diez fraudes
millonarios con supuestas víctimas de la represión de la década del ‘70
El periodista José
D’Angelo presentará hoy “La estafa con los desaparecidos. Mentiras y millones”.
Allí describe en detalle casos de supuestas víctimas de la última dictadura
militar y la falta de transparencia en el pago de indemnizaciones
Infobae, 25 de
Noviembre de 2021
“El Pato”, Oscar
Jesús Garavaglia, cerró su mochila y se la puso al hombro, tomó su caja de
pescar y su caña, se despidió de su madre y salió sin hacer ruido de la casa
adonde vivía con sus padres y hermanos, en la tranquila ciudad de San Rafael,
240 kilómetros al sur de la ciudad de Mendoza, capital de la provincia del
mismo nombre.
Era el jueves 5 de
enero de 1979, alrededor de las cinco de la mañana. Estaba clareando un lindo
día y Nieves, su madre, se quedó mirando cómo se alejaba.
Caminó unas pocas
cuadras hasta donde ya lo esperaban sus amigos: Julio Pérez Sierra, su “mejor
amigo”, Horacio Nardoni, Alejandro Vidalled y Alfredo Alonso Decarre. De allí,
fueron todos juntos en dos autos hasta la terminal de ómnibus de San Rafael y
tomaron un micro hasta El Nihuil, un pequeño pueblo veraniego, a orillas del
embalse del río Atuel, a sesenta kilómetros de San Rafael por la ruta provincial
173; hora y media de viaje.
El grupo de
amigos, todos de entre 17 o 18 años, se iba de campamento al Club de Pescadores
de El Nihuil, a orillas del lago artificial del embalse del río Atuel, y
aprovecharían esos días para hacer vida al aire libre e ir a cazar piches, o
quirquinchos, en la zona.
Atanasio Pérez
Confetti, el padre de Julio Pérez Sierra, les serviría de apoyo desde su casa
de fin de semana en cercanías del lago, pero, además, cuando se decidieran a ir
a cazar con su camioneta Rastrojero los llevaría unos 70 kilómetros más al sur
hasta las primeras estribaciones del Cerro Nevado, en una zona conocida como
Trintrica adonde abundan los piches.
En total, iban a
estar de campamento alrededor de una semana, o diez días, dependiendo del tiempo.
**********
Los primeros días
de la excursión fueron tranquilos y soleados y los amigos aprovecharon para
divertirse en el embalse. Oscar se comunicó con su casa por teléfono, y también
a través de conocidos que fueron desde El Nihuil a San Rafael, avisando que
estaba bien, que estaban provistos de todo, que no tenían problemas.
El martes 10 de
enero, a cinco días de haber llegado, Alfredo Alonso Decarre abandona el grupo
y se vuelve a San Rafael. Había tenido un accidente; se había golpeado jugando
con una “maroma”, un juego “de campo” que consiste en esquivar una cuerda
gruesa de cáñamo que se hace girar con fuerza y velocidad, y decidió volverse
ya que su lesión en la mandíbula había sido, al parecer, bastante grave y había
comprometido varios dientes. Mas tarde contaría que Oscar quiso acompañarlo de
vuelta a San Rafael y que entre todos los amigos, lo disuadieron.
Dos días después,
el 12 a la mañana, en la versión que se conoció, Garavaglia, Nardoni, Vidalled
y los Pérez, padre e hijo, decidieron, finalmente, salir al campo a cazar.
Se trasladarían en
la Rastrojero de Pérez Confetti, por la ruta provincial 180, de tierra y ripio,
entonces y ahora, hacia el sur. Irían en dirección al Cerro Nevado y, a la
altura del Cerro Trintrica a unos cincuenta kilómetros del campamento en el
Embalse Nihuil, dedicarían varias horas a la caza de piches. ¿De qué manera?
La camioneta sería
el punto de referencia, sobre la ruta, y los amigos se dividirían en dos
“equipos” de dos, a izquierda y derecha del camino: Oscar Garavaglia y
Alejandro Vidalled al oeste, del lado del Trintrica y Horacio Nardoni y Julio
Pérez Sierra, al este, del lado del Nevado.
Ya en el lugar,
cada uno avanzaría solo, buscando su presa, y después de que la pudiera
capturar y matar debía acercarse hasta la camioneta y dejar el animal en la
caja del vehículo, para volver a la caza. La Rastrojero iba a menor velocidad
que “a paso de hombre” hacia el sur, al ritmo de marcha de los cazadores y, por
supuesto, la competencia consistía en ver quien cazaba más, con el arbitraje de
Pérez Confetti.
