Yo
hablé una vez con la Virgen.
Era
en Luján, lloviznaba,
y el
gran dolor argentino
me
llovía sobre el alma.
Estaba
solo ante Dios
crucificado
en mi Patria.
Buscaba
la albiceleste
entre
el humo de las fábricas.
Buscaba
huellas de historia
en
las calles asfaltadas.
Buscaba
el alma argentina
en
mis hermanos de raza.
La
Patria no estaba en ellos
y
Dios no estaba en mi Patria,
¡y
cuatro siglos de cruz
retoñaban
en la Pampa!
¿Adónde
vamos, Dios mío?
Era
de noche. Tronaba.
¿Adónde
vamos? Yo fui
a la
imagen centenaria y le dije: Madrecita,
se
está muriendo mi Patria.
La
envenenaron de odios.
Sus
propios hijos la matan
con
las armas extranjeras.
Ya
le estén cambiando el alma
por
monedas y engranajes,
ya
mis hermanos se arrastran
y en
sus pechos ya no hay cruces
y en
sus labios no hay plegarias
y no
hay hombres en sus campos
y no
hay niños en sus casas
y un
torbellino de sangre
viene
barriendo la Pampa.
Haz
que vuelva San Martín,
nuestro
Santo de la Espada.
Haz
que Belgrano de nuevo
levante
la enseña sacra.
Y
que en sus pliegues benditos
levante
a todos las almas.
Virgencita
de Luján,
Madrecita
azul y blanca:
devuélvenos
danos
Dios y
danos
Patria!
Oracion
del Cura Gaucho