que aparecen a medida que crece Javier Milei
Ernesto Tenembaum
Infobae, 7 May,
2023
(...)
Él crece en las
encuestas, lo insultan, crece más, lo insultan más, vuelve a crecer. ¿Qué se
supone que suceda si lo siguen insultando? Se trata de un método que el
cristinismo ya puso a prueba contra personalidades tan distintas como Francisco
De Narváez, Sergio Massa y, sobre todo, contra Mauricio Macri. En todos los
casos logró resultados similares.
Mientras tanto, en
medio de toda esta confusión, aparecen algunos esfuerzos más serios que
explican algunas cuestiones más delicadas que la convivencia con mascotas. El
problema más serio de Milei es que sus propuestas podrían generar una tragedia
social de una dimensión que ni siquiera los argentinos con varias décadas de
vida hemos visto aún. Esa inquietante perspectiva se sintetiza en una sola
palabra: dolarización.
Lo primero que se
debe tener en cuenta para entender el problema es si la idea central de Milei
es realizable o no. No es un tema menor. La dolarización es una herramienta que
intenta atacar el principal problema del país, que es la inflación, y todos los
que se derivan de él. Si el nuevo presidente está embanderado en una idea que
no se puede llevar a cabo, eso quiere decir que llega sin solución a ese
problema y, lo lógico, es que se agrave: eso ha ocurrido, por ejemplo, con los
últimos tres presidentes, ninguno de los cuales enfrentó el asunto con
seriedad.
La dolarización,
en principio, debería ser impuesta por ley. Eso va a ser muy dificultoso. En
una elección impresionante, Milei podría obtener un 30 por ciento de los votos,
tal vez un 35, milagrosamente un 40. Si se aplica un cálculo muy lineal, en el
mejor de los casos para él, contaría apenas con el 20 por ciento de la cámara
de diputados, que renueva por mitades, o con apenas el 13,3 de la cámara de
senadores, que renueva por tercios. Si la única idea del candidato es
dolarizar, y no tiene los votos para hacerlo, no habría dolarización y por lo
tanto se quedaría sin plan contra la inflación.
Pero hay un
problema de otro orden: tampoco está claro que la dolarización se pueda imponer
por ley. Una de las personas, tal vez la más importante, que deberá
eventualmente decidir sobre ese punto es el presidente de la Corte Suprema,
Horacio Rosatti. En su Tratado de Derecho Constitucional, Rosatti escribió un
capítulo titulado “Inconstitucionalidad de la adopción de una moneda extranjera
como moneda nacional”.
Dice textualmente:
“¿Podría el Estado
nacional adoptar como moneda propia, es decir, como moneda nacional, una moneda
extranjera? Constitucionalmente esa posibilidad está vedada por distintos
motivos.
1. Porque se
trataría de una moneda que no podría emitir el Estado nacional, tornando vacía
de contenido la facultad del artículo 65 inciso 6.
2. Porque se
trataría de una moneda cuyo valor no podría ser fijada por el Estado nacional,
tornando impracticable la facultad del artículo 75 inciso 11.
3 Porque se
trataría de una moneda cuyo valor no podría ser defendido por el Estado, entre
otros motivos porque no ejercería sobre ella el derecho de emisión, tornando
abstracto el mandato del artículo 75 inciso 19. Lo dicho no significa que, en
la fijación del valor de la moneda nacional puede utilizarse como parámetro
referencial el valor de otra moneda”.
De modo que, para
adoptar el dólar como moneda argentina, Milei debería conseguir la mayoría
habitual de legisladores requerida para una ley común, o las mayorías
especiales para convocar a una reforma constitucional, y luego llamar a
elecciones constituyentes donde su fuerza debería conseguir más de la mitad de
los votos de la sociedad. Para eso se requiere tiempo y, durante ese tiempo,
los precios seguirían conviviendo, como hasta ahora, con un gobierno sin plan.
Una solución que
no se puede aplicar, en principio, difícilmente sea una solución.
Pero, ¿qué pasaría
si se aplica, si -digamos- Milei obtuviera un ochenta por ciento de los votos
en octubre y, de esa manera, al estilo del salvadoreño Nayib Bukele,
consiguiera algo así como la suma del poder público?