Así sucedió
durante algunas horas, siempre según la versión de los amigos de Garavaglia. Se
habían puesto de acuerdo en que, a las ocho de la noche y todavía con luz
natural, “cortaban” y se volvían al Nihuil.
A esa hora fueron
volviendo todos, menos Oscar. Alejandro Vidalled, dijo que lo había visto irse
detrás de un animal y que, cuando volvió a mirar, ya no vio más, pero que no se
preocupó porque, pensó, que en un rato volvía a la camioneta. Pero eso no pasó.
**********
Según contaron
Vidalled, Nardoni, y los Pérez, padre e hijo, lo esperaron en la camioneta,
gritaron su nombre mucho tiempo y preocupados por su desaparición, decidieron
volver al campamento y dar aviso, no a la policía del destacamento del Nihuil,
sino a la familia.
“Oscar salió al
campo con los demás chicos y no volvió. Lo estamos buscando por todas
partes...” – le dijo por teléfono Atanasio Pérez Confetti a Nieves Garavaglia
que estaba en su casa en San Rafael, cuando llamó por teléfono a la familia.
Oscar, padre, y
Nieves apenas se enteraron salieron para El Nihuil, con Susana, la más grande
de las hijas, quien años después contaría: “De inmediato salimos para allá con
mis padres y llegamos dos horas más tarde, a las doce de la noche, en una noche
con luna llena, de mucho frío a pesar que era enero y en la que, realmente no
se veía nada.”
A partir de ese
momento, y en los días sucesivos, se llevó adelante una búsqueda como nadie
recuerda otra igual en San Rafael en la zona adonde, supuestamente, se había
extraviado Oscar.
Y simultáneamente
también, comenzaron las acusaciones de la familia contra “el grupo”, cómo
empezaron a denominar a los cuatro que habían estado hasta el último minuto con
Oscar vivo: Alejandro Vidalled, Horacio Nardoni, Julio Pérez Sierra y su padre,
Atanasio Pérez Confetti.
La exploración en
la zona del Trintrica fue muy exhaustiva por tierra y por aire y llegaron a ser
más de 400 las personas comprometidas en ella: amigos de la familia, vecinos de
San Rafael, baqueanos, puesteros de la zona, la Gendarmería, la policía local,
un helicóptero de la Fuerza Aérea que durante veinte días rastrilló la zona y
un avión del aeroclub de San Rafael… No se encontró nada.
Los Garavaglia
nunca perdonarían que los amigos de Oscar, “el grupo” … “a los tres días se
volvieron a San Rafael”.
La intensidad y
magnitud de la búsqueda, con el correr de los días sin resultados, fue
disminuyendo. Jamás encontraron nada, ni el más mínimo indicio que los guiara
para dar con el paradero de Oscar, vivo o muerto.
Y entonces comenzó
el tiempo de la acusación judicial contra los integrantes de “el grupo”.
**********
A la inocultable
circunstancia de que fueron los últimos en ver con vida a Oscar se fueron
sumando evidencias que, para la familia, acentuaban las sospechas.
“Oscar era un gran
maratonista en el colegio, tenía una gran resistencia física y se había criado
en una finca, sabía de campo, sabía orientarse, sabía cuál era el Cerro Nevado,
adonde estaba, o sea, no se podía perder… Era un chico inteligente, despierto,
vivaz…”, sostenía, y sostiene, su hermana Susana y agrega que, por las
características del lugar adonde dicen que se perdió y con luz del día, no se
entiende que “lo hayan perdido de vista”: la zona es absolutamente plana y la
vegetación no supera nunca el medio metro.
El episodio que,
al principio, sembró más dudas fue que a Hada Lucía Navarro Carrasco de
Nardoni, madre de Horacio Nardoni, en los primeros días de la búsqueda en el
campo, se le encontró colgada una cruz con una cadenita que pertenecía a Oscar.
Eso desató un escándalo en el lugar y ella se defendió diciendo que se la había
dado otra de las hermanas de Oscar, quién lo negaría rotundamente horas
después.
Y también, en esos
caóticos y agitados días, se enterarían que la señora poseía los documentos de
Oscar, lo que pretendió justificar diciendo que ella ayudó a su hijo y sus
amigos a recoger las pertenencias de “El Pato” en el campamento del Club de
Pescadores de El Nihuil, cuando este ya se había “perdido”. Todo arrancaba mal.
