Héctor H. Hernández
¡Díganme
si no fue una discriminaciónamásnopoder la sufrida por un tal diputado Amor
cuando lo echaron por ejercer los derechos que el Estado argentino enseña a los
niños con la nueva educación sexual!
Pateadura
Resulta
que cuando los defensores de los mandamientos protestamos porque la ESI
pervierte a los niños al enseñar el sexo contra lo que Dios manda y sin el
pudor que hasta los prostituídos
respetan, y decimos que el Estado no es nadie para enseñar torcido lo que debe
ser custodiado por la familia según principio de subsidiariedad
antitotalitario, se pone el grito en el cielo contra nuestra Heterosexualidad
Patriarcal Homofóbica que pretendería “imponer una moral”.
Pero al pobre lo despiden por hacer
a la vista lo que hacen practicar públicamente a nuestros nietitos en las aulas
oficiales, y que por no hacerlo se persigue a los colegios que resisten la
Dictadura. ¿No leíste que se les enseña a manosearse en las clases, a la vista
o con los ojos vendados, a tantear los sexos y a orientarse en las opciones en
la materia para decidir su género y entrar así en el ancho mercado de la
hormonización y de las cirugías y de las farmacopeas de todo tipo y de los
suicidios que asaltan a los enemigos de natura?
Mientras
tanto…
Esta
actitud de los que ahora recuerdan un
trocito de moral y sancionan al amante impúdico mientras firman la Educación
Sexual Inmoral, desde luego que gana por varios cuerpos el Campeonato Mundial
de la Hipocresía. En efecto, le dan la
pateadura mientras Parlamento, Judicatura y Dictadura se desentienden del
efecto pervertidor de una Televisión que
desde su vereda progre hace años Magdalena Ruiz Guiñazú tildó de
“prostibularia”. Mientras se avanza con los planes de la Educación Sexual
Inmoral y en la Universidad se enseñan como normales y como “divertimentos”
todas las perversiones. Mientras se persigue legalmente al sexo masculino en
nombre del feminismo militante. Mientras se consagra en el Parlamento cualquier
capricho contra natura como derecho. Mientras se hace desaparecer del Código
Civil las nociones mismas de padre y madre archivando la patria potestad
educadora y se persigue por todos lados a la Religión protectora de la moral. Mientras
contra la ley, la constitución y los tratados y la ley de la humanidad se
incrementa el Genocidio del aborto. Mientras todo eso sucede, resulta chocante
tanto aspaviento por uno que aburrido en un lugar ideal para aburrirse con la
sarasa del diputado Heller, habría perdido los controles remotos y, acalorado,
se habría agarrado a los próximos.
Una vez más avergonzados ante el mundo, ¿los
argentinos diremos que no se lo debió expulsar y que encima se le debe dar una
indemnización por el daño material y moral retroactivo y a dólar guerrillero
que sufrió por discriminación?
De
ningún modo, porque este acto de colosal hipocresía es el homenaje que el vicio
podrido rinde a la combatida virtud. Mal que mal, y a pesar de todo el
escándalo y gracias al escándalo, se recuerda alguito, solamente, de la moral
perseguida. Algunos piensan que habría que echar a patadas a muchos más.