el dueño del control
Julián Maradeo
Revista Crisis, 22
DE SEPTIEMBRE DE 2022
Mario Guillermo
Montoto es un lobista sui generis. Sin importarle los rastros que va dejando de
sus reuniones con embajadores variopintos, funcionarios diversos en distintos
países y hasta con el propio papa Francisco, en cada paso que realiza surge un
negocio, para sí o para sus eventuales socios. Sabe cómo hacerlo: lo presenta
como necesidad de una buena parte de la sociedad e, incluso, de la región. Por
supuesto, con eso no alcanza. Su nombre aparece como facilitador de reuniones
de empresas israelíes como Raphael Advanced, presionando para obtener
beneficios para sus emprendimientos turísticos o su editorial Taeda, o como
acompañante de diplomáticos. La lista podría extenderse largamente. Pero a no
confundirse, aclaran desde su entorno, cada vez que acerca a las partes, en
realidad el que quiere hacer el negocio es él.
De la
videovigilancia citadina y el casi monopolio de las tobilleras electrónicas al
cibercrimen como nuevo flagelo que azota a la humanidad. De su pasado montonero
como mano derecha de Mario Firmenich a su alianza con los militares a los que
combatió y también con Estados Unidos e Israel. Se trata de un ajedrecista de
partidas simultáneas. Quizá fue la propia embajada norteamericana quien mejor
lo caracterizó en un cable diplomático de 2008: Montoto es un “well-connected
businessman” (hombre de negocios, bien conectado).
Sin embargo, en su
biografía hay una serie de interrogantes que no suelen dilucidarse entre el
sinfín de artículos que se le han dedicado. ¿En qué momento, cómo y a través de
quiénes, este Rodolfo Galimberti prolijo y austero gestó una serie de alianzas
para desembarcar en el negocio de la seguridad y la vigilancia? ¿Montoto es el
mascarón de proa del paradigma israelí en la región, o alguien que encontró un
nicho de negocios diversos y lo aprovechó al máximo? ¿Se trata de un empresario
más con un pasado singular o estamos frente a uno de los lobistas más efectivos
de las últimas décadas?
Lo que sigue es
una trama en la que cada parte es tan importante como el todo.
La primera
aproximación de Montoto a un sistema de seguridad complejo fue en Ciudad
Satélite, barrio residencial de México DF, cuando debió encargarse de la
protección de Mario Firmenich y su familia. Montoto se había quedado
maravillado con las cámaras CCTV (Closed Circuit Television). Su tarea, según
se relata en el libro Firmenich, de Felipe Celesia y Pablo Waisberg, era
monitorear el circuito cerrado de televisión y de seguridad de la casa. Nadie
podía saber que casi cincuenta años después lo conocerían internacionalmente
como “el rey de la videovigilancia”. Sus amigos admiten que, por entonces,
Pascualito, su nombre de guerra en Montoneros, anticipó que era un avance que
había llegado para quedarse, una especie de “renta vitalicia” en el mundo de la
seguridad.
Hijo de un juez
oriundo de Las Flores, provincia de Buenos Aires, Montoto se sumó al peronismo
por el lado nacionalista. Fue en 1974, en el Instituto de Investigaciones
Históricas Juan Manuel de Rosas, situado en La Plata, su ciudad natal. Ahí, bajo
la conducción del ex juez Manuel Urriza, funcionaba el bloque “Leales a Perón”,
que era una de las fracciones locales del PJ. No solo le gustaba la política
sino también las armas: a los 11 años salió subcampeón en tiro de fusil
representando a Gimnasia y Esgrima de La Plata.
Ya promediando la
secundaria, Montoto ingresó en Montoneros. Se solía presentar como el primer
sobreviviente de un atentado de la Triple A en La Plata. Durante esos años
nació su amistad con Emilio Pérsico, el líder del Movimiento Evita y
funcionario del Ministerio de Desarrollo Social. Ambos niegan la versión de que
el empresario sea una de las cajas del Evita.