El matrimonio
Garavaglia hizo la denuncia en la comisaría de El Nihuil al día siguiente de la
desaparición de Oscar, pero sus amigos recién irían a aportar datos dos días
más tarde “con un mismo abogado y con declaraciones calcadas”, explicaron las
hermanas de Garavaglia.
La policía dio
intervención a la justicia y esta no la hizo. La justicia no hizo justicia.
El primer Juez de
la causa fue el Dr. Carlos Bernaldo de Quiroz.
La sucesión de
innumerables omisiones e impericias cometidas a lo largo de casi dos décadas
fue de tal magnitud que, además de materializar la denegación de justicia para
la familia de Garavaglia, convirtió al caso en uno de los más renombrados y
estudiados en los ámbitos jurídicos de la provincia y, aún, del país, en lo
referente a la demora en los procesos judiciales penales.
Una tesis doctoral
presentada como trabajo final de graduación en la carrera de Abogacía de la
Universidad Siglo 21, titulada “La responsabilidad civil del Estado en la
dilación indebida de los procesos judiciales penales” nos detalla, año a año,
lo sucedido con la Causa N° 94.643, caratulada: “F. p/Averiguación desaparición
de Oscar Ramón Jesús Garavaglia”.
Abril de 1979:
después de cuatro meses de la desaparición y recabadas algunas pruebas
testimoniales, surgieron varias contradicciones entre los jóvenes que
estuvieron con Oscar momentos antes de su desaparición, lo cual suponía la
existencia de un delito. No se realizó ninguna imputación. No se impuso ninguna
prisión preventiva y no se adoptó ninguna medida cautelar.
Octubre de 1979:
ante la inactividad del Juez de Quiroz, el padre de Oscar realizó sin frutos
múltiples reclamos ante la justicia, razón por la cual la familia del joven
desaparecido, decidió recusarlo “por actuar de manera negligente, incurriendo
en parcialidad y cometiendo demoras injustificadas”.
Agosto de 1980:
recién diez meses después del pedido de recusación, el fiscal de instrucción
recepcionó algunas declaraciones testimoniales que no habían sido tomadas
antes, pero de esos testimonios no se obtuvo ningún indicio de nada.
Año 1983: durante
este año, el Juez de Quiroz que mantenía la caratula de “Averiguación de
Paradero” y el secreto de sumario, seguía sin lograr ningún avance
significativo en la causa.
Una de las medidas
que sí tomo el magistrado - la gota que colmó el vaso de la paciencia de la
familia - fue la contratación del parapsicólogo “experto en ovnis”, Fabio Zerpa,
ya que se manejó la hipótesis de que el joven hubiera sido abducido por un
objeto volador no identificado.
De Quiroz fue
apartado de la causa luego de cinco años de iniciada a fines de 1983 y lo
reemplazó el Dr. Domingo Mauricio.
1986: Recién en 1986,
once años y cuatro meses después de la desaparición de Oscar, se llevó adelante
la “reconstrucción del hecho” y sobre el final de ese año, recién se imputó a
quienes acompañaban a Oscar el último día, a los que se sumó la madre de
Horacio Nardoni. Todos fueron citados a prestar declaración indagatoria.
Pero nada se pudo
averiguar sobre el o los culpables de la desaparición y tampoco sobre el
destino del cuerpo. Todos siguieron procesados y la causa bajo secreto de
sumario.
1989: Se hace
cargo de la causa el Juez José Luis Martino y fallece Horacio Nardoni, uno de
los amigos de Oscar, durante un asalto que sufre en su vivienda en San Luis.
1992: Fallece otro
de los imputados, Anastasio Pérez Confetti, padre de Julio Pérez Sierra, a
causa de un infarto y la causa sigue sin novedades. Antes, en enero de ese año,
el Juez Martino había ordenado “levantarle” el patio de la casa, buscando
encontrar el cuerpo de Garavaglia, porque se enteró que habían hecho
movimientos de tierra en la vivienda. Nada se encontró.
1993: En agosto,
Oscar Garavaglia, padre, solicitó a la Justicia que se levante el secreto de
sumario y se autorice el préstamo del expediente a su abogado. Su petición fue
rechazada. Habían transcurrido catorce años desde la desaparición de Oscar.
1994: En octubre
reitera la petición de préstamo del expediente que sigue en “secreto de
sumario” y vuelven a rechazar su pedido.
