En el marco del
programa televisivo «Claves para un Mundo Mejor», que se emite por canal 9,
Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata, se refirió a las próximas
elecciones.
(Aica/InfoCatólica)
23-7-21
«Se va acelerando
el tiempo de las elecciones», advirtió el prelado y expresó que las mismas «son
como el festival de la casta política, porque para ellos es importantísimo, no
porque piensen cuál es el servicio que nos van a brindar, sino porque hay que conseguir
un lugar en las listas».
Tras considerar
que es un mal ejemplo que los legisladores se aumentaran el sueldo un 40%
lamentó que tengamos que «votar una lista de gente que no conocemos» y
reconoció que siempre ha sido así. «Podemos conocer quizás a uno, dos o tres
pero a la mayoría no los conocemos y tenemos que votarlos. A mí me parece que
aquí hay una falla, hay algo que no funciona y nos hemos acostumbrado, los
políticos nos han acostumbrado, a este sistema donde votamos cada dos años y
para ellos lo importante es conseguir un lugar en las listas, pero las cosas no
mejoran en el país sino que, al contrario, van empeorando».
«El voto es
obligatorio y tenemos que ir a votar obligatoriamente a esas listas de gente
que no conocemos. Por eso digo que aquí hay algo que no funciona: o nos dan a
conocer mejor las cosas, o tenemos alguna participación en la confección de las
listas o bien no nos obliguen a votar y que vaya la gente que quiera. Me parece
que eso ayudaría a que hubiera mayor responsabilidad respecto del bien común,
de la suerte de la Nación, porque si no, este ejercicio electoral está como
tragándose lo que es la dimensión política de una sociedad», señaló monseñor
Aguer.
«La democracia no
es solamente ir a elecciones, que tienen ciertamente un papel importante en el
sistema democrático, pero si esas elecciones repetidas van a hacer añicos la
tradición republicana -como vemos que a veces ocurre- donde se critica a los
jueces, a la Corte Suprema, y no se salva nadie. Pero ¿y ellos? Es la casta política
la que decide qué hay que hacer, qué hay que decir y quiénes sí y quiénes no.
Eso no puede ser», insistió.
Por otra parte,
consideró que la participación «tendría que ser también mucho más clara.
Tendría que hacerse notar yendo a votar o no yendo a votar. Es obligatorio y si
no voy me ponen una multa. Y si hubiera una multa pagaré la multa. Pero hay que
hacer notar que esto así no puede seguir, y lo digo con el mayor espíritu de
respeto por todos porque no quiero generalizar, porque la función política es
algo muy noble y para un cristiano es algo que tiene que ver con la dimensión
cristiana de la vida y con la santidad. Y los políticos tendrían que enterarse
de esto».
«Estamos en un
país laico, dicen, pero en realidad estamos en un país ateo, y el gobierno está
aplicando cosas que son típicas del ateísmo, donde parece que la religión no
tiene nada que ver con la vida social. El Concilio Vaticano II decía algo muy
distinto, pues explicaba que ante cada situación el cristiano tiene un papel y
que la vida social no puede prescindir de la dimensión religiosa. Hay, sin
duda, una fuerte raigambre religiosa en el pueblo argentino pero eso es
taponado por la política».
Y concluyó
proponiendo pensar «qué podemos hacer para que esto cambie, como les dije, haciendo
u omitiendo, porque no podemos dejar que la cosa siga así».