defendiendo la Revolución
con una guerra de guerrillas
Por Claudia Peiró
Infobae, 17 de junio de 2020
Biógrafo de José de San
Martín y de Manuel Belgrano, el historiador Miguel Ángel de Marco decidió que
la semblanza de los héroes de nuestra Independencia debía completarse con la
vida de Martín Miguel de Güemes. Lo fundamentaba en estos términos: “Pocos
fueron en nuestra historia los casos en que seres tan diferentes por su
carácter, formación y hábitos conjugaron con tanta coherencia y decisión sus
esfuerzos en pos de una causa superior como la de la independencia
sudamericana. (...) Güemes merece, desde mi punto de vista, ser ubicado junto a
los otros tres personajes fundamentales [N.de la R: San Martín, Belgrano y
Pueyrredón] en el esfuerzo bélico de la independencia”
En efecto, en aquel año de
1816, el hecho de que Güemes, pese a sus diferencias con Buenos Aires, no
cortara sus vínculos con las Provincias Unidas, del modo en que lo hizo
Artigas, fue clave para que el Congreso de Tucumán pudiera realizarse y romper
definitivamente las cadenas con España, paso decisivo hacia la creación de una
Nación soberana.
En todo ese período, el
accionar del gobernador de Salta al frente de sus legendarios gauchos
constituyó una barrera defensiva vital para los patriotas, conteniendo a los
españoles en la frontera norte, muy cerca de donde sesionaba el Congreso.
La historia
Martín Miguel de Güemes
nació el 5 de febrero de 1785, en la ciudad de Salta, de padre español y madre
criolla. Con apenas 14 años, en 1799, empezó la carrera militar enrolándose en
la 6ª Compañía del Tercer Batallón del Regimiento Fijo con asiento en Salta.
Cuando en junio de 1806 se
produce la primera invasión inglesa, el regimiento en el que Güemes servía como
cadete es convocado para auxiliar a Buenos Aires. Llegó a ser ayudante de
Santiago de Liniers quien en 1807 lo nombró teniente de su escolta de granaderos.
Pero al año siguiente, la muerte de su padre, obligó a Güemes a regresar a
Salta.
Adhirió a la Revolución
desde sus inicios. Y en los primeros años se desempeñó en el Alto Perú en
acciones destinadas a interceptar las comunicaciones enemigas. Por diferencias
con Juan José Castelli, regresa nuevamente a Salta.
En 1811, le tocará proteger
la retirada de Juan Martín de Pueyrredón, luego de la derrota de Huaqui. Tras
un período en Buenos Aires y Montevideo –participa del sitio a esa ciudad hasta
fines de 1813 y es ascendido a teniente coronel, vuelve a Salta y es entonces
que inicia la formación de milicias gauchas en el marco de su plan defensivo de
guerra de guerrillas, que lo hará pasar a la historia. Un idea sagaz, no
siempre bien vista por Buenos Aires, más proclive al centralismo del mando.
Pero el modelo de Güemes se adaptaba mejor a la realidad y a las necesidades
del momento ya que permitía que cualquier poblador se alzara en armas y
asumiera los costos del esfuerzo de guerra.
En 1814, con su ejército
campesino, Güemes detiene el avance del general realista Ramírez de Orozco, que
había ocupado Jujuy, y lo fuerza a retroceder al Alto Perú.
Por su condición de hijo de
una familia acaudalada y de prosapia, a Güemes no le costó ser aceptado por la
elite local como jefe y acceder a posiciones de poder. Y en 1815 es elegido
gobernador de Salta.
Como general, creó el
célebre Regimiento conocido como "Los Infernales", con el uniforme
rojo que pasó a la historia y quedó asociado a su nombre. Los Infernales
adquirieron pronto fama y fueron admirados incluso por el enemigo en virtud de
su destreza como jinetes, su velocidad de ataque y su gran capacidad para la
emboscada y la retirada.
Estos gauchos de Güemes
rindieron su mejor servicio a la Patria cuando, a partir de 1815, derrotados ya
los últimos intentos del Ejército del Norte de vencer a los realistas, y con
una situación internacional muy desfavorable –Fernando VII había vuelto al
trono y la derrota napoleónica le permitía concentrarse en recuperar sus
dominios ultramarinos-, la guerra de guerrillas salteña impidió el avance
realista, dio tiempo a las Provincias Unidas para declarar la Independencia y a
José de San Martín para preparar y realizar la Campaña de los Andes.
Entre 1812 y 1821, la
frontera norte sufrió nueve invasiones realistas. Las últimas seis fueron
rechazadas por las milicias de Güemes. Cuando en 1816, se produce la muy temida
invasión realista, las tropas españoles no podrán ir más allá de Jujuy.
El plan de San Martín era
que, una vez que él iniciara el avance por mar hacia Lima, Güemes lanzara
finalmente una ofensiva sobre el Alto Perú. En la organización de esa
expedición ocupó el jefe salteño los últimos meses de su vida. El Directorio lo
había reconocido como jefe del Ejército de Observación pero no había respondido
a su solicitud de respaldo financiero y logístico.
Los primeros meses de 1821
fueron difíciles: enfrentado al gobernador de Tucumán, sufre además una
rebelión interna en su propia provincia en reacción por la fuerte presión
impositiva a que la había sometido para financiar la guerra, y el cabildo de
Salta lo depone. Esto es aprovechado por los españoles que apoyarán a sus
adversarios internos.
Güemes recupera el poder en
mayo, pero los españoles sitian Salta y el gobernador es herido cuando
atraviesa ese cerco.
Muere el 17 de junio de
1821, como consecuencia de esas heridas, en Cañada de la Horqueta, cuidado por
sus gauchos. Está sepultado en la Catedral de Salta.
“A nada temo -decía-, porque
he jurado defender la Independencia de América, y sellarla con mi sangre. Todos
estamos dispuestos a morir primero, que sufrir por segunda vez una dominación
odiosa, tiránica y execrable.”