1997: En abril de
este año, finalmente y luego de dieciocho años y tres meses de ausencia de
Oscar Jesús Garavaglia, se levantó el secreto de sumario.
1998: En marzo de
1998, Oscar Raúl Garavaglia y Marta Nieves Santos, su mujer, inician demanda
por daños y perjuicios contra el Estado provincial.
A mediados de
abril de 1998, el Juez Martino ordena la detención de Julio Pérez Sierra y
Daniel Vidalled, por el delito de homicidio, y de Hada de Nardoni por el de
encubrimiento.
Aquellas
detenciones conmocionaron San Rafael. “Después de 19 años, 3 detenidos por el
caso Garavaglia” titularon los diarios. Sin embargo, nada pasó. Los acusados
estuvieron detenidos, pero no se les pudo comprobar ninguna participación. Los
tres se aferraron a lo que habían dicho en 1979 y quedaron libres.
1999: En este año
se dicta, en San Rafael, el sobreseimiento definitivo de los imputados. La
Justicia no pudo, en veinte años, determinar quien o quiénes eran los
responsables de la desaparición de Oscar Garavaglia.
El viernes 19 de
marzo de 2004, otra noticia convulsionó a San Rafael. A 25 años de la
desaparición de Oscar, una mujer de nombre Carmen -quien creía que estaba a
punto de morir- le dijo a su hija que un puestero de la zona del Cerro Nevado
llamado Nolasco González le había confesado que Garavaglia había sido asesinado
y enterrado. La hija de Carmen dio a conocer la versión de su madre y el
comentario llegó a la policía.
Durante días se
excavó en la zona donde estaría el cuerpo, pero otra vez no hubo buenas
noticias para los Garavaglia. Los huesos allí, en el medio del campo,
pertenecían a “indígenas”, se anunció.
Esa fue, quizás,
la última luz de esperanza que se apagó para la familia de Oscar. Después que
la Justicia investigó muy mal y durante dos décadas, el caso estaba
definitivamente cerrado y los acusados, algunos ya fallecidos, todos
sobreseídos.
El abogado de la
familia Garavaglia, Gustavo Guarino, sostuvo que la causa había tenido un
sinnúmero de vicios procesales que, terminaron conformando una real denegación
de justicia, fruto de una verdadera dejadez para investigar el hecho.
El letrado señaló
que el peor vicio del procedimiento fue que a partir de noviembre de 1986,
cuando los sospechosos fueron imputados, nunca se dispusieron órdenes de
detención ni la indagatoria; y se tardó siete años para dictar las imputaciones,
pese a que había elementos para hacerlo antes.
El interés
lesionado de la parte actora, que eran los padres de Oscar, consistió en la
incertidumbre de no saber si su hijo está vivo o muerto, ni los motivos o
responsabilidades de su desaparición. El interés lesionado de los imputados,
“el grupo”, consistió en la vulneración del derecho a obtener un
pronunciamiento en un lapso prudencial de tiempo, lo que los mantuvo en
situación de recelo y en calidad de procesados por más de veinte años, y su
consecuente eternización al sometimiento de sospechas que recayeron sobre
ellos. Y que continúan.
José D'Angelo ya
escribió "Mentirás tus muertos", en el que ya advertía que las
organizaciones de derechos humanos evocaban la cifra de 30.000 desaparecidos
por cuestiones económicas
José D'Angelo ya
escribió "Mentirás tus muertos", en el que ya advertía que las
organizaciones de derechos humanos evocaban la cifra de 30.000 desaparecidos
por cuestiones económicas
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La familia
Garavaglia, desde el primer día y hasta hoy, afirma en forma unánime que los
responsables de la desaparición de Oscar son las cuatro personas que estuvieron
con él hasta el último día.
Así lo hicieron, y
hacen, saber en cada aniversario del hecho. Si se escribe “Garavaglia + desaparecido”
en el buscador de Google, se ofrecen más de cien artículos periodísticos, a lo
largo de todos estos años, de medios locales, regionales y nacionales adonde
esta certeza familiar es inalterable.
Para Susana,
hermana mayor de Oscar, “en el camping nunca encontramos sangre porque a mi
hermano lo mataron adentro de la carpa. Se lo llevaron el día anterior a
decirnos que se había perdido, envuelto en la carpa y con sus pertenencias”.
Ella, su madre y
sus hermanos -el papá murió en 2018- están convencidos de que Oscar tuvo un
enfrentamiento con uno de los amigos, lo mataron y descartaron su cuerpo
envuelto en una carpa.
