Alberto Buela
Argentina ha tenido y tiene muchos profesores
de filosofía, demasiados para mi gusto, algunos “maestros” como Coriolano
Alberini, Diego Pró, Eugenio Pucciarelli, Alberto Caturelli, Celina Lértora y
algunos otros, pero muy pocos filósofos entre los que se destacan el bonaerense
Luis Guerrero (1899-1957) y el cordobés Saúl Taborda (1895-1944), y sobre estos
dos me quiero detener en un punto: su relación con el Facundo: civilización y barbarie de Sarmiento de 1835.
Los dos guardaron siempre una muy buena
relación de amistad desde la época de estudiantes en la Universidad de La Plata
donde uno terminaba el bachillerato y el otro la carrera de abogacía. Diez años
más tarde los encontramos estudiando filosofía en Maburgo, donde Taborda le
prestó cien dólares para que Guerrero siga sobreviviendo hasta que llegara su
mamá. Años más tarde el bonaerense es el primero en adherir al Fanoe (Frente de
afirmación del nuevo orden espiritual) creado por Taborda.
Los dos nacen como anarquistas y terminan;
Guerrero como un progresista ilustrado y Taborda como un tradicionalista
hispánico.
Guerrero lo hace a través de una conferencia Tres temas de filosofía en las entrañas del
Facundo (1945) y Taborda en un artículo Meditación
de Barranca Yaco (1935) en la revista Facundo:
crítica y polémica.
Guerrero fue el primer doctor en filosofía en
Europa. Lo hizo en 1925 en la Universidad de Zurich, ciudad de la que era
oriunda la familia de su mamá, y con ella viajó, quedándose cinco años en
Europa hasta que regresó en 1928.
Fue el primero entre nosotros en valorar a Heidegger
que en 1927 había publicado Ser y tiempo y
en una carta a Astrada le dice “debe
comprar inmediatamente esta obra y leerla. Es la más brillante constelación del
firmamento filosófico contemporáneo.”
Su monumental obra Estética operatoria en tres volúmenes lo ubica como el primer
filósofo que en castellano construye un sistema de estética.
Bueno, todo esto para dar a entender que
nosotros valoramos a Guerrero como filósofo y buen profesor pero en el análisis
de su Facundo nos parece que erró el
vizcachazo.
Va a sostener que los tres temas del Facundo son; el paisaje, el personaje y
la prospectiva o visión del futuro.
En realidad al paisaje y sus arquetipos
Sarmiento le dedica muy poco espacio, solo los tres primeros capítulos, que por
otra parte son lo mejor de la obra en tanto que primera producción genuinamente
criolla. Es más a sus arquetipos (el rastreador, el baqueano, el gaucho malo y
el cantor), la parte más lograda de toda la obra, les dedica solo una decena
hojas.
Llama la atención que siendo Guerrero nieto de
un baqueano de Pacheco no diga una palabra ni le nazca un comentario sobre
estos personajes. Solo se anima a decir, citando a Sarmiento, que el desierto
no es una sustancia vacía sino que es una sustancia histórica y social llenada
por la barbarie.
En cuanto al segundo tema, el personaje, que ocupa
la mayor parte del libro (cap. V al XIII) no dice nada que no haya dicho
Sarmiento. Se ocupa más bien del romanticismo del sanjuanino y trae en su
auxilio a G. Vico y su interpretación de Homero.
El comentario sobre el tercer tema: la visión
del futuro a través de los males del presente va a sostener que Sarmiento se
adelanta al pensamiento de su época con chispazos de genio que vislumbra nuevos
horizontes para la ciencia, el arte o la filosofía. [1] Una verdadera exageración
sin fundamento. Y la solución que propone es sustituir los postulados
iluministas de Mayo y los románticos de la generación del 37, por la tarea de
realizar la libertad en un sistema de instituciones democráticas.[2]
Y acá termina la conferencia de Guerrero cuyo
aporte es nulo. Es una conferencia inobjetable porque no tiene objeto pues no
podemos entender las razones que lo llevaron a semejante dislate. Todo esto
explica el por qué Agoglia, escritor de lo obvio en la filosofía argentina, le
dedicó a esta magra conferencia casi treinta páginas.
En cuanto a Taborda, comienza éste su trabajo Meditación de Barranca Yaco (1935) afirmando
“Un siglo y un crimen. Cien años y la
muerte de Facundo. ¿Qué significación tiene hoy, al cabo de un siglo, la
tragedia de Barranca Yaco?
Representó el avasallamiento de las autonomías
provinciales por la absorción centralista de Buenos Aires. Además, Facundo era un parapeto a la
colonización cultural por parte de Europa (Inglaterra y Francia), que una vez
caído Rosas se profundizó al máximo. “Falta
que concluyamos de negarnos, despreciando en todo lo que tiene sello de
castellano, lo profundamente castellano que tenemos en la sangre… ¿cómo hacer
para negarnos del todo? Reducid al salvaje, responde la cultura señalando al
caudillo”[3]
Facundo es el tipo representativo del espíritu
comunal “precioso don castellano”. Y
fue esta estirpe a la que pertenecemos por derecho propio la creadora de la
libertad europea. La comuna y el caudillo son la síntesis perfecta entre el
individuo y el medio ambiente, y el mundo circundante.
Taborda sostiene que la voluntad de Mayo de
1810 nos ubica en la historia del mundo como república pero esta voluntad no
fue posible si no hubiera existido antes una comunidad política que la
sustentara expresada en el comunalismo de los caudillos. Mayo no fue ni debe
ser interpretado como un borrón y cuenta nueva con lo vivido durante tres
siglos. No es un comienzo de cero, sino que esa voluntad por existir en forma
independiente la forjaron los caudillos de cada región del país. “En lo que hace a nosotros fueron los
caudillos, si los caudillos, esos magníficos ejemplares humanos retoñados en
raigón castellano en tierra americana, los auténticos portadores de la voluntad
de Mayo” (Op. cit. p. 19).