Luego del golpe de
marzo de 1976, Montoto permaneció en La Plata hasta fines de ese año. Al año
siguiente, se radicó en Buenos Aires. A partir de ahí, entró y salió del país,
preparando la primera contraofensiva, que se produjo en 1979. Algunas de las
diferencias con ex montoneros que lo detestan se deben a que le achacan cierto
sarcasmo a la hora de cuestionar lo que se conoció como el alejamiento táctico
de la cúpula guerrillera a la par que Montoto trazaba un surco por las
fronteras de tanto cruzarlas.
No solo tuvo la
seguridad de Firmenich como responsabilidad sino que a la vez participó de los
entrenamientos en El Líbano para diseñar el regreso. Una rareza para la época:
Montoto solía comunicarse con los militantes montoneros en México por medio de
una radiollamada, según consta en el libro de Alberto Lapolla, Los hechos y las
razones. De la muerte de Perón a la muerte de Rodolfo Walsh. Juan Gasparini,
por su parte, cuenta en Graiver: el banquero de Montoneros, que Montoto era uno
de los montoneros a sueldo junto con Pablo Unamuno y Ramón Estévez, entre
otros.
Con el retorno de
la democracia, Montoto se convirtió en abogado de Firmenich mientras éste se
encontraba preso en Devoto. En simultáneo ofició como uno de los promotores de
los indultos que finalmente concedió Carlos Menem en 1989. En su libro El Jefe,
Gabriela Cerruti señaló que Montoto y Unamuno le ofrecieron a cambio que parte
del dinero obtenido con el secuestro de Jorge Born se destinase a la campaña
presidencial del riojano. Fue en esas circunstancias en las que conoció a
Rafael Bielsa, amistad que ambos siguen cultivando.
El 17 de abril de
1989, el Peronismo Revolucionario firmó el “Compromiso Solemne por la
Pacificación y Reconciliación”. Llevaba las firmas de Montoto y Firmenich,
entre otros. El testimonio fue hecho público al término de una misa que se
desarrolló en la Basílica de Luján. Mientras tanto, Montoto se mostraba activo
en la etapa proselitista de Menem, a quien acompañó a Roma. Entre sus contactos
se encontraba el entonces obispo de Mercedes, Emilio Ogñénovich, parte del ala
más retrógrada de la iglesia argentina.
En 1990, se
produjo el crack. A Montoto le gusta dar imagen de austeridad, por eso cuenta
que cuando fue a esperar a que Firmenich saliera de la cárcel, llevaba puesto
el traje que le había prestado el hermano de su ex esposa, Adela Segarra. Ahí,
en Plaza Lavalle, le comunicó a su jefe que abandonaba la política y se volcaba
a los negocios.
A partir de ese
momento, antes de recalar en los contratos con el Estado, empezó a hacer
negocios diversos, como vender ropa y relojes en Paso de los Libres,
Corrientes. Luego, llegaron sus vinculaciones con Ciccone, Taselli y su
desembarco en Córdoba, de la mano del intendente Germán Kammerath, que le
concedió un tramo del transporte de pasajeros. Cuando llegó a la capital
serrana, en el ocaso del gobierno de Fernando de la Rúa, concedió una
entrevista a La Voz del Interior. Una de las preguntas de cajón era si se
consideraba un quebrado:
Montoto: Nosotros
utilizábamos hace mucho ese término para referirnos a los compañeros que se
pasaban al bando enemigo. El escenario del 2001 no tiene nada que ver con aquel
de los años desgraciados que vivimos la totalidad de los argentinos,
independientemente de que algunos tuviéramos un protagonismo distinto que el de
otros. Considerando esas dos realidades, entiendo que el concepto “quebrado” no
tiene nada que ver con mi caso.
En ese momento
pasó desapercibido un dato. En medio del aquelarre menemista, Montoto creó
Surely SA. Actualmente esta firma en expansión tiene como cara visible al ex
capitán de navío Carlos Ruda. Otrora jefe de inteligencia del Ejército en
Puerto Belgrano, Ruda fue condenado en 2012 por el espionaje llevado a cabo
desde la base aeronaval Almirante Zar (Trelew, Chubut). Su antecesor en Surely
fue Roberto Andrés Carzalo, apellido que aparece en varias de las empresas de
Montoto.
