y no venganza", pidió Mons. Olivera
Aica, 18 Oct 2018
Efectivos
del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, la Gendarmería y la Prefectura Naval,
además de los miembros de la Policía Aeroportuaria, peregrinaron este jueves 18
de octubre al santuario nacional de Nuestra Señora de Luján.
Concelebraron
la misa el vicario general castrense, monseñor Gustavo Acuña; el capellán mayor
del Ejército, presbítero Alberto Barda; el capellán mayor de la Armada,
presbítero Eduardo Castellanos; el capellán mayor de la Fuerza Aérea,
presbítero César Tauro; el capellán mayor de Gendarmería Nacional Argentina,
presbítero Jorge Massut; el capellán Mayor de Prefectura Naval Argentina,
presbítero Diego Tibaldo; el capellán mayor de la Policía de Seguridad
Aeroportuaria, presbítero Rubén Bonacina, y capellanes castrenses de la zona
Buenos Aires; y el capellán de la Policía Federal Argentina, presbítero Diego
de Campos. Asistió también el director general de Culto Católico, doctor Luis
Saguier Fonrouge; el intendente de la ciudad de Luján, doctor Oscar Ernesto
Luciani y funcionarios de la ciudad.
Por
parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad Nacional, asistieron el jefe del
Estado Mayor Conjunto, teniente general VGM, Vari del Valle Sosa; el jefe del
Estado Mayor del Ejército, general de división, Claudio Ernesto Pasqualini; el
jefe del Estado Mayor General de la Armada, vicealmirante IM, José Luis Villán;
el jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, brigadier general Enrique
Amrein; el segundo jefe de la Gendarmería Nacional Argentina, comandante
general Federico Sosa; el segundo jefe de la Prefectura Naval Argentina,
subprefecto nacional naval Hugo Alberto Ilacqua; oficiales, suboficiales, Instituto
de formación de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, autoridades de la Policía
de Seguridad Aeroportuaria, junto a integrantes y cadetes de la Fuerza de
Seguridad Nacional.
A los
pies de la Virgen patrona de la Patria y del obispado, monseñor Santiago
Olivera presidió la misa. “Venimos como peregrinos, con numerosos hermanos de
nuestras familias y lugares de servicios que nos pidieron oraciones, súplicas y
acciones de gracias. Venimos con aquellos que no han podido venir, los enfermos
y presos de nuestras fuerzas”, expresó el prelado en su homilía.
Próximos
al Día de la Madre, el obispo pidió por “las que nos acompañan en la tierra y
por las que ya nos precedieron al cielo. Pedimos especialmente por las que más
están sufriendo”. Por otra parte, dio la bienvenida a los fieles pertenecientes
a la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que se incorporan "a esta familia
diocesana.
El
prelado destacó luego la figura de María en el Evangelio, como “peregrina” que
tuvo que ponerse en camino, que avanzó en la peregrinación de la fe, que
mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz.
“María
acudió presurosa a una aldea de la montaña a visitar y ayudar a su pariente
Isabel. María sintió, como los pobres, que no había sitio para ellos en la
posada de Belén. María experimentó en carne propia la dureza de tener que dejar
la patria, huyendo a Egipto, para librar de la persecución de Herodes a su
Hijo, recién nacido, y compartió el dolor de los desplazados, exiliados,
emigrantes”, recordó.
“María
subió al Templo de Jerusalén con José y su Hijo. María subió al Calvario donde
crucificaron a Jesús... y allí permaneció de pie junto a la Cruz de su Hijo, no
sin designio divino. Y María permaneció fiel”, añadió. “María nos acompaña en
el camino de la vida, nos sostiene y alienta con su protección maternal en el
caminar por este mundo a la Casa del Padre”. En ese sentido, destacó: “Hoy le
pedimos: ‘Santa María, ven con nosotros a caminar...’”.