“Es una seguridad
que nosotros tenemos: que lo mataron. Que lo mataron el día antes, inclusive
porque hay testigos que los ven cargar combustible el día doce y mi hermano no
iba en el Rastrojero. Y personas que lo identificaban muy bien. Y por otro lado
mi hermano no tenía ningún motivo, ningún motivo, para escaparse de San
Rafael”.
Tal es el
convencimiento familiar que, en el Facebook de Susana hoy puede leerse:
“Hace 42 años que
asesinaron a mi hermano, Oscar J. Garavaglia, con el alegato que se había
perdido en la ruta del cerro Trintica al pie del Nevado. Sí, lo asesinaron,
pudimos saberlo después de una larga y tortuosa investigación. Lo cierto es que
a mi hermano lo sacan el día anterior del club de pescadores de El Nihuil,
envuelto en la carpa que habían alquilado para pasar una semana de camping,
según la madre de uno de los imputados que llevaba la cadena y cruz de mi
hermano, la Sra. de Nardoni. Ella había desarmado la carpa, que a ciencia
ciertas nunca supimos dónde estaba ubicada, lo envolvieron, con su mochila, su
caja de pesca, su caña de pescar, su bolsa de dormir y enseres personales (…)
Es por ello, que jamás encontramos pruebas de sangre. A quien le alquilo la
carpa a la familia Nardoni jamás se la devolvieron y se presentaba a declarar
este hecho y el Juez Actuante no le tomaba la declaración. Al día de hoy queda
uno sólo vivo de los 5 integrantes del grupo (Alejandro Vidalled) (…) Solo
quiero velar y enterrar a mi hermano en su última morada. Ruego a Dios no morir
sin saber la verdad. También deseo que todo San Rafael pida justicia por este
crimen a viva voz…”.
Pero, poco tiempo
después, alguien descubre algo distinto de lo que piensa la familia: no habrían
sido los amigos los responsables de la desaparición de Oscar.
**********
En diciembre de
1984, casi seis años después de la desaparición de Garavaglia, el gobierno de
Raúl Alfonsín da a conocer el Informe CONADEP (Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas) o “Nunca Más”, en donde Oscar Jesús Ramón Garavaglia
no está incluido; no está registrado entre los “desaparecidos por la represión
ilegal del Estado”.
Diez años después
del “Nunca Más”, el 28 de diciembre de 1994, Carlos Menem promulga la “ley
reparatoria” Nro. 24.411, que dispone el pago de una indemnización varias veces
millonarias a los causahabientes de las personas “víctimas de la represión
ilegal”, desaparecidas o muertas. Del alcance de las “leyes reparatorias” se
habla en la Introducción del libro.
Al año de que la
justicia mendocina diera por concluida la investigación sobre el paradero de
Garavaglia sin haber podido hallar a los culpables, en 2000, alguien inicia un
expediente, ante la Subsecretaría de Derechos Humanos en Buenos Aires, para
percibir la indemnización de la Ley Nro. 24.411 por el joven de San Rafael,
como si a éste lo hubieran hecho desaparecer agentes estatales. El expediente recibe
el Nro. 125572/00 y permanece varios años sin resolverse.
En marzo de 2006,
durante el gobierno de Néstor Kirchner, ya con Eduardo Luis Duhalde en la
Secretaría de Derechos Humanos, se publicaría un nuevo listado de “víctimas de
la represión ilegal del Estado” afirmando, en su presentación, que es el
producto de haber “revisado, corregido, ampliado y actualizado” el listado de
la CONADEP de 1984. Oscar Jesús Ramón Garavaglia Santos es incluido, oficial y
públicamente, como un “desaparecido, víctima de la represión ilegal del
Estado”.
En este Informe
público elaborado por la Secretaría de Derechos Humanos, se enlistan siete mil
noventa y ocho (7.098) personas víctimas de “DESAPARICIÓN FORZADA” que es como
manda llamar la ley 24.321 “cuando se hubiere privado a alguien de su libertad
personal y el hecho fuese seguido por la desaparición de la víctima, o si ésta
hubiera sido alojada en lugares clandestinos de detención o privada, bajo
cualquier otra forma, del derecho a la jurisdicción.” La nueva denominación se
estableció para diferenciarla de la “ausencia con presunción de fallecimiento”
contemplada en nuestra normativa.
Pero, llama mucho
la atención que, en este informe del año 2006, hay una veintena de esos casos
en los que solo se consigna “DESAPARICIÓN”, como es en el caso de Garavaglia.