De a poco, Surely
fue concentrando los contratos, tanto a nivel nacional como en varias
provincias, relacionados con las tobilleras electrónicas, pero no solo con
ellas. En 2022, por ejemplo, la provincia de Buenos Aires la contrató para
monitorear a los medios de comunicación. En el contrato suscrito por el
Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos, conducido por Pablo Simone,
se especifica que Surely debe encargarse de hacer un seguimiento online de
radios, páginas web, canales de televisión y medios gráficos.
Su gran
crecimiento en el mundo de la seguridad y la defensa se dio en el siglo XXI.
Mayor poder acumulaba, más contratos ganaba. Eso le valía el cuestionamiento de
una parte del kirchnerismo cercano a Cristina Fernández. En su entorno señalan
que su vínculo con Néstor Kirchner era de amistad desde que se conocieron en La
Plata en los ‘70:
-Mario y Néstor se
conocieron en La Plata cuando promediaban los 20 años, Mario es un poco más
chico. Se querían mucho. Pero por influjo de Cristina, que no lo quería nada,
era como una relación clandestina. A Néstor le fascinaba el costado pirata de
la vida de Montoto, pero era consciente de que tenía un halo non sancto.
Cristina lo odiaba por las vinculaciones de Mario con la Iglesia, con el ala
más conservadora. Eso la volvía loca y veía siempre conspiraciones de Montoto
detrás de cualquier cosa. Lo veía como un operador 24 por 7 de los sectores más
conservadores de la curia contra su gobierno.
Pero no era solo
la vicepresidenta quien lo tenía entre ceja y ceja sino también Nilda Garré,
quien antes de hacerse cargo del Ministerio de Defensa fue embajadora en
Venezuela entre 2003 y 2005. Garré y Montoto comparten dos cosas: un pasado en
Montoneros y la amistad de Rafael Bielsa, por entonces canciller. El vínculo
fraternal entre Montoto y Bielsa es tal que el actual embajador en Chile le
dedicó su novela Tucho, sobre la vida de Tulio Valenzuela, muerto durante la
primera contraofensiva. “A Mario Guillermo Montoto, quien me reveló el alma de
Tucho en Cuba”, reza la obra editada por Edhasa en 2014.
El propio Bielsa,
según el entorno de Garré, talló para que ella, durante su paso como
embajadora, lo recibiera. Montoto quería agilizar una venta de avionetas. Garré
lo charló con Kirchner y el entonces presidente avaló que le negara el ingreso
a su despacho. Finalmente delegó las gestiones en un subalterno y el deseo de
Montoto quedó trunco. Ya con Garré en Defensa, volvieron a verse las caras
durante una cena en la casa de Bielsa, cuando Montoto apoyó económicamente la
candidatura del rosarino a diputado nacional que finalmente tampoco sucedió.
Sin embargo, más
allá de las idas y vueltas, Montoto nunca perdió de vista los negocios. Por
eso, a un mes de la llegada de Kirchner a la Casa Rosada, creó la Corporación
para la Defensa del Sur (Codesur). Esta vez, su socio fue el ex capitán de
corbeta Hugo Darío Miguel, especializado en comunicaciones, lo que lo llevaría
décadas después a ser nombrado en el Ministerio de Modernización que entre 2015
y 2019 comandó Andrés Ibarra. Según diferentes fuentes, Miguel fue su contacto
con la Marina y, de acuerdo con lo publicado por la periodista Viviana Gorbato
en su libro Montoneros, soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde?, “quizás fue Miguel
el que interesó a los hijos del almirante Massera” para que participasen en
Codesur. Sin embargo, el contacto podría haber comenzado antes. Gabriela
Cerruti, la actual vocera presidencial, en el mencionado libro sobre Menem,
relató que Montoto de un lado y los hijos de Massera del otro compartieron mesa
con los emisarios del riojano para acordar los indultos.
