la impactante transformación del mercado de
las drogas en Colombia
David Salazar
Infobae, 27 May,
2023
Desde que los
narcotraficantes se esfumaron, Carlos no encuentra quién compre a buen precio
los terrones de pasta de coca que se apilan en su casa. Antes hubiese recibido
mucho dinero por ellos, pero una insospechada caída de la economía de la droga
tiene en crisis a estos campesinos en Colombia.
El cocalero de 36
años habla en voz baja y usa un nombre ficticio por temor a represalias de
grupos armados que operan cerca de su finca.
Explica que todos
los cálculos le arrojan pérdidas: cultivar dos hectáreas de la planta base de
la cocaína le costó unos 660 dólares, pero estima que con suerte podrá
recuperar 154 dólares como parte de un fenómeno sin precedentes de bajos
precios y pocos clientes. Fue la primera de cuatro cosechas del año.
Con las manos
semidesnudas y arañadas, cuadrillas de “raspachines” o deshojadores expertos
avanzan en medio de un mar verde de narcocultivos en Llorente, un municipio del
departamento de Nariño (sur).
Costales de hoja
de coca llegan a manos de Carlos, quien las “cocina” trituradas con una mezcla
de químicos, cemento y gasolina en una pequeña estufa hasta obtener unas
piedras blancas.
Antes le llovían
compradores del narcotráfico, pero desde hace más de un mes no le encuentra
mercado a ocho kilogramos de pasta de coca que guarda en bolsas plásticas
debajo de su cama.
La insospechada
crisis del negocio de la cocaína en Colombia
“Los precios están
re (muy) malos”, dice desde su pequeño e improvisado laboratorio. “La única
opción es guardarla”, agrega preocupado por el futuro de una hija de 15 años
que quiere ser universitaria y otra de diez.
El auge de los
opiáceos sintéticos como el fentanilo, la sobreproducción de coca y golpes a
los carteles son algunas de las hipótesis de expertos, cultivadores y
autoridades ante el aparente desplome de la llamada “bonanza cocalera” de
Colombia, el principal productor mundial de cocaína.
Las finanzas de al
menos 250.000 familias dependen de ese sembradío, es decir el 1,5% de los 50
millones de colombianos, según cifras oficiales.
“Cayó”
La crisis se
extiende por el litoral Pacífico colombiano. En esta región empobrecida y
dominada por disidentes de la guerrilla FARC que se apartaron del acuerdo de
paz de 2016 está sembrado el 44% de las 204.000 hectáreas de narcocultivos de
Colombia, según el último balance de Naciones Unidas (2021).
En el municipio
Olaya Herrera, el cultivador Nilson Solis siente la crisis: “En estos momentos
la economía de la coca no está dando mucho para subsistir, anteriormente la
coca tenía un precio más o menos bien (...) pero de un tiempo para acá cayó”,
dice en medio de un plantío pegado a su vivienda.
Las autoridades
intentan encontrar respuestas a una contradicción. Colombia rompió récord de
hectáreas sembradas de coca hace dos años, pero en el inicio de 2023 los
recolectores pasan penurias.
Felipe Tascón, director
del Programa de Sustitución Voluntaria del gobierno, supone que “pactos de no
agresión” anteriores al desarme de las FARC se rompieron y acabaron con el
orden establecido por los carteles. También piensa que hay una
“sobreproducción”.
Para Julián Quintero,
director de la ONG sobre el consumo de sustancias psicoactivas Échele Cabeza,
la coca tiene cada vez más “alcalinidad y rendimiento”, por lo que se necesitan
menos hojas para producir cocaína.
Cambio de “gustos”
El 13 de mayo, el
presidente Gustavo Petro visitó Olaya Herrera, donde el kilogramo de pasta pasó
de costar un promedio de 695 dólares a un máximo de 440 dólares.
Es “probable que
la baja demanda por pasta de coca” tenga que ver “con el hecho de que los
norteamericanos han cambiado sus consumos, sus gustos”, dijo el mandatario.
En Estados Unidos,
donde el 97% de la cocaína es de procedencia colombiana, proliferan los
opiáceos sintéticos como las pastillas de fentanilo, más adictivas que el polvo
blanco.
Para Quintero, la
cocaína se convirtió en una droga para consumidores “de alto poder
adquisitivo”, ejecutivos que buscan soportar largas jornadas laborales y
adultos mayores. En cambio, estimulantes como el éxtasis ganan terreno en
“poblaciones más jóvenes” atraídas por “sensaciones asociadas al afecto, al
amor, a bailar”, precisa.
Petro incluso ha
llegado a asegurar que la devaluación de la moneda local se debe en parte a la
falta de circulación de dólares procedentes del narcotráfico. Según la Comisión
Global de Política de Drogas, los dineros de la mafia representaban del 2 al 3%
del PIB.
El hambre crece en
zonas cocaleras y las estanterías de los comercios se vacían, sin respuesta
clara al enigma. Campesinos en la frontera con Venezuela aseguraron a la AFP
que la crisis coincidió con la extradición a una cárcel estadounidense de
“Otoniel”, líder del mayor cartel conocido como Clan del Golfo.
Solis ya empieza a
buscar alternativas como la tala ilegal de madera. “Cuando hacemos el balance
[de las cosechas] no nos queda nada”, dice. Apenas alcanza “para comprar la
libra de arroz y el poquito de aceite”, concluye.
Con información de
AFP