que la embajada
norteamericana le preparó a George Bush
Por Juan Bautista
"Tata" Yofre
Infobae, 8 de marzo de 2020
Néstor Kirchner no entró
solo, a fines de julio de 2003, al Salón Oval de la Casa Blanca para dialogar
con George W. Bush. Lo hizo acompañado por sus ministros de Economía y
Relaciones Exteriores, Roberto Lavagna y Rafael Bielsa, el jefe de Gabinete
Alberto Fernández, su esposa la legisladora Cristina Fernández, el embajador
Octavio Bordón y su vocero Miguel Nuñez. Existían varios interrogantes del lado
estadounidense.
Dos meses antes, Kirchner
había asumido como presidente constitucional en medio de una algarabía no bien
interpretada por los ojos de Washington. En esa ocasión, se dio la singularidad
de que dos hombres nacidos en Cuba encabezaban dos delegaciones de países
diferentes y antagónicos. El comandante Fidel Castro estuvo al frente de la
delegación de la Cuba marxista-leninista y llevaba casi medio siglo en el
poder. La misión de los EE.UU. fue liderada por Melquíades “Mel” Martínez,
nacido en Sagua la Grande, Cuba, en ese momento Secretario de Vivienda y
Desarrollo Urbano de Bush, más tarde senador por el Estado de La Florida. “Mel”
fue uno de los beneficiados por el Plan “Peter Pan” de 1960-1962 que logró
salvar de las garras del comunismo a más de 10.000 niños cubanos con la ayuda
de la Iglesia Católica y los gobiernos de Dwigth Eisenhower y John F. Kennedy.
Instalado en Miami, más tarde, tomó la ciudadanía estadounidense.
En medio de los fuegos de
artificio, además de Castro, dos figuras llamaron la atención en las calles
porteñas: el brasileño Inacio “Lula” Da Silva y el venezolano Hugo Rafael Chávez
Frías, pero ninguno acaparó tanta atención como el jefe revolucionario caribeño
que hasta se dio el lujo de ocupar el frontispicio de la Facultad de Derecho
–la que había pisoteado en la Isla—para trazar su propio relato de vida a un
gran contingente de seguidores. Qué diferencia con todo lo anterior, se habrá
dicho el comandante en su intimidad. Ahí estaba, ovacionado, mientras un
anterior mandatario argentino había sostenido años atrás que le “repugnaba”
sentarse cerca de Fidel Castro en las cumbres latinoamericanas.
Por su parte “Mel” Martínez
comento su sorpresa: “Siendo yo una persona de origen cubano, me sorprendió la
reacción hacia una persona que seguramente en su país no hubiera sido tan
aplaudido. Una persona que en su país no ha permitido una transferencia del
poder ha estado presente en una transferencia pacífica y democrática”.
Irónicamente, ante el sospechoso clima que parecía ventilarse en Buenos Aires,
George Bush reemplazaría al embajador James Walsh por el cubano-norteamericano
Lino Gutiérrez.
Semanas antes de producirse
el “face to face” en Washington, un centenario matutino porteño estimó que Bush
deseaba conocer al presidente argentino porque en el diálogo telefónico se
escuchaban “ruidos en la línea”, es decir, se inquietaban por el discurso
progresista del santacruceño y su incipiente cercanía con el eje Castro-Chávez,
a la vez que se preguntaban qué tipo de relación deseaba mantener con los
EE.UU. Quizá ignoraban que, en los primeros tiempos, Kirchner comenzaba a
transitar un espacio de poder con escaso apoyo partidario y en medio de una
gran orfandad. No habiendo demostrado nunca ser un hombre de inclinaciones
izquierdistas, ante ese panorama, Kirchner supo decirle en la intimidad a un
alto dirigente peronista que “la izquierda da fueros” y se embarco en esa nave.