“Vinimos
como peregrinos, caminantes de este tiempo y en esta Patria nuestra, la
Argentina. Venimos pidiendo el don de la paz, venimos pidiendo el don de la
justicia en la verdad, venimos pidiendo por los que sufren, por los que están
solos, por los que están enfermos, por los que están presos. Venimos pidiendo
por el encuentro de todos”, enumeró.
“Aquí
estamos Madre. Aquí estamos Señor. Tú nos conoces y conoces nuestras alegrías y
nuestras angustias, nuestros deseos más profundos y nuestras necesidades. Aquí
estamos, de pie, como María. Caminamos en la certeza de la fe. En Ti confiamos
y esperamos”, aseguró, y recordando las bienaventuranzas, deseó asumir ese
espíritu a la luz de la última exhortación del papa Francisco: “Felices los que
tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados”, enunció.
“Hambre
y sed, nos recuerda el Santo Padre, son experiencias muy intensas, porque
responden a necesidades primarias y tienen que ver con el instinto de
sobrevivir. Hay quienes con esa intensidad desean la justicia y la buscan con
un anhelo tan fuerte. Jesús dice que serán saciados, ya que tarde o temprano la
justicia llega, y nosotros podemos colaborar para que sea posible, aunque no
siempre veamos los resultados de este empeño. Pero la justicia que propone
Jesús no es como la que busca el mundo, tantas veces manchada por intereses
mezquinos, manipulada para un lado o para otro. Y esto lo sabemos bien,
lamentablemente nuestras Fuerzas, nuestras familias, nuestra Patria lo
experimentan hoy”.
“Pedir
justicia para todos y no venganza, parece que es causa de un escalón más en
nuestras diferencias y grietas argentinas. Pedir justicia como camino cierto a
la paz, pedir verdad, misericordia y reconciliación, supone no pocas veces ser
malinterpretado y calumniado, y paradójicamente son las raíces más profundas de
nuestra fe y del Evangelio”, afirmó.
En
palabras del Santo Padre, monseñor Olivera recordó que “a los ojos de Dios toda
vida es valiosa, sagrada e inviolable, porque somos su imagen y objeto de su
amor infinito”, y que “la vida humana tiene necesidad de amor auténtico, es
decir un amor como el de Jesucristo, lleno de misericordia, que perdona y acoge
sin condiciones. No podemos sobrevivir sin misericordia, todos tenemos
necesidad del perdón, por eso si matar significa destruir, suprimir o eliminar
a alguien, no matar en cambio es cuidar, valorizar, incluir y perdonar a los
demás”, continuó. “A la luz de esta enseñanza todos podemos sabernos deudores y
pedir perdón porque en nuestra historia argentina no hemos amado como nos
enseñó Jesús”, reconoció el prelado.
“Perdonar
es intentar reproducir en nuestras vidas un pequeño reflejo de la perfección de
Dios, que da y perdona sobreabundantemente. Jesús no dice: felices los que
planean venganza, sino que dice felices a aquellos que perdonan y lo hacen
‘setenta veces siete’. Es necesario pensar que todos nosotros somos un ejército
de perdonados. Algunos en nuestra Patria quieren hacernos olvidar la clave del
Evangelio, como son el perdón, la reconciliación y el respeto a todos sin
excepción, en definitiva, la auténtica misericordia”, advirtió.
“María,
en este año queremos especialmente poner bajo tu manto la vida de los
tripulantes del ARA San Juan. La vida y el consuelo de sus familias. Que
sepamos también como argentinos reconocer las ofrendas de tantos hombres y
mujeres de nuestra Patria que por el bien de ella entregan sus vidas”, rogó.
“El
Reino de Dios es el Reino de la Paz, del perdón, del amor, de la verdad y de la
justicia. Pedir el Reino nos pone en acto, pedimos y hacemos o debemos hacer
presencia del Reino. El odio, la venganza, la injusticia, la indiferencia no
son el Reino de Dios entre nosotros. Con esperanza renovamos la certeza del
Reino. Venga a nosotros tu Reino, Señor. Te lo pedimos desde este santuario
mariano, escuchando de María que nos invita a hacer lo que Jesús nos diga”,
concluyó.+