SIETE AÑOS DESPUÉS
Lucía Salinas
Clarín,
8/01/2022
Pasaron siete años desde que el fiscal Alberto Nisman
fue hallado muerto en el baño de su departamento. La justicia avanzó en una
premisa: lo asesinaron. Hay cinco procesados -el técnico informático Diego
Lagomarsino y cuatro custodios-, pero ninguno como autor directo del crimen.
¿Quién o quiénes mataron a Nisman? ¿Por qué lo hicieron? Tras esos
interrogantes principales, otros misterios rodean la causa, que todavía sigue
en plena investigación.
"Nos
encontramos frente a una investigación en la que se ha logrado acreditar prima
facie que Alberto Nisman fue asesinado y que dicho suceso fue directa
consecuencia de la denuncia que formulara el 14 de enero de 2015 como titular
de la Unidad Fiscal de Investigación del atentado terrorista perpetrado contra
la sede de la AMIA". Esas fueron las palabras de la Cámara federal porteña
cuando confirmó el fallo del juez Julián Ercolini.
En una resolución de más de 600 páginas, el juez
explicó que Nisman fue asesinado. Como ninguna de las pericias iniciales eran
concluyentes, se ordenó un estudio interdisciplinario a la Dirección
Criminalística de Gendarmería donde se determinó sin dudas que Nisman murió
durante un homicidio.
El informe sostuvo
que, después de producido el disparo, hubo un tiempo de sobrevida de algunos
minutos. Y que Nisman murió cerca de las 3 de la madrugada del domingo 18 tras
ser asesinado por al menos dos personas que lo ejecutaron en el baño de su
habitación y luego acomodaron el cuerpo.
“Se observaron
distintas lesiones en su cuerpo que según los profesionales de Gendarmería
podrían ser compatibles con las maniobras de reducción de la víctima por parte
de los autores que le causaran su muerte, cuyo objeto era el de asegurar el
resultado fatal”, dice el fallo.
La muerte de
Nisman, según el expediente
La perito de la
Policía Federal llega al departamento de Nisman y escribe “Averiguación de
Suicidio”. Opina que la autopsia va a determinar el mecanismo de muerte.
Un médico de la
Morgue llama a la fiscalía de Fein antes de que esté la autopsia oficial:
“Podría tratarse de un disparo autoprovocado”.
El Dr. Roberto
Godoy, decano del Cuerpo Médico Forense, le escribe a Fein para aclararle que
la información del llamado es incorrecta. La autopsia no pudo determinar si fue
suicidio u homicidio.
Una Junta
Criminalística de la Policía Federal analiza un suicidio frente al espejo, pero
“estiman conveniente la realización de un análisis multidisciplinario”.
Una Junta Médica
del Cuerpo Médico Forense de la Corte determina que no se puede afirmar ni
descartar, con certeza científica, que sea un suicidio o un asesinato.
El juez Ercolini explicó que no lograron dar con los
autores de lo que se calificó como un homicidio agravado. Y sostiene que -junto
a otros motivos-, “la ubicación del arma involucrada en la escena no se hubiese
encontrado por debajo del omóplato izquierdo de la víctima sin la intervención
de terceras personas presentes en el baño”.
Tampoco se
hallaron huellas de Nisman en el arma ni restos de pólvora en las manos de
Nisman.
La justicia no
duda que se trató de un crimen, pero la identidad y el rostro de sus autores
son el primer enigma del caso.
El fiscal Eduardo
Taiano investiga a la ex fiscal Viviana Fein, al juez Manuel De Campo, al
actual ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni, a Román Di Santo (ex jefe
de la Policía Federal), y al comisario mayor Roque Luna, de Delitos Complejos
(PFA), por delitos de acción pública en el manejo de la escena del crimen. Es
decir, del departamento donde se encontró el cuerpo de Nisman.
Lo que está bajo
la lupa es la preservación de la escena tanto el mismo 18 de enero como el día
posterior. Para la fiscalía existen una serie de acciones que, sin dudas,
"alteraron la escena del crimen".