Horas antes de entrar a la
Casa Blanca, Kirchner había declarado que esperaba que “Bush nos apoye para
alcanzar los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional” porque “en varios
sentidos luchamos por lo mismo: terminar con la corrupción que nos ha devorado
durante muchos años, el narcotráfico y el terrorismo”. En esos momentos, la
Argentina debía pagar dos meses más tarde un vencimiento de 3.300 millones de
dólares y necesitaba renegociar con los acreedores privados una deuda calculada
en 77.000 millones de dólares.
Como era de estimar el
primer encuentro fue satisfactorio. Kirchner opinó que fue “muy buena” la
reunión porque Bush dio “un franco, decidido e incondicional apoyo al proceso
de recuperación” de su país. Por si había alguna suspicacia también afirmo que
su colega norteamericano “fue absolutamente respetuoso de nuestro país en todos
los aspectos”. En cuanto al tratamiento del terrorismo, el presidente argentino
dijo: “Tenemos una posición totalmente coincidente. Es decir, ustedes saben que
nosotros en el lamentable atentado a la Embajada de Israel y a la AMIA tuvimos
un atentado a las torres sin aviones, por eso somos totalmente comprensivos de
lo que sufrió el pueblo hermano de Estados Unidos con el atentado a las torres
y aparte somos absolutamente coincidentes en combatir el terrorismo
internacional para que definitivamente ese flagelo termine”. Como era una
costumbre, George Bush le mostró el Jardín de las Rosas y otras dependencias de
la Casa Blanca. Hubo cordialidad, no calidez.
Tras el primer encuentro en
Washington se concreto otro al año siguiente, en septiembre de 2004, en el
marco de la reunión anual de las Naciones Unidas. En esa ocasión, Kirchner
llego a Nueva York luego de concretar inversiones chinas y negocios con Hugo
Chávez en la Argentina; sostener un sordo distanciamiento con Roger Noriega,
Secretario Adjunto del Departamento de Estado; relevar a Alfonso Prat Gay por
Martín Redrado en el Banco Central y enfrentar una crisis con fuerzas de seguridad
y la renuncia de Gustavo Béliz, su ministro de Justicia.
Un año más tarde se
volvieron a ver en 2005, en Mar del Plata, durante la IV Cumbre de las
Américas. Allí, el mandatario estadounidense se sintió maltratado por el clima
adverso hacia su persona y su investidura, que Kirchner permitió que se
concretara durante las sesiones y en la Cumbre de los Pueblos que se realizó
paralelamente en un estadio de fútbol (con fondos del Estado venezolano). Como
opinó un miembro de su delegación, Bush “se lo tomó de forma personal, muy
personal. No le cayó bien". La falta de previsión de lo que se concretó en
Mar del Plata le costó el puesto al habanero-estadounidense Lino Gutiérrez.
Para ser sinceros, Gutiérrez se sintió engañado por un alto funcionario del gobierno
argentino que le dijo en todo momento que no iba a producirse ningún exabrupto
hacia su mandatario.
Meses antes de abandonar el
Palacio Bosch Alvear, residencia del embajador de los EE.UU. en la Argentina,
Lino Gutiérrez, el diplomático de carrera que había sido embajador en Nicaragua
y Subsecretario Asistente Principal para Asuntos del Hemisferio Occidental,
dejó para su sucesor -y la Carpeta Básica del “desk Argentina” en el
Departamento de Estado- un largo perfil sobre la personalidad de Néstor Carlos
Kirchner. Un trabajo usual dentro de la diplomacia, completado con opiniones
personales de los diplomáticos de la embajada y comentarios de los propios
funcionarios y dirigentes argentinos. Por su contenido el informe fue realizado
en las postrimerías de 2005 y comienzos de 2006.
En el inicial cable
“Clasificado” de referencia Buenos Aires 01090, el trabajo considera una
introducción, una síntesis, en la que caracteriza “el singular estilo operativo
y de toma de decisiones del presidente Néstor Kirchner” que se conoce como
“Estilo K”.