El expediente de
Oscar Garavaglia estuvo demorado 9 años hasta que, súbitamente, se aceleró su
trámite y fue resuelto favorablemente durante la gestión de Eduardo Luis
Duhalde en la Secretaría de Derechos Humanos y Julio Alak en el Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos. El 25 de septiembre de 2009 se resolvió, ordenando
el pago de la indemnización por Oscar Garavaglia.
Duhalde falleció
en 2012 y Alak es, al día de la publicación de este libro, el ministro de Justicia
y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.
Por la
“desaparición” de este joven mendocino el Estado argentino pagó $ 37.004.851
actualizados por inflación a septiembre de 2021, según Liquidación Nro. 36.354
del Ministerio de Economía, a los causahabientes designados en trámite
sucesorio. Este monto, se desconocen las razones, es el doble del promedio de
pagos por esta ley “reparatoria”, que es, aproximadamente $ 18.000.000.
Llamativamente, el
número de documento de identidad del acreedor que figura en la información de
este pago en el Ministerio de Economía y que por la ley “reparatoria”
corresponde al “desaparecido, es el 11.111.111, cuando los documentos de Oscar,
que son conocidos públicamente desde 2006 porque constan en el Informe de la
Secretaría de Derechos Humanos, son: DNI 14.654.329 y Cédula de Identidad
75659.
A lo largo de
veinte años, tres jueces que interrogaron muchas veces a las cuatro personas
que lo vieron con vida por última vez, que conocían el lugar de los hechos
porque vivían allí, que pudieron hacer peritajes, reconstrucción de los hechos,
entre otras cosas, no encontraron a los responsables, ni pudieron determinar
qué había pasado y menos encontrar su cuerpo, pero, aparentemente, la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, sí.
Para autorizar el
pago, esta dependencia debió confeccionar un “legajo individual” de Garavaglia
en donde “deben constar los antecedentes y las pruebas tendientes a acreditar
los extremos previstos por la ley”, según ordena la Reglamentación de la ley
“reparatoria”.
Resulta un
misterio a develar, las pruebas que pudo acumular en ese legajo la Secretaría
de Derechos Humanos para acusar a agentes estatales de la desaparición de Oscar
Garavaglia.
Pero el caso del
joven daría otras sorpresas.
En el año 2015,
nueve años más tarde del informe oficial donde Garavaglia es considerado
“víctima del Estado”, y un mes antes de dejar la presidencia de la Nación,
Cristina Fernández de Kirchner, con Juan Martin Fresneda como Secretario de
Derechos Humanos, presenta un nuevo listado oficial, el tercero, al que se
denomina RUVTE, “Registro unificado de víctimas del terrorismo de Estado”. Y
aquí, desapareció Oscar Garavaglia.
Esto es, la
Secretaría de Derechos Humanos que lo había sumado en 2006 y que había
autorizado su indemnización lo eliminó de sus registros: ya no es más una
víctima de la represión ilegal del Estado.
Susana Garavaglia,
que no cesa en la búsqueda de la verdad, está convencida de que Oscar “no se
fue a ninguna parte, no se fugó como llegaron a decir… Tampoco lo secuestró
nadie. Los culpables fueron los cuatro integrantes que iban con mi hermano.
Nosotros hicimos una investigación privada… Mi hermano no está ni vivo ni
muerto en ese lugar, (Ruta 180, zona cerro Trintica) ni ahogado porque se
deshicieron de él antes. También debo aclarar porque el otro día me sorprendió
mucho que en un libro se dice que mi hermano es un perdido ‘trucho’. Es cierto,
mi hermano no es un desaparecido de la CONADEP… Yo no sé porque está en el
libro de la CONADEP… Mi hermano fue a una cacería con sus amigos y nosotros de
la CONADEP no hemos cobrado nada…”.
**********
El autor de este
libro solicitó, mediante nota dirigida al Ministro de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación, acceder al legajo individual de Oscar Jesús Garavaglia
que debiera obrar en la Secretaría de Derechos Humanos y, al momento de entrar
en imprenta, no obtuvo respuesta alguna.
El acceso a esta
información está vedada a los ciudadanos.
El “caso Garavaglia”
esta denunciado por el autor del libro en sede penal, en el Juzgado Criminal y
Correccional Federal N° 4, en la CABA, cuyo titular es el Dr. Ariel Lijo, desde
el 13 de noviembre de 2019 sin resultados hasta la fecha de publicación de este
libro.