cuándo y dónde
nació, por qué es tan confiable y cuáles son los únicos países de América
Latina que todavía no la usan
Martina Putruele
Infobae, 4 de Mayo
de 2022
Hace más de un
siglo y medio, en las elecciones australianas de 1858, el gobierno decidió
modificar el modo de sufragar para garantizar que el voto sea secreto y evitar
la manipulación electoral. Así nació “la boleta australiana” -hoy conocida como
Boleta Única-, mediante la cual el Estado se hizo responsable de la impresión y
distribución de una única papeleta por votante.
Este método de
votación probó ser extremadamente exitoso frente a irregularidades del proceso
electoral y pronto comenzó a expandirse en diferentes democracias de Occidente.
Con los años, los países del mundo han ido virando casi de manera unánime al
sistema de Boleta Única, y América Latina no ha sido la excepción.
Hay muchos tipos
de boletas, incluidas las boletas de papel convencionales y las boletas para
usar en máquinas de votación. Algunos sistemas electrónicos más nuevos no
tienen boletas de papel; los votantes ven una pantalla y presionan un botón
para registrar su elección en la memoria electrónica de la máquina.
Lo cierto es que
las boletas partidarias son cosa del pasado en la región. O casi.
Uruguay y
Argentina son los dos únicos países de América Latina que todavía no utilizan
la Boleta Única en sus comicios.
Como explicaban ya
en el 2009 Fernando Straface y Geraldine Oniszczuk en El camino hacia la boleta
única. Análisis y recomendaciones para su posible utilización en la Argentina
(publicado por CIPPEC), “los países latinoamericanos también modificaron
progresivamente sus normativas electorales para introducir mayores garantías
durante el proceso electoral. Algunos de ellos lo hicieron a través de la
incorporación de la Boleta Única”, ya sea en papel o electrónica. “En América
del Sur, los únicos países que continúan utilizando la papeleta partidaria son
la Argentina y Uruguay”.
En el sistema de
Boleta Múltiple que aún utilizan estos dos países, cada partido imprime boletas
con los nombres de los candidatos que se proponen para cada categoría de
cargos. El elector ingresa, con un sobre vacío que le entrega la autoridad de
mesa, a un “cuarto oscuro” en el que se han depositado fajos de boletas de las
agrupaciones políticas. Allí puede meter una boleta en el sobre, o cortar
varias boletas de manera tal de formar una nueva opción con candidatos de
distintas agrupaciones. Luego sale y lo mete en una urna.
En cambio, en el
caso de la Boleta Única, el organismo electoral imprime boletas con todas las
opciones para cada categoría y cargo. El elector recibe una boleta; se coloca
detrás de un biombo o en una casilla de votación; marca la boleta; la pliega, y
vuelve a la mesa para ingresarla en una urna.
“Uruguay no la
incorporó porque no la requiere, debido a su alto nivel de integridad y
confianza electoral”, analiza en diálogo con Infobae Daniel Zovatto, director
regional para Latinoamérica de IDEA Internacional (Instituto Internacional para
la Democracia y la Asistencia Electoral).
En los próximos
días, el Congreso argentino podría comenzar a tratar una reforma electoral que
incluye la implementación de la Boleta Única de Papel (BUP) para las elecciones
del 2023, un debate que, para Zovatto, “llega muy, muy, muy tarde”. Décadas
después que el resto de las democracias de la región.
“A veces estas
cuestiones terminan en segundo plano cuando hay temas a solucionar como
pobreza, inflación y seguridad, pero lo cierto es que fortaleciendo las
instituciones democráticas es que se mejoran la calidad de representación y las
políticas públicas para solucionar esos problemas”, reflexiona en diálogo con
Infobae Lourdes Lodi, directora del Observatorio Político Electoral Universidad
Nacional de Rosario.
Venezuela y Brasil
cuentan con Boleta Única, pero electrónica, no de papel. “Venezuela la tenía
antes, pero por una cuestión del chavismo, que hizo una alianza con una empresa
privada, pasó a tener boleta electrónica. Brasil, en cambio, lo hizo a nivel
Estado. Paraguay también comenzó con ese instrumento el año pasado, también por
cuestiones comerciales”, cuenta Zovatto.
Lodi aclara que
“en Paraguay se hicieron unas elecciones primarias municipales con el sistema
electrónico, pero no se implementó todavía en elecciones nacionales, que serían
en el 2023. Una cosa es implementarlo en elecciones municipales con un número
de máquinas limitado y un acceso a electricidad y otro tema es a escala
nacional, como en Brasil, que resulta eficiente pero que a mí entender el voto
electrónico tiene vulnerabilidades que no tiene el papel, como el hackeo y la
incertidumbre sobre si lo que vota el elector es realmente lo que se transmite″.
Uno de los
impulsores del proyecto de la BUP en la Argentina es Alan Clutterbuck,
presidente de la Fundación RAP (Red de Acción Política), ya que, como dice a
Infobae, el actual es “un sistema que está probado que no funciona”.