Además, se tienen
en cuenta las llamadas telefónicas de los que están bajo investigación: como
reveló Clarín, Berni se comunicó con
Cristina Kirchner 31 veces tras la muerte del fiscal, y cinco de esos contactos
los tuvo mientras él caminaba libremente por la escena del crimen, donde llegó
a haber más de 60 personas.
Berni había declarado bajo juramento que se había
comunicado con la Presidenta sólo un par de veces.
Esa escena fue
manejada "de manera irregular e irresponsable". El fiscal Taiano se
refirió a la “existencia de gran cantidad de irregularidades”. Por ejemplo, que
la fiscal Fein llegó tres horas después al departamento al que ya habían
ingresado Berni y la Prefectura.
Las imágenes
mostraron a Fein pisando un charco de sangre en el baño y a un policía limpiar
con papel higiénico la sangre en el arma homicida.
El perito Osvaldo Raffo dijo en su momento que los
investigadores que debían preservar la escena del crimen se movieron en el lugar
"como una manada de búfalos".
Para los
investigadores, los funcionarios “actuaron con desprecio total” de la escena
por "el desfile de personas" y “porque hubo elementos no
recolectados: una toalla blanca a los pies de Nisman en el baño, elementos que
fueron movidos y tocados en reiteradas oportunidades” ; “pelos que no fueron
levantados”.
¿Se perdieron
pruebas determinantes para el caso? Fuentes de la causa creen que sí, y eso
podría dejar "casilleros vacíos" en la investigación.
El misterio aquí
es cuánto de esto sucedió por negligencia y cuánto fue planificado para
destruir cualquier indicio que indicara la posibilidad de un homicidio.
El técnico
informático está procesado por “haber prestado una colaboración necesaria en el
hecho, cuando una o más personas -aún no identificadas- ingresaron al
departamento donde residía Nisman, luego de reducirlo, fue trasladado hasta el
baño ubicado en el cuarto principal de la vivienda donde se le habría dado
muerte a través de un disparo en la cabeza ejecutado mediante un arma de fuego
(Bersa calibre 22) registrada a nombre del imputado”.
Desde entonces,
Lagomarsino comenzó a ser vigilado con una tobillera electrónica y custodiado
las 24 horas. En octubre de 2020 le quitaron la tobillera pero mantuvieron las
restricciones de desplazamiento a un radio de 100 kilómetros de su casa. Para
ir más lejos debe pedirle autorización a la justicia.
“Me saqué un peso
tremendo... ¿Un cacho de plástico te hace tanto mal? Sí, es un cartel de
delincuente. Para quien es inocente es tremendo. Lo ven tus hijos, tu mujer, es
una vergüenza porque no tuve nada que ver. Moralmente te destruye, no sé cómo
lo soporté”, le dice Lagomarsino a Clarín hoy, a siete años de la muerte de
Nisman.
Después de muchos
años, Lagomarsino se mudó de su barrio en Martínez -allí mismo vivía un espía
de la SIDE cuando mataron a Nisman- y ahora vive en Punta Chica, la zona de
clubes náuticos de San Fernando. Allí sigue bajo la vigilancia de Prefectura.
“A siete años
seguimos buscando la verdad de lo que pasó. Cada día que pasa es un día más que
buscamos la verdad porque lo que dijeron es falso”, le dice a Clarín. Continúa
sosteniendo su inocencia frente a las acusaciones que pesan sobre él y asegura
que va a querellar “a todos los que dijeron cosas de mí, a todos los que
dijeron que soy un espía”.
En el expediente
hay al menos tres testimonios que aseguran haber conocido a Lagomarsino antes
de la muerte de Nisman y dan indicios acerca de que era un agente de inteligencia.
Lagomarsino sigue
trabajando en seguridad informática. “Fui generando nuevos clientes y las
pericias que estoy haciendo me generan ingreso y me mantienen con la cabeza
ocupada", dice.