El escritor chileno Benjamín Vicuña Mackenna
cruzó la Argentina de Buenos Aires a Santiago en la década de 1850 y se asombró
del trato libre e igualitario de los gauchos que lo acompañaron y de los que
encontraron en la larga travesía. Al empleador no lo llama “señor o patrón”
sino “el hombre” y lo compara con la sumisión del cholo chileno hacia sus
patrones.
Desde hace un siglo, se queja Taborda, arrastramos
una vida falsificada en todos los órdenes. Y en un artículo publicado en la
revista Nosotros, 2da época, I, 4, pp. 401-403 titulado Qué es la civilización argentina se responde: “Hemos edificado nuestra vida con elementos prestados, desdeñando todo
lo genuinamente nuestro, todo lo que llamo genio facúndico… hemos cercenado
nuestra historia colocando una fecha- 1810- como el hito de una zona no
presentada como una continuidad sino como una negación de todo lo anterior y
con ello sacrificamos nuestra idiosincrasia existencial en el insano empeño de
asumir una fisonomía copiada. Hemos cedido lo esencial por una copia”.
Conclusión
Apelo en auxilio de mí conclusión a Leopoldo
Lugones el escritor y literato más criollo que hemos tenido. Nadie supo ni sabe
más que el autor de El Payador (1916) sobre
nuestro mundo nativo y gaucho.
Una digresión. Cuando me enteré a través de mi
editor Eugenio Gómez Mier que se iban a editar las obras de Lugones y el
escritor Pedro Barcia sería el prologuista de todas, lo llamé al entrerriano
Barcia para pedirle que me dejara escribir la correspondiente a Romances de Río Seco porque nada mejor
que cuña del mismo palo. El me respondió que no, que él también era criollo y
que sabría hacerlo. Publicada la obra de Lugones, Barcia no hizo un solo
comentario sobre la partida de taba entre el cura y el ventajero. No supo decir
que cuando la taba está cargada la única solución es tirarla de vuelta y media
– como explica Lugones que hizo el cura- pues si se tira de roldana siempre cae
culo.
Lugones en su Historia de Sarmiento afirma “Tratábase
al principio de un panfleto” y el mismo Sarmiento lo reconoce en carta al
general Paz, que su libro está compuesto de “mentiras a designio contra Rosas”. Si serán graves e infundadas
estas mentiras y denigraciones que aseveró “su
madre (la de Rosas) de carácter duro,
tétrico, se ha hecho servir de rodillas hasta estos últimos años” (Op.cit. p.
246).
El Facundo
es un brulote que se fue puliendo a través de las distintas ediciones hasta
conformar un libro pero su contenido es en un noventa por ciento falso de toda
falsedad. En mi criterio son rescatables dos aspectos: a) el comienzo: ¡Sombra terrible de Facundo voy a evocarte,
para que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a
explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las
entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto: ¡revélanoslo!
Con esto Sarmiento reconoce, implícitamente,
que es el genio nativo y gaucho que forma la vida secreta del pueblo argentino.
No le va a preguntar a Europa que le explique las convulsiones internas que
desgarran las entrañas de nuestro pueblo, se lo pregunta a Facundo Quiroga. Porque
Sarmiento es criollo, pero con un entendimiento torcido, y entonces, su
respuesta va a ser “no hay que economizar
sangre de gauchos… nuestro dilema es civilización o barbarie… el mal que aqueja
a la Argentina es su extensión… en nuestro país conviven dos civilizaciones la
del siglo XII y la del siglo XVIII, la primera tiene que desaparecer para que
podamos progresar, etc. Etc.” Y estas no son solo frases hechas que se
repiten como una monserga liberal e ilustrada sino que es la síntesis abreviada
del programa político de Sarmiento.
b) el otro aspecto rescatable es la descripción
de los personajes (el rastreador, el baqueano, el gaucho malo y el cantor) que
el sanjuanino lo hace magníficamente. Y lo puede hacer porque él mismo forma
parte sustantiva de ese mundo. Esto es genuino, acá no hay imitación, los
europeos no lo pueden ayudar. Por eso a mí me ha dado una gran pena la menguada
conferencia de Guerrero, pero me alegró la enjundia de Taborda y la sutileza de
Lugones.
Lugones dice que Sarmiento es el primer
escritor argentino y tiene razón. No es que antes no haya habido varios, pero
él es el primero que se plantea el tema nacional desde el marco de referencia
de la república argentina. Todo su programa de educación es para educar
ciudadanos y no para educar al hombre. Y esta es la diferencia con la pedagogía
propuesta por Saúl Taborda que busca educar al hombre el comunidad, en ese
mundo de valores y vivencias anteriores Mayo y que permitieron Mayo.
Qué dos buenos filósofos argentinos, se ocupen
de Facundo, que Sarmiento le pregunte a Facundo y que Lugones se ocupe del
intrincado mundo Facundo-Sarmiento, nos muestra a las claras que es un tema
fundante en la construcción de un pensamiento nacional genuino.
[1] Guerrero, Luis: Tres temas…, ed.
Docencia, Buenos Aires, 1975, p. 60
[2] Op.cit, ut supra, p.67
[3] Taborda, Saúl: Facundo,
crítica y polémica, Ed. Perrot, Buenos Aires, 1959, p. 17