Gutiérrez considera al
“estilo K” como “personalista, a menudo errático, el presidente Kirchner,
define la gestión política en la Argentina y está caracterizado por
concentrarse en medidas políticamente efectivas y de corto plazo para la
acumulación y mantenimiento del poder local. El estilo político para la
Argentina de Kirchner no deja margen para el disenso y usa tácticas de dividir
para conquistar, buscando dividir a la oposición política. Si bien utiliza por
momentos una retórica izquierdista y populista, en la práctica Kirchner ha
demostrado que sus inclinaciones ideológicas son siempre menos importantes que
las cuestiones prácticas de la política local.” Su gestión y decisiones son
consultadas “con un número pequeño de asesores en los que confía, por lo
general de uno en uno”. Como le dijo el Secretario Legal y Técnico de la Casa
Rosada, Carlos Zanini, a un funcionario de la embajada: “El presidente y yo nos
levantamos cada mañana, miramos los diarios y tratamos de descubrir cómo
sobreviviremos ese día.”
En otro momento, el informe
subraya la habilidad de Kirchner para cooptar dirigentes opositores “a través
del hábil uso de sus poderes fiscales, Kirchner ha logrado atraerse a la
mayoría de los gobernadores de la Unión Cívica Radical y muchos intendentes de
la UCR. También ha logrado cooptar la conducción política del ya desaparecido
FREPASO, de centro-izquierda, y la mayoría de los peronistas antes alineados en
la oposición a Kirchner con el ex presidente Eduardo Duhalde.”
La cuestión ideológica se
vuelve a remarcar cuando se afirma: “Aunque utilice una retórica izquierdista y
populista, en la práctica Kirchner ha demostrado que sus inclinaciones
ideológicas son siempre menos importantes que las cuestiones prácticas de la política
interna. Como nos dijo recientemente (Sergio) Acevedo, el presidente Kirchner
no tiene ideología. Por ejemplo, la cuestión de los derechos humanos y su
filiación política en la década de 1970 no tuvieron ningún peso en los 20 años
de vida política de Kirchner como intendente de Río Gallegos y como gobernador
de la provincia de Santa Cruz. Acevedo dijo que el apoyo reciente a las Madres
de la Plaza de Mayo y la renovada atención a los crímenes contra los derechos
humanos cometidos bajo la dictadura fue resultado de su necesidad de
desarrollar una base central de apoyo en el ala izquierda del movimiento
peronista. Kirchner fue un gran defensor de las privatizaciones cuando se
dieron en la década de 1990, pero desde entonces ha pasado a atacarlas vehementemente.
Esto no quiere decir que Kirchner no tenga simpatías por la izquierda, sino que
están completamente subordinadas a sus propios intereses y ambiciones políticas
personales.”
“El estilo de gestión
política de presidencial se ha vuelto más pronunciado después de que el
resultado de las elecciones de 2005 y los cambios en el gabinete en noviembre
de 2005 dejaran a Kirchner firmemente a cargo de todos los aspectos de la toma
de decisiones del gobierno. Antes de las elecciones de octubre tomaba en consideración
las opiniones del ex presidente Duhalde para la toma de decisiones importantes.
La resonante victoria de Kirchner en la provincia de Buenos Aires (2005) le dio
el control del Partido Peronista y desterró a Duhalde del centro de la escena
política.” En esa escalada por retomar el poder de decisión desplazó al
Ministro de Economía, Roberto Lavagna, y al canciller Rafael Bielsa “que
ocasionalmente mostraba ciertas inclinaciones independientes. Sus
reemplazantes, Felisa Miceli y Jorge Taiana, son soldados leales que cumplen
órdenes presidenciales.
Por ejemplo, recientemente se le dio a Miceli una copia
de un comunicado que había entregado a una agencia noticiosa por la Casa
Rosada, con los comentarios de Miceli criticando un reciente discurso de
Lavagna, antes de que Miceli hubiese hablado.”
