo ya fui a declarar. Y fui a declarar mi
verdad. Pero cada uno tiene su propio pensamiento. Yo no voy a estar
diciéndoles a los demás lo que tienen que hacer. Yo ya dije lo que vi.
SM: A ver, yo quiero hablar con los chicos. ¿Vos me
querés pasar el número y yo los llamo y hablo con ellos?
CP: No sé. Yo voy a hablar primero con ellos. No sé
dónde están. No te lo voy a decir. Les voy a preguntar a ellos, les voy a decir
todo lo que me dijiste y ellos verán lo que hacen. ¿Vos te das cuenta que de
alguna forma estás traicionando a los propios amigos de tu hermano?
Sergio
Maldonado: “Te banqué 49 días y ya mi paciencia se empieza a terminar”
SM: No, no, no estoy traicionando a nadie.
CP: Sí, porque los estás mandando al muere.
SM: Yo los banqué 49 días. Y tengo a mi vieja, mi
viejo, a todos los amigos sufriendo. Y a mi abuela que se está muriendo. Te
banqué 49 días y ya mi paciencia se empieza a terminar. Porque si vos llorás
por ellos y después todos se cagan en él, en mí, me da por el quinto forro de
las pelotas. Los esperé, les di todos los tiempos y 49 días todos dando vueltas
a disposición de ustedes. ¿Cómo es la cosa? ¿Cómo todos nos jodemos y ustedes
no? Yo lloro todos los días porque sufro a mi hermano. Los apoyé porque es lo
que él creía. No quiero estar en contra de ustedes. Pero tampoco voy a estar de
pelotudo, poniendo la cara todos los días y cargando con que entren ahí y los
hagan mierda a todos. Porque ya con uno me es suficiente. Si puedo evitar que
los demás no sufran, lo voy a hacer. Entonces, hablá con tus hijos y que se
pongan las bolas donde tienen que ponerlas. Y que declaren, porque porque es la
única forma que tienen de preservarse. Por que si no los van a hacer pelota
tarde o temprano…Hola, hola.
CP: Sí, te estoy escuchando.
SM: Bueno, no sé me enojo así. Si esto no se resuelve
ahora que estamos todos metiéndole, nos van a terminar matando a todos. Y eso
es lo que va a pasar. Hay que ser realistas. ¿O vos te pensás que a ellos no
les importa toda la plata que están moviendo? Todo el movimiento que hacen. Y
no lo van a hacer al pedo… Ustedes son una comunidad cuando les conviene.
Cuando no les conviene son todos individualistas. Ya pedí turno mañana, 8.30
am, para que empiecen y vayan a declarar. Te mando un beso
CP: Otro, Sergio.
SM: Bueno, chau.