El modelo de
control poblacional traducido al lenguaje de los servicios que ofrecen Surely y
Codesur tiene varios canales: sistemas de monitoreo de detenidos, biométrico de
verificación de voz, monitoreo de áreas
dentro de las unidades penitenciarias y monitoreo remoto de niveles de
alcoholemia. Grosso modo, son las puertas de entrada para los contratos con los
estados en sus tres niveles: nacional, provinciales y municipales.
En 2005, Montoto
sumó los dos conductos que le faltaban a su complejo artefacto de gestión de
intereses. Primero se incorporó a la comisión directiva de la Cámara de
Comercio Argentino Israelí (CCAI), de la cual es presidente. La CCAI tiene
entre sus integrantes a poderosos hombres de negocios como Adrián Werthein,
Marcelo Mindlin, Eduardo Elsztain, Martin Brom, entre otros. No solo fue
anfitriona de la primera visita a la Argentina en 2017 de un primer ministro
israelí en funciones, Benjamin Netanyahu, sino que se convirtió en un puente
eficaz con todo tipo de actores de negocios. En los primeros días de septiembre
de 2022, hubo una muestra más de ello, cuando Montoto logró que San Juan y
Mendoza firmaran un convenio con la empresa estatal israelí Mekorot por el
manejo del agua.
El nacimiento del
vínculo entre Montoto e Israel es motivo de todo tipo de especulaciones. Sus
detractores, entre los que se cuentan varios ex montoneros, sostienen que el
acercamiento se produjo por medio de Rodolfo Galimberti, cuando Galimba se
asoció con el empresario Jorge Born para recuperar parte del dinero de su
secuestro a manos de Montoneros en 1974. Sin embargo, la historia es otra,
según su círculo íntimo. Lo primero que señalan es que, aunque obediente, en
ocasiones Montoto se comportó en Montoneros como un inorgánico con línea
propia, lo que lo llevó -entre 1975 y 1976- a cultivar la amistad de un agente
retirado del Mossad, servicio de inteligencia israelí. Pero el salto definitivo
se produjo en pleno ocaso menemista. Puntualmente, fue a partir del momento en
que conoció y empezó a trabajar el vínculo con Tzipora Malka Livni, líder del
partido Hatnuah de Israel. Luego de ocupar diferentes cargos, finalmente en
2009 Livni se convirtió en primera ministra de esa nación.
En este plano, el
libro El militarismo israelí en América Latina, realizado por la Campaña
Boicot, Desinversión y Sanciones contra el apartheid israelí, va más allá y
marca que Codesur está relacionada con las empresas israelíes Aeronautics,
Azimut Israel, Metax y con las subsidiarias de Elbit (Saymar y Soltam).
Codesur, cuyo presidente actualmente es Daniel Karlsson, es tal vez la firma de
Montoto que más se expandió, ya que no opera solo en Argentina sino también en
Brasil, Uruguay, Colombia, Perú y República Dominicana. También desembarcó en
Estados Unidos, en el estado de Florida. En ese país, Montoto opera dos de sus
empresas.
La expansión en el
área de defensa es incesante. En 2012, Codesur se convirtió en representante
local de Paramount Group, firma que vende material para las Fuerzas Armadas. En
2016, la sociedad compuesta por Montoto y Karlsson creó Codeblin, que se dedica
a la fabricación de armas y municiones.
Como el lobby necesita
un costado público, en septiembre de 2005, Montoto fundó la editorial Taeda, en
sociedad con el ex jefe de prensa del Ejército Gustavo Gorriz, cercano a Martín
Balza. Desde Taeda publican la revista especializada DEF, mensuario dedicado a
temas de defensa, energía y medio ambiente. Los actos que organiza la editorial
y las entrevistas que se publican en DEF suelen ser reproducidos por Infobae,
el portal de su amigo y otrora socio Daniel Hadad. Las relaciones con Infobae
no se acaban ahí, ya que justamente otro de sus socios en Global View, Sandro
Scaramelli, era uno de los accionistas de ese medio. Global View fue hasta que
vendieron el control accionario a la japonesa NEC la empresa a través de la
cual Montoto pobló de cámaras de seguridad numerosos municipios. Aunque muchos
piensan que Tigre, en ese entonces comandado por su amigo Sergio Massa, fue el
que dio el puntapié, en realidad la punta de lanza fue la Ciudad de Buenos
Aires durante el lapso en que gobernó Jorge Telerman.