Al margen de sus
conversaciones con un reducido grupo de funcionarios, el informe sostiene que
Kirchner “a menudo ni siquiera consulta ni alerta a altos funcionarios del
gobierno antes de hacer declaraciones importantes de políticas de sus
respectivas áreas de responsabilidad. Según funcionarios del Banco central, por
ejemplo, el presidente de la institución Martín Redrado se enteró de que el
gobierno iba a usar caso 10.000 millones de dólares de reservas del Banco Central
para saldar cuentas con el Fondo Monetario Internacional cuando Kirchner lo
anuncio públicamente. Gente de la Casa Rosada ha descripto al presidente como
proclive a tomar decisiones rápidas, a veces incluso imprudentes y
precipitadas”.
A continuación la embajada establece un listado de los
“enemigos” internos y externos a quienes Néstor Kirchner considera como
“blancos” a enfrentar y explicita: “Entre los blancos se han incluido al Fondo
Monetario, los EE.UU., los medios periodísticos, la Iglesia Católica, los
militares argentinos, la comunidad empresaria extranjera y local, las
estaciones de servicio extranjeras, todo lo sucedido en la década de 1990, los
ex presidentes Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde. Kirchner a
menudo ataca a grupos o individuos impopulares como medio para aumentar su
propia tasa de aprobación pública.”
En el cable 02974 que
contiene una parte del mismo informe se observa que “cuando (Kirchner) enfrenta
un problema, la primera reacción es salir a la ofensiva, en vez de negociar,
subiendo la apuesta por si fracasan sus esfuerzos iniciales para lograr el
resultado deseado. Cuando Kirchner enfrentó resistencia del sector empresario y
agropecuario a sus esfuerzos por controlar la inflación de este año, Kirchner
instituyó una prohibición de las exportaciones de carne y nombró al economista
no ortodoxo peronista Guillermo Moreno para conducir las iniciativas anti
inflacionarias del gobierno, con actitudes prepotentes y amenazando a
productores individuales para que bajaran los precios.”
Tras hacer mención al
enfrentamiento con el mandatario uruguayo Tabaré Vázquez por la construcción de
las pasteras en la frontera, Kirchner “alentó a los residentes de la provincia
afectada a fortalecer su bloqueo de los puentes que conectan los dos países,
resultado pérdidas de comercio y turismo por millones de dólares para Uruguay.”
Cuando se tratan los modos y
las líneas de política exterior del ex presidente argentino, el embajador
Gutiérrez considera que “no es versado en la diplomacia internacional y a
menudo ignora al protocolo básico. Las gaffes de Kirchner con dignatarios
extranjeros son legendarias. En junio de 2004 dejó al líder ruso Vladimir
Puttin esperando en el aeropuerto de Moscú para una reunión que nunca se concretó,
según se dice porque Cristina Kirchner quería pasar más tiempo de compras en su
parada previa de Praga. El gobierno sostuvo que el ´mal clima´ había demorado
su partida, cuando los informes meteorológicos hablaban de un clima soleado en
Praga. Más delante de ese año faltó a una cena oficial que supuestamente debía
presidir en honor del presidente vietnamita Tran Duc Luong. De modo similar,
Kirchner faltó a una recepción de honor de la visita de estado de la reina
Beatriz de Holanda en marzo de 2006. Kirchner tampoco recibe a los embajadores,
como dicta el protocolo de estado, relegando esta responsabilidad al vide
presidente Daniel Scioli.”
En uno de los párrafos
finales se advierte que, dado el estilo y la definición de las decisiones
políticas en la Argentina, “en el año por delante podría suscitarse más
problemas en la relación con los EE.UU. y la Argentina, al concentrarse
Kirchner en fortalecer su base política de centro izquierda para las elecciones
de 2007. Dadas las cifras de las encuestas que muestran que de todos los países
de la región Estados Unidos es el país del que peor imagen tienen los
argentinos, será un blanco conveniente para Kirchner.
Tal como sucedió en la
campaña presidencial de 2003, Kirchner se presentará como el único defensor real
de la Argentina ante la comunidad mundial. Se dice que la Casa Rosada ya ha
comenzado una iniciativa para vincular a Roberto Lavagna con Estados Unidos,
por ejemplo, alentando la publicación de artículos en los medios que digan que
Estados Unidos aprueba y está promoviendo una potencial campaña de Lavagna a
presidente.”