Alberto Buela (*)
Opinar es afirmar o negar algo con temor a
equivocarse. La opinión, para Platón la doxa,
era la que manejaban los sofistas, pues lo hacían sobre materia contingente
y sin conocimiento cierto de las causas. Y además, cobraban por enseñar todo
esto.
Cuando el famoso sociólogo progresista Gino
Germani se fue de la Argentina luego de una década de estudiar aquí afirmó: me voy de la Argentina porque no pude
entender al peronismo. Estaba indicando algo ineluctable, que existen
peronistas, millones de peronistas, pero no el peronismo.
Cuando a Juan Perón le preguntan en España
sobre el panorama político argentino y responde que está constituido por un 30%
de conservadores, 30% de radicales (socialdemócratas), un 20% de izquierdistas
y un 10% de nacionalistas, la periodista española le responde: General, pero eso es el 100% del electorado
¿Dónde están los peronistas? ¡Ah¡ peronistas son todos, respondió el
general.
Cuando nosotros afirmamos en la entrevista de
Perfil que “el peronismo murió hace
mucho”. Nos referimos a eso, precisa y exclusivamente a eso. Pues aquello
que tiene ser en orden a la existencia es aquello que puede ser determinado,
que tiene normas, que puede ser pautado. En una palabra definido, que no es
otra cosa que poner límites.
Y el peronismo desde la muerte del General no
tiene ningún límite, la última sanción que se aplicó, la aplicó él mismo cuando
echó a los montoneros de la Plaza de Mayo o le dijo a grupo de los ocho
diputados que disimulaban muy bien su
carácter de peronistas.
Un movimiento que no tiene un tribunal de
disciplina que sancione a aquellos que actúan como no peronistas o
antiperonistas dentro del partido, aquellos que tergiversan las veinte
verdades, aquellos que opinan contrario a la doctrina nacional justicialista.
Al no existir ninguna instancia definitoria el
peronismo es un gran naranjal donde cada uno, que se dice peronista, elige la
naranja que más le conviene o le gusta.
Es cierto que el peronismo posee una teoría
política digna de mérito que vale la pena estudiar y enseñar. Que se alza como
una instancia superadora entre el liberalismo y el marxismo, hoy neoliberalismo
y progresismo. Qué posee una profundidad intrínseca que otras teorías políticas
no poseen.
Pero todo esto no nos garantiza la existencia
del peronismo, pues para existir hay que poder ser mediana y racionalmente
definido. Y el peronismo eso lo perdió hace más de cuarenta años.
Por otra parte, el hecho histórico es que todos
los sucesores de Perón: Cafiero, Menem, Duhalde, Kirchner, Cristina Fernández y
Alberto Fernández ensayaron variantes peronistas pero nunca el peronismo. Así
Cafiero fue más un demócrata cristiano, Menem un neoliberal, Duhalde nada,
Kirchner un chorro pseudo progresista igual que su mujer y Fernández un liberal
de izquierda que tiene a Bob Dylan como ideólogo.
Sobre qué fundamento se puede sostener que
exista el peronismo luego de semejantes personajes y sus desaguisados? Ninguno.
Sostener que aún existe el peronismo no tiene
ningún fundamento no en la historia reciente del peronismo ni en la naturaleza
de la cosa. Es solo una manifestación de deseos de buenos peronistas que tienen
la esperanza que el peronismo renazca de sus cenizas. Obviamente que respetamos
esta opinión aunque no la compartimos.
Yo soy el primer dolorido de esta triste
verdad: el peronismo dejó de existir hace mucho tiempo.
(*) arkegueta
buela.alberto@gmail.com