“Sólo 16 países
del mundo siguen sin incorporar el sistema de Boleta Única”, continúa. La
Boleta Única de Papel tiene cuatro grandes beneficios. En primer lugar, te
garantiza el derecho a votar, ya que siempre vamos a poder elegir a la persona
o al partido que queramos, por más chiquito que sea; nunca más vamos a volver a
escuchar que faltan boletas en el cuarto oscuro. Segundo, garantiza el derecho
a ser elegido: brinda equidad y posibilita que partidos grandes y chicos puedan
competir de una forma mucho más transparente y justa. Tercero, es más
económico, ya que reduce la necesidad de imprimir varios padrones electorales.
Y cuarto, es más sustentable y ayuda a reducir la huella de carbono al
disminuir sustancialmente el uso de papel”.
Con esta
metodología, según Clutterbuck, se mejora la transparencia y es más equitativo.
Además, es más fácil y más barato.
Lodi aporta que el
cambio de la boleta partidaria a la BUP supone un cambio de paradigma en
términos de la fiscalizacion: “Mientras que el sistema partidario supone la
presencia del fiscal desde la primera hora controlando permanentemente y
garantizando que estén las boletas en el cuarto oscuro, estando alerta a
posibilidades de roturas, de desaparición y robo, con la BUP la fiscalización
pasa a un segundo plano, porque toda fuerza política, incluso la más pequeña
que no tenga fiscales en todas las escuelas, tiene la garantía de que su
candidato y su lista van a estar presentes como opción electoral”.
Para evaluar qué
tan exitosamente se ha implementado la BUP en diferentes lugares “lo importante
es ver qué tan eficiente es el sistema, qué tan aceptado socialmente es y qué
tan legitimado está en términos de funcionamiento politico”, asegura Loidi. “En
ese sentido, me parece que los casos más eficientes y exitosos son los de Chile
y Costa Rica, pero también está totalmente aceptado en México. Se utiliza en
Paraguay, Colombia y Ecuador, por nombrar algunos”.
Chile desde 1958
tiene la Cédula Única de votación, “situación que vino a solucionar ciertas
prácticas que no son muy buenas en materia electoral y que pueden opacar los
procesos electorales”, contó en un Webinar realizado el 6 de diciembre de 2021
por IDEAS, Elizabeth Cabrera, subdirectora de Registro, Inscripciones y Acto
Electoral del Servicio Electoral de Chile. “Yo diría que nuestra Cédula Única
tiene una aceptación generalizada desde hace mucho tiempo. No se cuestiona en
absoluto y hay un control minucioso”.
El caso de Costa
Rica también es emblemático. Héctor Fernández Masis, director general de
Registro Electoral y de Financiamiento de Partidos Políticos del TSE, dijo que
en Costa Rica “siempre han tenido la papeleta única”. “En la Constitución del
49 se crea un tribunal supremo de elecciones, totalmente independiente del
poder político. Además se establece una serie de controles a nivel
constitucional y legal para garantizar la transparencia del sufragio. Y en aras
de esa transparencia está todo lo relativo a la emisión de las papeletas únicas
de votación. Se manda la cantidad de boletas exactas para el número de
votantes. Entonces si son 500 votantes, pero fueron sólo 300, tienen que sobrar
200″.
En Costa Rica se
incorporó en el Código del 2009 la posibilidad de sustituir la papeleta por
dispositivo electrónico, con la condición de que sean seguros y confiables.
“Hicimos pruebas pero la desconfianza hace que muchos actores del proceso no
quieran sustituir la papeleta física”.
México también
tiene una Boleta Única de Papel. Ciro Murayama Rendón, consejero Electoral del
Instituto Nacional Electoral, reveló que hay criterios muy precisos
establecidos para el diseño de las papeletas, y destacó las medidas de
seguridad para que las boletas oficiales no pudieran ser reproducidas ni
robadas.
En Perú, el modelo
de la Cédula Única de sufragio se estableció en 1963. “Nuestra Boleta Única nos
funciona muy bien”, dijo Piero Corvetto Salinas, jefe de la Oficina Nacional de
Procesos Electorales de ese país. “Es una herramienta que permite un mejor
acceso a la competencia, facilita el trabajo de los miembros de cada mesa
durante el escrutinio y también la experiencia de los electores para hallar a
sus candidatos”.
“Hay una
particularidad que tienen los sistema de BU en América Latina (como el de
México, Chile, entre otros) y es que utilizan el sistema de Boleta Única por
categoría, y no única por sufragio, que es el modelo que se está proponiendo
hoy como prioritario en la Argentina a nivel nacional”, aclara Lodi. “Me parece
que en Argentina podemos pensar en un diseño que responda a nuestro sistema de
partidos, a nuestro método de selección de candidatos, a cómo se organizan los sistemas
electorales”.
“Todos los casos
de implementación de BUP son exitosos”, reflexiona Zovatto. “Sólo se perjudica
a quien tiene una clara intencionalidad que le sirva de manera dolosa a sus
poderes políticos”.