Y asegura que
recién en noviembre del año pasado volvió a pisar un supermercado, que redujo
su obsesión por todo lo que se dice sobre él y los detalles de un expediente
que sigue señalándolo como partícipe necesario del asesinato de Nisman.
Su situación se complicó cuando se supo, por una
pericia técnica, que él había buscado el encuentro con Nisman el día en que le
llevó el arma. Lagomarsino había declarado lo contrario. Que Nisman lo había
llamado primero a él.
El misterio sobre
su papel en el homicidio y su relación con el mundo de los espías -un agente de
inteligencia fue quien lo introdujo en el entorno de Nisman y quien le enseñó a
disparar, según contó él mismo- sigue vigente.
Acusados como
coautores del delito de "incumplimiento de los deberes de funcionario
público" y de "encubrimiento agravado", los ex custodios de
Alberto Nisman podrían ser los primeros en ser enviados a juicio oral mientras
continúa parte de la instrucción enfocada en los servicios de inteligencia.
Por su rol y días
de trabajo durante aquel fin de semana de enero de 2015, dos de los cuatro
custodios también fueron procesados como encubridores del homicidio: se trata
de Rubén Benítez y Luis Miño, acusados de no haber "protegido en forma
debida" al entonces fiscal.
Benítez declaró
tres veces y se contradijo en varios puntos. Ninguno de los custodios habló
públicamente sobre lo sucedido aquel fin de semana.
Ya ninguno trabaja
en la Policía. Algunos siguen en disponibilidad y otros eligieron el retiro.
“Nisman no atendía
llamadas, no había recogido el diario en la puerta de su casa, no respondía el
timbre y sin embargo los custodios Miño y Niz no avisaron a sus superiores.
Todo esto hizo que se dilatara el hallazgo del cuerpo, lo que sumado a que se
pronunciaron por la idea de la muerte voluntaria se traduce en un claro intento
por darle credibilidad a la versión del suicidio”. El juez determinó en
consecuencia que los custodios “buscaron demorar la actuación policial y
judicial en el homicidio”.
La pregunta que
aún busca responder la justicia es si recibieron órdenes específicas para
"estirar" el momento del hallazgo del cuerpo y, en tal caso, de
quiénes.
Mientras que la
justicia aún no logra determinar quiénes fueron los autores del crimen, la
fiscalía avanza en una pista que considera clave: el rol de un grupo de agentes
de inteligencia. Entre septiembre y diciembre de 2021 se tomaron más de treinta
declaraciones testimoniales de espías y ex espías bajo todos los requerimientos
que exige la Ley de Inteligencia. En algo coincidieron la mayoría de ellos:
nunca habían sido citados por la justicia.
Comienza el
intercambio de “llamadas”
El día de la
muerte del fiscal, un agente de inteligencia ubicado cerca de la casa de
Lagomarsino, intercambió múltiples llamadas de radio. Todas fueron con personal
jerárquico de la SIDE.
Segundo
intercambio
El agente se movió
en este período por Tres de Febrero, San Martín y Villa Ballester.
Las actas que dan
cuenta de sus declaraciones se constituyeron en dos cuerpos más del expediente:
400 fojas. Fueron cuatro meses de escucharlos de manera presencial y bajo
absoluta reserva.
¿Por qué fueron
citados? La mañana del 18 de enero de 2015, cuando no había sido pública aún la
muerte de Alberto Nisman, hubo un sinfín de llamados telefónicos entre 89
espías. Una pericia que realizó el área especializada de la Policía Federal
entrecruzando líneas de celulares vinculadas a los servicios de inteligencia
reveló “datos significativos”.
En aquellas líneas
asignadas a agentes de menor categoría figuran llamando a sus superiores, y
éstos a su vez a la cumbre de la ex SIDE (Secretaría de Inteligencia del
Estado). Como reveló Clarín en un informe especial, los llamados de los agentes
iban hacia arriba en la estructura de Inteligencia y terminaban -en un embudo
invertido- en Fernando Pocino (un espía ultra K que era director de Reunión
Interior) y en Juan Martín Mena, el actual viceministro de Justicia de Alberto
Fernández que en ese momento era el segundo jefe de la SIDE.
