El
gobierno de Alberto Fernández está llevando el desconcierto a niveles de
excelencia. Al punto de que, a veces, el confundido parece ser él.
Cadena 3, 03/09/2020
¿Hubo sesión de Diputados o
no anteanoche? Los incendios de viviendas para correr a sus propietarios ¿son
delitos o un modo de gestión de planes sociales? ¿La alianza gobernante
considera que a las tomas de tierra hay que incentivarlas o aplastarlas? ¿La
competencia entre empresas celulares se puede incentivar exigiéndoles a todas
que cobren lo mismo y presten el mismo servicio?
Son apenas algunas de las
incógnitas, desconciertos y paradojas que nos dejan pensando en estos días.
Estamos llevando el arte de la confusión a niveles de excelencia. Y no es para
menos: el propio presidente se ha puesto esa meta al hombro.
¿Cuándo funciona Diputados?:
confuso
Ayer al mediodía Alberto
Fernández nos sorprendió diciendo que la noche anterior Diputados no había
aprobado ninguna ley, en referencia a la emergencia del turismo.
Pareció que le daba la razón
a la diputada del PRO cordobés Soher El Sukaria, que atrapó a Sergio Massa con
una pregunta sencilla: ¿Había quórum? ¿Cómo podía haberlo si muchos
legisladores estaban participando en forma remota en una sesión que el propio Massa
había convocado precisamente para decidir si se prorrogaba la modalidad remota,
que el propio Massa reconocía como vencida en sus plazos?
Como no hubo respuesta
razonable, para la oposición no hubo sesión ni, por tanto, proyectos aprobados.
O sea, la misma conclusión a la que llegó Fernández.
Pero no: luego Fernández se
reunió por la tardecita con Massa y con el jefe de los diputados K, Máximo
Kirchner. Se ve que entre los tres decidieron que sí hubo sesión porque a la
noche, entrevistado en A dos voces, el presidente dijo que sí se había
sancionado la ley para el turismo.
Un verdadero orfebre de la
confusión este Alberto: ahora no sabemos si la habilitación de una sesión de
Diputados y el mecanismo de sanción de las leyes dependen de lo que está escrito
en la Constitución o de lo que les pinta a tres jefazos de un mismo partido
político.
¿Hay propiedad privada?:
confuso
La confusión sobre la
propiedad privada es gruesa. Empezó con el intento de expropiar Vicentin y
siguió con la ministra de Seguridad de la Nación, Sabrina Frederic, para la que
las tomas de tierra, los incendios de viviendas y los amedrentamientos a
personas honestas en tierras federales de Río Negro son un tema de desarrollo
social. Si un día de estos un okupa se instala en la vivienda de Frederic, ¿la
ministra irá a pedirle a su colega Daniel Arroyo que le solucione el problema?
Su colega de la Provincia de
Buenos Aires, Sergio Berni, al revés de Frederic, dice que “el derecho a la
propiedad privada es innegociable”.
Entendemos que el peronismo
siempre tiene que mostrar una cara de izquierda y otra de derecha para cada
elección, pero estaría bueno que el Frente de Todos, que ocupa casi todos los
poderes de Nación, provincias y municipios, tenga a bien decirnos cuál vendría
a ser la ley vigente en el país, ya que la escrita no parece valer demasiado.
¿El peronismo está atrás o
adelante?: confuso
Es más: Berni le dijo ayer
en la cara a Fernando Navarro, piquetero líder del Movimiento Evita y hoy
secretario de Relaciones Parlamentarias de Alberto Fernández, que su
organización promueve las tomas de terrenos en el conurbano bonaerense. Y luego
lo trató de charlatán de feria. También: sugerimos ponerse de acuerdo, a menos
que el masterplan de la Gran Confusión Nacional consista en hacer que algunos
tomen tierras para congraciarse con los que luego las ocupan o las ponen en
venta en Internet para luego desplazarlos a palos para congraciarse con quienes
creemos que a la propiedad hay que respetarla.
¿Hay competencia con precios
fijos?: confuso
Como si no hubiera
suficiente confusión, por la noche, en A dos voces, Fernández siguió metiendo
niebla en todos los temas que pudo. Su dominio de la confusión es tan virtuoso
que incluso dejó en varios pasajes la impresión de que uno de los principales
confundidos es él (como cuando sale a coleccionar refutaciones de distintos
gobiernos del mundo sobre temas diversos).
Nos vamos a detener sólo en
su justificación del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) por el que declaró
como servicios esenciales de interés público a la TV por cable, a Internet y a
los celulares.
El presidente dijo que
Internet o la TV por cable, al igual que los celu, deben ser de orden público
porque millones de clientes los usan. Pero si esa es la razón entonces
deberíamos declarar de orden público a decenas de miles de panaderías.
Pero por si esta cuestión
numérica no basta, Fernández también apeló al paso del tiempo como
justificativo.
Dijo que hace 20 años la
telefonía fija era de interés público porque todo el mundo tenía una línea
fija, mientras los celu eran un artículo de lujo. Y que como ahora todos tienen
celu y nadie tiene línea fija, entonces los celu deben ser de interés público.
No se entiende: si lo que estaba declarado de interés público desapareció y lo
que era estrictamente privado floreció, ¿qué necesidad hay de que el Estado se
meta?
Evidentemente, Fernández no
había estudiado el power point “Cómo justificar el DNU de las
telecomunicaciones” que alguien le debe haber preparado. Pero igual quiso
aportar aún más a la confusión y sostuvo que el objetivo del DNU es “que haya
más competencia”.
Lo cual es rarísimo: ¿cómo
va a haber más competencia si el eje del DNU es hacer que todas las empresas
ofrezcan el mismo tipo de servicio regulado y obligarlas a cobrar la misma
tarifa fijada por el Estado en lugar de un precio determinado por las ofertas y
las demandas?
Confusión, pura confusión.