POR JUAN LUIS GALLARDO
La Prensa, 13.12.2019
En España ha cobrado
importancia un partido político denominado Vox. Aludiendo el nombre,
seguramente, a la locución latina Vox populi vox Dei. Pero ocurre que la voz
del pueblo no es la voz de Dios, ya que el pueblo suele equivocarse y Dios no.
¿Señalar esto indica que soy
antidemocrático? De ningún modo. Creo que, especialmente en un país como el
nuestro, que carece de tradición monárquica, la forma de gobierno adecuada es
la democracia. Eso sí, una democracia practicada honradamente, sin trampas.
Ya apunté que, de todos
modos, el pueblo suele errar al expresarse. Valgan dos ejemplos, que apenas me
animo a presentar juntos. Sometido el caso al pueblo en el año 33 de nuestra
era, el pueblo judío se pronunció en favor de Barrabás e hizo crucificar a
Jesucristo. Y, recientemente, puesto el pueblo a elegir entre María Eugenia
Vidal, de correcto desempeño en la gobernación bonaerense, y Axel Kiciloff, ex
comunista con poca experiencia en la administración pública, optó por Kiciloff.
Por abrumadora mayoría ha
sido elegido Alberto Fernández para desempeñarse como presidente de la
República. Y todo el mundo está encantado por ello pues considera su éxito como
un triunfo de la democracia. A mí, en realidad, lo que me interesa no es que
triunfe la democracia. Lo que me importa es que el ciudadano elegido gobierne
bien.
Que de eso se trata al
momento de instaurar autoridades. Diré más: si me dan a optar entre un inepto
ungido democráticamente y un gobernante de facto que se desempeñe bien, no
vacilaría en preferir a este último.
EL MEJOR GOBIERNO
Repetidamente he afirmado
que el mejor gobierno que conocí desde que tengo uso de razón político es el
del general Juan Carlos Onganía, presidente de facto modelo de rectitud y
prudencia en el ejercicio de la primera magistratura nacional. Mandaba Onganía
cuando debió pronunciar un discurso importante, dirigido a los gobernadores
provinciales. Y me convocaron para colaborar en su redacción, facilitándome
unos papelitos que el presidente escribía cuando se le ocurría algo que le
podía resultar útil más tarde.
Pude verificar así lo atinado de aquellas
anotaciones.Ya concluido su mandato, solía yo visitarlo en su casa para hablar
de bueyes perdidos. Confirmando en esas charlas el buen sentido que asistía al
ya ex mandatario.