no es Ron Paul pero tampoco es Mussolini
Por Gabriel
Zanotti
Foro Patriótico
Manuel Belgrano, 19-9-22
Reproducimos a
continuación un artículo de GABRIEL ZANOTTI sobre la figura que acaba de
acceder al premierato de su país representando al partido de derecha Fratelli
d’Italia. Lo hacemos porque lo
consideramos notablemente lúcido, e idoneo para disipar el velo de estereotipos
y anacronismos que han impregnado la observación externa sobre los comicios
italianos. Zanotti es un católico
imbuído de liberalismo clásico, y demuestra sobrada independencia de espíritu
para intentar comprender “lo nuevo”. Creemos que su planteo contribuye al
diálogo y la integración entre las subculturas de la Derecha que nos hemos
propuesto como una de las misiones esenciales de nuestro Foro, en el camino que
nos libere de la hegemonía global-progresista.
En nuestro
artículo “Globalización y globalización”
(https://puntodevistaeconomico.com/2021/01/22/globalizacion-y-globalizacion/)
hemos tratado de distinguir entre una globalización que emerja del liberalismo
clásico y aquella que surge de las imposiciones estatistas de las Naciones
Unidas. Como sabemos, la primera ya no existe y lo que rige es la segunda, lo
cual genera reacciones nacionalistas que deben ser distinguidas en dos. Una, la
de un nacionalismo contrario al liberalismo clásico, donde en nombre de una
tradición cultural se rechazan las libertades individuales, y otra que para
defender estas libertades debe adherirse a una antigua noción de soberanía
nacional como única opción para no ser invadida por un gobierno mundial que las
elimine.
Todas estas
distinciones deben tenerse en cuenta a la hora de evaluar los nuevos
movimientos políticos y diversos liderazgos que están surgiendo como reacción a
una agenda que baja de la ONU y que consiste en:
1. Imposición obligatoria de educación
sexual y reproductiva sin tener en cuenta los derechos de los padres;
2. Imposición de aborto y transexualismo
(incluidas campañas de anticoncepción) SIN tener en cuenta la libertad
religiosa, la libertad de asociación, etc.
3. Imposición de políticas estatistas con la
excusa del cambio climático;
4. Una apertura de fronteras que no tiene
que ver con el libre comercio sino con la entrada de poblaciones que reclaman
su propia nación y sus propias leyes violando las libertades individuales del
territorio que quieren habitar (indigenismo y estados plurinacionales)
5. Imposición del llamado lenguaje inclusivo
sin tener en cuenta la libertad de expresión;
6. Eliminación de la libertad de expresión,
con la excusa de “desinformación”, de todos aquellos que se opongan a los
puntos anteriores, con acusaciones adicionales de nuevos delitos como odio,
discriminación, “White supremacist”, “domestic terrorist”, etc.
Hemos criticado
siempre esa agenda sobre la base de las libertades individuales. NO sobre la
base de un contenido específico. Por supuesto que esos seis puntos convierten
al Catolicismo (el “en serio”, no el pachamama-catolicismo) y otras religiones
tradicionales en un delito, como en el Imperio Romano (la analogía NO es
casual) pero NO es en nombren de tales o cuales religiones que hay que oponerse
a esa agenda global, sino en nombre de las libertades individuales violadas.
Los puntos 1 y 2 violan la libertad de enseñanza, religiosa y de asociación. El
punto 3, las libertades económicas. El punto 4, todas. Los puntos 5 y 6
eliminan la libertad de expresión e instauran una policía del pensamiento al
mejor estilo nazi y soviético. NO es como católico, islámico, etc., que debo
reclamar, por ejemplo, que los gobiernos no impongan una educación que vaya en
contra de ciertos valores, sino que es en nombre de la libertad (en este caso
la libertad religiosa) que les corresponde a todos los seres humanos por ser
tales. Católicos, islámicos, judíos, agnósticos, ateos, marcianos y venusinos
deberíamos unirnos todos en un pacto político originario donde la clave sean
las libertades individuales protegidas por una Constitución Federal, o sea, los
“constitutional essentials” (Rawls) o su “fe secular” (Maritain).
Desde esta
perspectiva, las clasificaciones a los movimientos que resistan a la agenda de
la ONU, como “fascistas”, “ultraderecha”, etc., se quedan cortas o son
directamente falsas. Y la categoría de “populismo de derecha” se queda corta.
¿Por qué? Por varias razones, que están basadas en el análisis anterior:
-La resistencia a
la agenda globalista puede estar dictada por nacionalismos NO liberales así
como también por libertarios, como por ejemplo Ron Paul y la mayoría de los
paleo-libertarios de EEUU. Poner a todos ellos en la misma bolsa es erróneo.
-Un líder
nacionalista NO liberal NO es necesariamente “fascista” en el sentido técnico
del término. Fascismo es Mussolini, Franco. Pero gran parte de estos nuevos
líderes no van a eliminar la división de poderes, ni la suprema corte ni la
libertad de expresión, y menos aún la economía de mercado. Sí, en general son
proteccionistas y cuando se oponen a los referidos seis puntos lo hacen
mezclando al nacionalismo no liberal con la defensa de las libertades. Sus
discursos no son el colmo de la coherencia y en general su juego de lenguaje es
aguerrido, y sus personalidades poco tienen que ver con la diplomacia. Eso
tiene hipótesis psicológicas. Los líderes que encarnan reacciones no hablan
como Sir Laurence Oliver, en general.
-Por lo tanto,
llamarlos inmediatamente “fascistas” es caer en la manipulación ideológica de
la izquierda, como mínimo, o posicionarse directamente en una malicia política
desde la cual hasta Hayek y Mises han sido llamados así.
-La izquierda
globalista es uno de los fenómenos totalitarios más agudos de toda la Historia
de la humanidad. No avanza como Hitler en Polonia, a la luz del día. Esconde su
totalitarismo bajo ingenuas herencias terminológicas heredadas del Estado de
Derecho. Inventan nuevos derechos y los que están en contra son delincuentes. Y
si alguien que no sea de ellos gana una elección, entonces es fascista,
ultraderecha, white supremacist, terrorista, etc. Eso si no consiguieron
manipular la elección.
A la luz de todo
lo anterior, el juicio que nos merece alguien como Giorgia Meloni debe ser
matizado, especialmente por aquel que venga del liberalismo, aún en sus formas
más laicistas. Sí, libertaria no es. Pero fascista tampoco. Sí, ya sé que no es
cuestión de cometer el mismo error que los anticomnunistas europeos anteriores
a la Segunda Guerra, que los llevó a apoyar a diversos movimientos europeos
fascistas en sentido técnico. Pero las actuales circunstancias históricas han
cambiado. El mundo ya no es el de la post-guerra ni tampoco el del 91. Sí,
ojalá Ron Paul hubiera ganado las elecciones en el 2012; ojalá lo hubiera hecho
Alsogaray en 1973 en Argentina. Pero los juicios políticos concretos no se
hacen de ojalaces que forman parte de universos paralelos. En este universo que
nos tocó, las opciones son difíciles y los juicios deben ser más matizados, a
la luz de nuevos planteos teóricos que no sé si estábamos preparados para
hacer.