miércoles, 6 de octubre de 2021

LAS CONTRADICCIONES DEL ESTADO

 


Carina Cabo


Doctora en Ciencias de la Educación (Universidad Nacional de Rosario)


Infobae, 6 de Octubre de 2021

 

En estos días, L-Gante fue designado “Visitante distinguido” por el Concejo Municipal de Rosario, en medio de un gran debate. Quienes promovían la distinción sostuvieron que “estos pibes nacieron en tiempos de hambre, desocupación y exclusión”, que “hay que agradecer al cielo que en vez de agarrar un arma se pongan a hacer música” y que el artista es un referente positivo, porque nació con carencias y logró triunfar en el mundo musical. A su vez, la concejal que defendía dicha distinción planteó que el proyecto surgió del Laboratorio de Hip Hop, donde jóvenes de distintos barrios encuentran en ese género, tanto como en los grafiti, el rap y el break, una herramienta para expresar lo que viven y sueñan.

 

Nadie duda que L- Gante es un referente en los barrios, pero me pregunto: ¿es la música que queremos que repliquen nuestros jóvenes? Sus letras denuncian la falta de políticas del Estado, pero es el mismo Estado que lo premia y lo distingue. A su vez, valoraron que el cantante diseñó una canción con el abecedario que los militantes y referentes lo habían usado para apoyo pedagógico en los barrios. Sin embargo, es el mismo partido que adhiere a posturas ideológicas críticas que contradicen y reprochan esa mirada memorística. Paulo Freire, un destacado educador latinoamericano, que sirve de sustento para sus prácticas barriales, señaló hace ya más de 40 años, que este tipo de enseñanza es mecánica y no ayuda a la concientización del sujeto respecto de su lugar en el mundo.

 

 

Por otro lado, los concejales que se opusieron señalaron que no estaban en contra del género musical al cual L-Gante pertenece, sino que consideraban que su trayectoria es corta y que se está desnaturalizando el concepto de la distinción del Concejo, el cual tiene que enfocarse en los temas de las urgencias de la gente. Daniela León, una de las legisladoras, fue más lejos y planteó que, “en tiempos de defensa y promoción de los derechos de las mujeres, bregamos por la eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer y creemos sin parpadeos que las letras de L-Gante ejercen violencia simbólica contra las niñas y jóvenes”.

 

Claramente, Elian Ángel Valenzuela es un cantante reconocido en las adolescencias y no sólo de los sectores más populares, pero es necesario, tal como dice Foucault, servirse de la práctica política como de un catalizador de pensamiento y de análisis, como de un multiplicador de las formas y de los espacios de intervención de la acción política. Por ello, en este sentido, los legisladores rosarinos, especialmente quienes lo promovían, deberían haber analizado las canciones que proclaman la misoginia, la violencia de género, la apología de la droga y del delito. Basta analizar algunas letras para notar que refiere a la mujer con una mirada machista señalándola como gata, perra, entre otras reseñas. Asimismo, algunas canciones señalan: “el humo que fumo, me siento el número uno”; “fumo, vuelo como un parapente”; “la mente cada vez más loca, enrolándome un churro” o “con el chumbo en la cintura”, entre otras frases significativas, las cuales son representativas de la ausencia del Estado.

 

Sumado a esto, el fin de semana pasado, el artista y su familia se reunieron con el Presidente de la Nación y su esposa, reclamando políticas de trabajo en vez de planes de gobierno, llevando la voz de muchos que no pueden expresarse y reclamando, una vez más, políticas públicas en favor de los más vulnerados.

 

Sin lugar a dudas, este género surge como una expresión musical que rompe con el consenso cultural, que no se escucha en los templos de la música, y por eso es más valorable, pero me pregunto si esa es la cultura que queremos que se reproduzca entre los jóvenes, si queremos que este artista sea portavoz de las juventudes más vulneradas. Si bien el cantante construye una estética vinculada a los pobres, a sus vidas, a su trabajo, al sexo y las adicciones, lejos de esconderla, hay que mostrarla, sin lugar a dudas, pero en pos de nuevas políticas de Estado que los incluyan y los valoricen.

 

Tal como dice Castoriadis, las creaciones son maravillosas como monstruosas, a lo cual agrego que la crítica no es por su estética ni por quienes representa, sino por su gramática, por lo que dicen, sus letras que deberían “hacernos ruido” a quienes tenemos responsabilidades por sobre los jóvenes, las generaciones adultas, pero sobre todo, a los funcionarios del Estado.

 

No permitamos que los referentes de los adolescentes sean usados en pos de una campaña que quiere mostrar que se los visibiliza cuando, en realidad, se los sigue usando para reproducir el mismo sistema que los oprime.