sábado, 2 de octubre de 2021

ORIENTACIÓN PARA LAS ELECCIONES


En vísperas de una elección nacional, en un momento de grave peligro para las instituciones y el futuro de la nación, conviene meditar en las normas doctrinarias y recomendaciones prácticas de los pastores de nuestra Iglesia que pueden ayudarnos a decidir nuestro voto.

Hemos seleccionado fragmentos de tres documentos, que iluminan los dilemas que se presentan habitualmente en el orden político.



CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 

      

11-octubre 1992

TERCERA PARTE – CAPÍTULO SEGUNDO

 

-Los ciudadanos deben cuanto sea posible, tomar parte activa en la vida pública (1915)

-La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos – el ejercicio del derecho al voto, la defensa del país. (2240)

-El ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando son contrarias a las exigencias del orden moral o a las enseñanzas del Evangelio (2242)

La resistencia a la opresión de quienes gobiernan no podrá recurrir legítimamente a las armas, sino cuando se reúnan las condiciones siguientes:

En caso de violaciones ciertas, graves y prolongadas de los derechos fundamentales

Después de haber agotado todos los otros recursos

Sin provocar desórdenes peores

Que haya esperanza fundada de éxito

Si es imposible prever razonablemente soluciones mejores (2243)


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Reglas para elegir entre los candidatos. Asamblea de Cardenales y Arzobispos de Francia. 1935

 

En cuanto al elector, debe votar por la mejor lista o por la menos mala, es decir, por aquella que contiene la mayor cantidad de candidatos buenos o, si no los hay, de los que sacrifiquen menos elementos esenciales para la vida del país.

Votar por un candidato menos malo, no es cooperar a un mal, es procurar un bien.


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Normas de San Pío X para los católicos españoles


Sobre la participación en política 

20 de Abril de 1911

 

2.° La existencia de los partidos políticos es en sí misma lícita y honesta en cuanto sus doctrinas y sus actos no se oponen á la Religión y á la moral;


3.° A nadie es lícito acusar ó combatir como católicos no verdaderos ó no buenos á los que por motivo legítimo y con recto fin, sin abandonar nunca la defensa de los principios de la Iglesia, quieren pertenecer y pertenecen á los partidos políticos hasta ahora existentes en España.


4.° Para evitar mejor cualquier idea inexacta en el uso y aplicación de la palabra «liberalismo», téngase siempre presente la doctrina de León XIII en la Encíclica Libertas, del 20 de Junio de 1888, á saber: que la Iglesia al condenar el liberalismo no ha intentado condenar todos y cada uno de los partidos políticos que por ventura se llaman liberales.


5.° La abstención y oposición a priori son inconciliables con el amor á la Religión y á la Patria.


10. Habiendo demostrado la experiencia cuánta dificultad hay siempre en obtener uniones «habituales» entre los católicos de España, es necesario é indispensable que el acuerdo se haga á lo menos «per modum actus transeuntis», siempre que los intereses de la Religión y de la Patria exijan una acción común, especialmente «ante cualquier amenaza de atentado en daño de la Iglesia.» Adherirse prontamente á tal unión ó acción práctica común, es deber imprescindible de todo católico, sea cual fuere el partido político á que pertenece.


11. En las elecciones todos los buenos católicos están obligados á apoyar no sólo á sus propios candidatos, cuando las circunstancias permitan presentarlos, sino también, cuando esto no sea oportuno, á todos los demás que ofrezcan garantías para el bien de la Religión y de la Patria, á fin de que salga elegido el mayor número posible de personas dignas. Cooperar con la propia conducta ó con la propia abstención á la ruina del orden social, con la esperanza de que nazca de tal catástrofe una condición de cosas mejor, sería actitud reprobable que, por sus fatales efectos, se reduciría casi á traición para con la Religión y con la Patria.