En las últimas
horas, una consultora difundió entre algunos de los empresarios más importantes
del país un texto muy sencillo de entender. Contiene algunos números, pero no
muchos. El trabajo explica que el “tipo de cambio de dolarización” surge de
dividir todos los pesos que circulan por todos los dólares que puede usar el
Estado para capturar esos pesos. El texto sostiene que, si el gobierno
dolariza, todo aquel que tenga pesos deberá cambiarlo por dólares, pero también
requerirá dólares quién tenga pesos depositados a la vista o a plazo fijo, o
quien tenga bonos del Estado. Para que esa demanda sea satisfecha, el gobierno
deberá entregar dólares por un monto equivalente. Por lo tanto, esos dólares
deberán tener un valor que les permita aspirar los pesos, o satisfacer esa
demanda.
En el momento de
hacer cálculos, el informe explica que los pesos en circulación son 27 millones
de millones de pesos, o sea, 27.000.000.000.000 pesos. Y los dólares en poder
del Estado son 4 mil millones. Al dividir los unos por los otros surge el tipo
de cambio dolarizador: 6.750 pesos por dólares. Otros informes calculan que ese
resultado, dependiendo de distintas variables, oscilaría entre 3.400 y 13.500
pesos por dólar. La variación se explica por la incidencia de variables que
puedan modificarse en medio de la dinámica electoral.
O sea, en estas
condiciones, la dolarización con pocos dólares produciría una de las
devaluaciones más fuertes de la historia humana. El dólar se multiplicaría, en
el mejor de los casos, por quince y en el peor por casi cincuenta. La inflación
destruiría los salarios en cuestión de segundos. ¿Qué pasaría con Milei en ese
caso? Cientos de países han tenido éxito con la aplicación de planes de
estabilización mucho menos traumáticos. Es difícil de entender por qué alguien
apelaría a un salto al vacío de este tipo.
El trabajo citado
admite que en las cercanías de Milei se especula con un escenario alternativo.
Los libertarios sostienen que el plan económico generaría tales niveles de
confianza que los bonos argentinos multiplicarían su valor. Si eso ocurre, el
Banco Central podría vender los bonos en su poder, conseguiría así 67.500
millones de dólares y con eso lograría dolarizar a un valor del dólar mucho más
bajo y parecido al blue de esta semana, como aseguró Milei.
Este planteo
enfrenta tres problemas:
1- Tal vez el plan
económico de Milei no genere la confianza que imaginan. No sería la primera vez
que ocurre. De hecho, no hay demasiados inversores que expresen esperanzas al
respecto. Si, en ese caso, confiado en una respuesta favorable de los mercados
que no llega, un nuevo gobierno fija un tipo de cambio dolarizador demasiado
bajo para responder a la demanda, eso generará -sostiene el informe- una
corrida imparable: mucha gente querrá dólares que no existen.
2- Si, en cambio,
provoca semejante confianza en los mercados, el Banco Central podría vender los
bonos para hacerse de dólares y con eso sostener un tipo de cambio dolarizador
de 450 pesos. Pero, al entregar bonos, aumentaría la deuda en dólares del
Estado. En este caso, por 67.500 millones dólares.
3- Pero, además,
devaluar de 240 a 450 -si pudieran poner ese techo- también produciría una licuación
brutal del salario real.
O sea, el plan es
difícil de implementar legalmente. Pero, además, conlleva riesgos dramáticos de
una megadevaluación o, en caso de calcular mal, una corrida que se llevaría
puestos a los bancos. Si todo sale como planean los libertarios, la deuda en
dólares aumentaría de manera estremecedora y, además, el salario real sufriría
un nuevo recorte.
Esta semana,
Alejandro Rodríguez sumó otro de los riesgos: que el Estado, en lugar de
cambiar los pesos por dólares, termine cambiándolos por Patacones. Rodríguez
explicó que una eventual dolarización generaría condiciones tan rígidas para el
acceso a dólares que los mismos gobernadores, utilizando las atribuciones de un
régimen federal, emitirían inmediatamente cuasimonedas con las que, por
ejemplo, pagarían los sueldos. ¿Cómo cotizarían esas monedas respecto del
dólar? ¿Cuánto se podría comprar con ellas?
Se trata
ciertamente, de un escenario distópico, pero que tiene un elemento más complejo
aún. Si Milei logra un resultado en las primarias que lo coloca en una posición
de favorito para llegar a la presidencia, puede que se dispare una demanda
desesperada de dólares. En ese caso, varias consultoras predicen que un
escenario de crisis, mucho peor que la actual, se dispararía en agosto.
Como se ve, hay
situaciones más delicadas para discutir que las supuestas conductas privadas de
tal o cual candidato. La Argentina se asoma a una de las transiciones más
angustiantes e inciertas de su historia democrática. Si los candidatos
alternativos no se esmeran en construir opciones creíbles y potentes, tal vez
estemos cerca de vivir momentos inolvidables, en el peor sentido del término.