Con la inseguridad
a flor de piel, se le abrieron las puertas de diferentes provincias y
municipios. Durante sus años como gobernador, Daniel Scioli fue uno de los que
contrató los servicios de Montoto y, a su vez, fue un asiduo participante de
los mitines organizados por Taeda. Montoto retribuyó abriéndole las puertas de
la Embajada.
Como buen hombre de negocios, públicamente
Montoto ostenta un discurso aguachentado y lleno de lugares comunes, lejos de
la verba revolucionaria del militante setentista que supo ser. Es común que
varias de sus definiciones vayan acompañadas por citas del papa Francisco, al
punto que su foto de perfil en WhatsApp es la imagen del sumo pontífice. Un
amigo de Montoto, con el objetivo de espantar fantasmas, describe sus puntos
fuertes a la hora de señalar cómo trabaja disciplinadamente las relaciones:
- Marito es
disciplinado en el gremialismo empresarial. Asiste a lugares donde hay que
hablar con un elefante, son situaciones aburridísimas. Él siempre anima las
reuniones diplomáticas. No se pierde ninguna, incluso con problemas de salud.
Excepto con los Ciccone, no conozco relaciones que Mario haya malogrado.
Según la misma
fuente, se comete un error a la hora de considerar a Montoto como un lobista,
es decir, alguien que practica el cabildeo para beneficio de un tercero sea un
privado u otro estado. Montoto no se ve a sí mismo como un accesorio en ninguna
transacción sino como un jugador importante. Cada vez que acerca a las partes,
ya sea un privado o funcionario, en realidad es porque al final Montoto quiere
hacer ese negocio, no porque se lo quiera facilitar a otro.
Sin decirlo,
Montoto recita la máxima de muchos empresarios que trabajan con el Estado:
siempre es oficialista del gobierno de turno. Por eso no le importó vender sus
servicios a Menem, Kirchner, Scioli, Alberto Fernández, Macri, Rodríguez
Larreta o Kicillof. Un huevo en cada canasta es su regla.
Su última ganga es
la venta de tecnología de reconocimiento facial, la cual ya se aplica en Ciudad
de Buenos Aires y su utilización es parte de una causa por espionaje que se
tramita en el juzgado de Roberto Andrés Gallardo. El 7 de septiembre, la jueza
porteña Amanda Liberatori la declaró inconstitucional. En tanto que cuando se
aprobó en Mar del Plata, gobernada por su amigo Guillermo Montenegro, lo
primero que se dijo era que sería adjudicada a Surely, pero la polémica pública
paralizó todo.
Un caso aparte es
su amiga Patricia Bullrich, a quien conoció en la década del 80 cuando ella se
alejaba de Galimberti y se acercaba a Antonio Cafiero. Justamente fue Bullrich
quien, durante su paso por el Ministerio de Seguridad, compró a Israel, con la
mediación de Montoto, las cuatro lanchas artilleras Shaldag MKII, que debían
cubrir mil kilómetros desde Clorinda, Formosa, hasta Puerto Iguazú, Misiones.
Pero terminaron siendo relegadas a un uso anecdótico. A su vez, tanto Bullrich
como Montoto estaban entre las personas que recibían información de Marcelo
D'Alessio. Cuando le tocó declarar en Dolores ante el juez Alejo Ramos Padilla,
Montoto, quien no contestaba los mensajes de D’Alessio a los que accedió el
magistrado, rechazó haber presentado al espía a la entonces ministra; a la vez,
admitió que lo conoció por medio del periodista Eduardo Feinmann. D'Alessio,
según la declaración de Montoto, quería que DEF lo entrevistara, cosa que
finalmente ocurrió y la entrevista fue replicada por Infobae.
