en tiempos del antipaternalismo
POR HUGO ESTEVA
La Prensa, 28.12.2022
El titulado
Presidente de la República adquirió un tono dulcemente paternal para festejar
el triunfo argentino en el Campeonato Mundial de fútbol. En modo
condescendiente, se ha atribuído la epopeya y le ha sumado otras dos copas en
un solo período de gobierno: rey de copas, si a alguien le quedaba alguna duda.
Pero, además, aduce bonachón que ha permitido al pueblo homenajear masivamente
a los futbolistas. En síntesis: ese hombre sensible ha sido capaz de producir
per se lo que uno hubiera entendido como clásico de la espontaneidad futbolera
nacional.
Eso sí, al día
siguiente cambió de tono para intentar llevarse por delante al Poder Judicial en
nombre de "la democracia'', seguramente buscando agraciarse con su
mandante, la señora que lo ha hecho definitivamente a un lado. Dónde queda
ahora la democracia tan mentada es un misterio.
HERENCIA FRANCESA
Bien claro está
que si algo positivo resultó de la sangrienta y mentirosa Revolución Francesa
que nos contaminó como nación desde antes de nacer, es la independencia de la
Justicia -y con ella la igualdad ante la ley- respecto de los otros poderes
republicanos. Sin esa independencia de los jueces puede uno despedirse de la
idea de República. Pero el asunto es que la Argentina no tiene otro camino que
ser una república. Eso sí, genuina república si quiere sobrevivir como nación.
La cultura liviana
y resentida que hoy es regla viene trabajando desde la postguerra de los años
40 en la destrucción de la figura paterna. Así, el paternalismo es una mala
palabra que, en lugar de a un afecto de carácter singularmente generoso, quiere
ahora designar a una relación autoritaria que degrada al hijo.
En Medicina se la
viene empleando desde entonces de manera creciente para contraponerla a la
pretendida virtuosa autonomía del enfermo, que debe así tomar decisiones
terapéuticas de las que poco y nada conoce. Por un lado, se pretende que en
tiempos previos los médicos eran suerte de tiranos que dictaminaban sobre el
destino de sus enfermos sin consultarlos, lo que es falso. Por otro, tal
autonomía se ha ido transformando en una herramienta que sólo sirve -a través
del tergiversado "consentimiento informado''- como protección para los
prestadores de salud mientras deja a galenos y pacientes tan en el aire como
siempre.
Frente a tanta
hipocresía organizada, ¿puede llamar la atención que el Presidente -cuyo
carácter lo inclina a la simulación como a pocos- elija el papel de padre bueno
que ha permitido a sus prohijados disfrutar de un triunfo deportivo singular
para sacar su provecho político?
VUELTA DE TUERCA
De hecho, tampoco
se trata de singularidad alguna. Apenas una vuelta más de tuerca dentro de la
mentira de esta autoproclamada democracia que se ha edificado para protección
de la bien asentada clase política y emplea sus armas falaces. Fortaleciendo
cada vez a estos padres antipaternalistas que pretenden representarnos a partir
de listas electorales fabricadas en unidades básicas y comités, de las que
jamás piensan bajarse.
Lo cierto es que
así como ahora esos políticos quieren invadir a la Justicia para aniquilarla,
irán buscando neutralizar toda influencia ciudadana positiva con tal de dominar
la vida entera de la nación. Y, a menos que el sistema electoral se modifique
por completo en busca de una representatividad genuina, los de uno u otro color
quedarán aferrados a sus usurpados asientos con apenas modificaciones de forma.
Para eso se preparan ante este próximo año electoral.
El actual
Presidente, antipaternalista en papel de falso padre, bajo representante de una
cultura inferior, podrá tener que dar paso al costado después de tanta
incapacidad, de tanta mentira, de tanto papelón. Pero vendrán otros surgidos de
la misma engañifa eleccionaria que ha llegado a sumir a un país lleno de rasgos
nobles bajo el yugo de una mujer irreversiblemente enferma. Es imprescindible
despertarse ya para refundar a esta Patria.