Lo que busca
responder la fiscalía es si el mundo de los espías ya sabía que Nisman estaba
muerto antes de que el cuerpo fuese hallado en el baño, recién a las diez de la
noche.
El 17 de enero de
2015 -justo el día anterior a que Nisman fuese hallado muerto- hubo un incendio
en la Casa Rosada que generó un cortocircuito y terminó arruinando los discos
donde se archivaban los registros de 130.000 visitas que entraron y salieron de
la sede del Gobierno argentino durante esos últimos cuatro años. Este suceso se
investiga de manera relacionada a la muerte de Nisman.
Hace dos años se
secuestró el sistema de control de acceso dañado por el incendio y ahora se
volvió a pedir a la empresa NET que informe si hay información encriptada a la
que aún se puede acceder. El CEO de esa empresa era, en el momento del
incendio, un amigo de Aníbal Fernández, que entonces era el secretario general
de la Presidencia y responsable de la seguridad en la Casa Rosada.
Los archivos que
se perdieron podían tener información de acceso a la Casa de Gobierno de
algunas de las personas que había denunciado Nisman cuatro días antes de ser
asesinado. Los archivos se quemaron el día anterior a su muerte y mientras
Lagomarsino iba hacia el departamento del fiscal, en Puerto Madero. El incendio
fue mantenido en secreto por el Gobierno durante varios meses y nunca fue
denunciado a la Justicia, como indica el protocolo legal.
Para dos jueces de
la Cámara federal porteña, como para el juez de instrucción, la muerte del ex
fiscal, calificada como homicidio, no es ajena a la última denuncia que
presentó Nisman y que ponía en el centro de la escena como principal acusada a
Cristina Kirchner.
La Cámara lo planteó así: "No puede dejar de
soslayarse que el homicidio del doctor Nisman se produjo cuatro días después de
haber efectivizado la denuncia señalada y horas antes de ir a exponerla ante el
Congreso de la Nación".
La denuncia que en
2018 fue elevada a juicio oral, conocida como Pacto con Irán, atraviesa meses
decisivos. Después de que el Tribunal Oral Federal 8 (TOF 8) sobreseyó a
Cristina Kirchner sin hacerle juicio y concediendo una audiencia que no está
contemplada en la ley, ahora Casación debe resolver si confirma esa decisión o
si, por el contrario, ordena que la vicepresidenta vaya a juicio.
Lo llamativo es
que en agosto de 2020 los mismos jueces habían ordenado que el juicio se
realice y habían aceptado más de 300 testigos para que declaren. Pero un año
después, el criterio se modificó radicalmente y ahora dependerá de la Casación,
aunque aún queda la instancia de la Corte Suprema en caso de que se confirme el
sobreseimiento.
El misterio aquí
es si, siete años después, la denuncia que acaso llevó a Nisman a su muerte
finalmente llega o no a juicio con los denunciados en el banquillo y frente a
un tribunal.
Qué se está
investigando ahora
La fiscalía a
cargo de Eduardo Taiano concluyó el entrecruzamiento de más de 500 teléfonos y
líneas asignadas a ex funcionarios, dirigentes, efectivos de las fuerzas y ex
agentes de inteligencia.
A ese trabajo se
le añadió ahora otra perspectiva: a esos 44.000 contactos comunicacionales se
les busca aplicar un contexto. No sólo que queden plasmados los números que se
comunicaron entre sí “sino en qué momento lo hicieron, si esas llamadas tenían
relación con otros sucesos, si esos personajes tenían relevancia”, explicaron
fuentes judiciales.
Los investigadores
lo llaman “geografía de la comunicación”. A esta medida se le debe sumar un
extenso análisis iniciado después de que la Corte rechazara un planteo de
Lagomarsino para que el fiscal no revisara el contenido de sus celulares y
equipos informáticos.
Acaso en esa
complejísima red de contenidos digitales, cruces de llamadas y nuevos
testimonios aparezca la llave para abrir la puerta a la verdad definitivamente.