Montoto relató,
tratando de mostrarse como un aprendiz, que D'Alessio le entró por el lado de
las armas, algo que lo fascina: “Él era un gran estudioso de los gustos
personales porque también era una forma de acercarse o de poder llegar más a
las personas. Y si mal no recuerdo una vez me mandó una foto de un arma que él
estaba tirando, vestido de uniforme”.
A medida que
avanzó el siglo XXI, Montoto se preocupó por quitarse la mancha menemista y
mostrarse como un post guerrillero que bregaba por la conciliación con las
fuerzas armadas. Lo cierto es que esta posición era clave para hacer negocios.
Un gesto de buena voluntad fue su sociedad con varios ex militares. En su
círculo íntimo lo admiten, aunque sostienen que lo hizo con la parte “más
potable”. En 2006, en una entrevista con La Nación, exponiendo su costado
camaleónico, dijo: “Nunca quisimos la disolución de las fuerzas armadas. Es
más, nunca imaginamos al país sin ellas. La producción para la defensa era
imposible con Menem, pero Kirchner reinauguró el astillero Domecq García.
Kirchner es la demostración de que la Argentina vivió una larga transición”.
Poco después, accedería a contratos para el reemplazo de las 960 baterías que
llevaba el submarino ARA San Juan, desaparecido en noviembre de 2017.
La otra pata que compone la mesa es la
Embajada de Estados Unidos. Cada vez que llega un nuevo embajador, es uno de
los primeros en tocarle la puerta. El embajador con el que mejor se llevó
Montoto fue Lino Gutiérrez, quien estuvo en Buenos Aires entre 2003 y 2006. Sus visitas fueron moneda corriente con
sus sucesores, Earl Anthony Wayne, Vilma Socorro Martínez, Noah Mamet, Edward
Prado y ahora con Marc Stanley. Va de suyo: sus contactos con la Embajada
sirven tanto para negocios propios como para acumular un capital clave, como es
la posibilidad de abrirle la puerta a dirigentes políticos, desde Massa a
Scioli.
Lo que tal vez no
imaginó el amo y señor de la vigilancia fue que una filtración masiva de bases
de datos diplomáticas, conocida como Wikileaks, lo dejaría expuesto. En ese
momento varias de sus visitas a la Embajada tuvieron como contexto el hallazgo
de la valija de Antonini Wilson en 2008. En los cables diplomáticos es
presentado como empresario de defensa, magnate editorial, alguien con muchos
contactos, pero fundamentalmente como un ex montonero que ahora se muestra como
“pro estadounidense”. En una oportunidad fue acompañado por el magnate inmobiliario
Eduardo Elzstain y en otra ocasión secundó a Héctor Colella, administrador de
las empresas de Yabrán.
Quienes lo conocen
proponen una lectura que lo muestra a Montoto en función de líbero y no de un
mascarón de proa de Estados Unidos. Según ellos, el empresario cultiva
sistemáticamente las relaciones con los embajadores estadounidenses sin
importar quién sea. Para eso usa su revista DEF. Se trata de un vínculo
funcional, social y necesario: “Usa Estados Unidos como plataforma laboral. Él opera
desde Estados Unidos pero no les hace los mandados”.
La diversidad de
negocios de Montoto no es una novedad, está a la vista de cualquiera que, por
ejemplo, teclee su nombre en el Registro Único de Audiencias. Ahí aparece
haciendo lobby por su editorial Taeda, por su firma turística en la Triple
Frontera -Puerto Iguazú-, por empresas israelíes y sus contratos de
ciberseguridad, entre otros.
Con una vida
rodeada de mitos, quizá lo que queda por dilucidar es si lo que se ve es la
punta del iceberg o el iceberg completo.
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Ver:
http://www.estrategia-cordoba.blogspot.com/2022/11/argentina-e-israel.html