al Jefe del Estado Mayor
General del Ejército
por José Luis Milia
Informador Público, 15-9-20
No es nuevo para mí, ni creo
que hoy haya algo que me asombre. Luego de todos estos años, más bien solo me
queda lugar para el dolor. He sido testigo, cuando joven, de la agresión a
civiles y militares llevada adelante por estas bandas de pistoleros que, en
nombre de una patria socialista, no trepidaron en empezar a cavar- a partir de
aquel lejano abril de 1964 en que grupos guevaristas asesinaron al Cabo de
Gendarmería Juan Adolfo Romero- las cien mil tumbas que según ellos eran
menester para lograr su quimera. Apañados por políticos que querían llevar agua
a su molino y arreglados con otros, hábiles cultores del “animémonos y vayan”
que preferían hacerse los distraídos mientras la nación se desangraba, creyó,
la subversión, ser lo suficientemente fuerte como para intentar el sueño del
Vietnam propio en el monte tucumano.
Ese año, un gobierno
constitucional, ante la agresión desembozada de la subversión ordenó al
Ejército Argentino recuperar la zona poniendo en marcha el Operativo
Independencia. Allí cayeron en combate muchos soldados -oficiales y
suboficiales del Ejército argentino, pero también Soldados Conscriptos que, sin
ser soldados vocacionales cumplían una ley de la Nación y dieron sobradas
muestras de fidelidad y valor- soldados que si no hubieran combatido con fe y
decisión otro hubiera sido el futuro de la República.
Esa guerra, aunque Ud. y
muchos como Ud. no quieran aceptarlo, no ha terminado. Días atrás, aconteció
una nueva escaramuza; una nueva emboscada pegó mal en el alma de la Argentina.
Sucedió, precisamente, el día que el Ejercito recordó con un simple tweet a los
que, el 5 de setiembre de 1975, cayeron en el combate de Potrero Negro: el
Subteniente Rodolfo Berdina y el Soldado Conscripto Ismael Maldonado, tweet que
motivó una queja inmediata elevada al ministro de defensa por grupos residuales
de las pandillas terroristas e individuos que han medrado a lo largo de estos
años con el dolor de los argentinos que dijeron sentirse ofendidos porque el
Ejército recordaba a dos héroes.
El ministro reaccionó como
se esperaba- un gran español decía que si de algo hay que cuidarse en esta vida
es de los enanos a los que se les ha dado poder- ordenando borrar el tweet, y
Ud., General, aceptó la orden. El miedo a ser considerados políticamente
incorrectos acucia a los mandos militares, en especial desde el año 2003, y los
hace retirarse aún antes de disparar un tiro. Así, este combate terminó de
manera muy diferente a Potrero Negro, no hubo un jefe honrando, aunque sea con
el retiro, su profesión como hizo Berdina con su vida, ni un Soldado,
Maldonado, siguiéndolo a la muerte, quizás porque Berdina era, pese a su
juventud, un líder que merecía eso. No, esta escaramuza, Gral. Cejas, terminó
con Ud. en retirada. Esto, General, no ha sido otra cosa que una derrota.
Quizás, lo que quiere
significar esa frase: “Somos ejército” en el mensaje que Ud. subió a las redes
meses atrás, sea, simplemente, la negación de una guerra que sigue y que solo
persigue la destrucción del Ejército como paso necesario para concretar la
decadencia de la Argentina; algo tan distinto del “¡Dios y Patria o Muerte!”
que gritaban los Comandos en Malvinas y que hoy es el grito de todos, no solo
de los veteranos de guerra sino también de aquellos que sangramos ante cada
ataque a la Patria.