de
la participación digital
Nicole
Peisajovich
Clarín, 05/07/2019
En El Contrato
Social, probablemente su libro más famoso, el filósofo Jean-Jacques Rousseau se
burlaba del sistema de representación política adoptado por los ingleses en el
siglo XVIII. Los ingleses, decía Rousseau, creen que son libres pero se
equivocan: solamente son libres una vez cada cuatro años. Como cenicienta a
medianoche, el inglés se convierte en esclavo en el instante en que deposita su
voto en la urna. Entre elección y elección, el ciudadano inglés está
absolutamente desempoderado.
Los sistemas
representativos recorrieron un largo camino desde que Rousseau publicó su libro
en 1762. Sin embargo, la representación nunca perdió su gusto amargo. Las
palabras de Rousseau, sin dudas el padre de la democracia moderna, nos siguen
soplando la nuca con una verdad incómoda: en los sistemas representativos, la
igualdad encuentra un límite.
La
representación divide a la ciudadanía en dos clases, representantes y
representados, donde los últimos tienen un poder político intermitente mientras
los primeros gozan de un poder constante. ¿Por qué aceptarla entonces? ¿somos
realmente libres una vez cada cuatro años, como creía Rousseau de los ingleses?
En los últimos
años, la llegada de la tecnología digital abrió las puertas para repensar el
modelo representativo que heredamos del siglo XVIII. Quizás el caso más
novedoso sea el del Movimiento 5 Estrellas en Italia, el partido que empezó
como un movimiento de oposición y denuncia y terminó convirtiéndose en una de
las fuerzas políticas más populares de la Italia contemporánea.
Sus socios
fundadores, el comediante Beppe Grillo y el empresario Gianroberto Casaleggio,
presentan una idea simple. Gracias a la llegada de la tecnología digital, dicen
los fundadores, ya no sería necesario aceptar la desigualdad que la
representación trae consigo. A través de laplataforma virtual del movimiento,
llamada Rousseau, los fundadores invitan a todos losciudadanos italianos a
hacerse miembros, discutir y votar.
La propuesta es
audaz, pero hasta ahora los resultados son más bien desalentadores. Si bien
todos los usuarios tienen el poder formal de participar en todas las
decisiones, son los líderes informales quienes deciden qué temas se van a
someter a votación y cuándo.
Además, la
elección se suele presentar en términos binarios, dando a los usuarios la
opción de rechazar o aceptar la propuesta, pero no la capacidad de cambiar los
términos del debate. En noviembre de 2014, por ejemplo, cuando Beppe Grillo
decidió crear un directorio para darle más formalidad a los líderes que de
todas formas estaban apareciendo, no permitió que se presenten distintos
candidatos o que se voten distintas fórmulas. El comediante designó a cinco
personas y sometió su decisión a votación: los usuarios podían decir que sí o
que no, pero no podían cambiar nada. De esta manera, Grillo logró no sólo crear
el directorio que él quería, sino también darle un bálsamo de legitimidad a su
decisión. La moraleja de la experiencia italiana es que, paradójicamente, la
tecnología digital puede generar a la vez participación y desempoderamiento.
Participar más seguido no garantiza que la participación se vuelva más
efectiva.
Por supuesto, el
caso del Movimiento 5 Estrellas es sólo un ejemplo de las múltiples formas en
que las herramientas digitales se pueden incorporar al sistema político, e
incluso el joven movimiento italiano podría atravesar giros inesperados. Así y
todo, estudiarlo es importante porque nos recuerda que la tecnología digital,
como toda herramientanueva, es un arma de doble filo: dependiendo de cómo la
usemos, la participación digital puede acortar o agrandar la brecha entre
gobernantes y gobernados.
Nicole
Peisajovich es Politóloga (UTDT-Universidad de Columbia).