que el coronavirus se originó en un
laboratorio chino: “El Partido Comunista debe rendir cuentas por sus mentiras”
Lucas Goyret
Infobae, 17 May,
2023
Este miércoles el
senador republicano de Estados Unidos, Marco Rubio, presentó un extenso informe
de 328 páginas, acompañado de un corto documental, que explica en detalle cómo
se originó el COVID-19 y revela cómo fue el accionar de las autoridades chinas
ante una emergencia sanitaria que tuvo un enorme impacto mundial.
La conclusión a la
que llegaron los expertos es contundente: el coronavirus se originó a raíz de
un accidente ocurrido en un laboratorio estatal en Wuhan. El informe, titulado
“Una situación compleja y grave”, también revela que, consciente de lo que se
estaba gestando en la capital de la provincia de Hubei, el régimen de Xi
Jinping decidió “ocultar la verdad”.
“Las implicaciones
son imposibles de ignorar: Beijing ocultó la verdad. Este informe refuerza la
necesidad de responsabilizar al Partido Comunista Chino (PCCH)”, advirtió el
senador Rubio, quien al mismo tiempo destacó que “después de años de censura,
hay una creciente evidencia de que algún tipo de accidente de laboratorio es
responsable de la pandemia”.
El informe está
basado en numerosas fuentes publicadas en inglés y chino “para examinar la
postura adoptada por las autoridades de la República Popular China (RPC) en
materia de bioseguridad, bioprotección y salud pública desde 2018 hasta 2021″.
Es decir, también hace un seguimiento de las circunstancias previas al
surgimiento del virus.
“Muchas de las
cuestiones descritas ya han aparecido en otros informes, pero su importancia se
vuelve a poner de manifiesto cuando se analizan cronológica y colectivamente.
Es la primera vez que se recoge información considerable procedente de fuentes
chinas, lo que arroja una luz muy necesaria sobre cuestiones clave y
proporciona un nuevo contexto al conjunto de la información existente”, subraya
el reporte.
Los autores del
informe afirmaron que los esfuerzos del régimen chino por evitar que se conozca
el momento exacto y la causa original del coronavirus “son los que hicieron
necesaria” la elaboración de este complejo trabajo de investigación.
En ese sentido,
explicaron: “Como ha demostrado su negativa a cooperar plenamente con la
Organización Mundial de la Salud, los esfuerzos de Beijing por mantener estos
hechos fuera del alcance del mundo no cesan. Los científicos aún no han logrado
rastrear el origen porque se les ha negado el acceso a los datos que
facilitarían un estudio retrospectivo de su epidemiología genómica. Los datos
epidemiológicos divulgados por el Partido Comunista Chino parecen haber sido
curados para crear un laberinto informativo que conduce a la perplejidad
perpetua”.
El estudio
identificó una gran variedad de pruebas significativas que evidencian que las
autoridades chinas y las altas figuras de la comunidad científica del país
tenían “cierto nivel de conocimiento” de un brote de enfermedad infecciosa
“mucho antes de la primera divulgación de esta información al público el 31 de
diciembre de 2019″.
Asimismo, la
información recopilada por los expertos, incluida la proveniente de fuentes
oficiales chinas, revela que en el Instituto de Virología de Wuhan (WIV, por
sus siglas en inglés) de la Academia China de Ciencias (CAS, por sus siglas en
inglés) -gestionado por el Estado-, se produjo “un grave fallo o accidente de
biocontención, probablemente relacionado con un patógeno viral”. De acuerdo con
lo concluido por los especialistas que participaron del informe, este accidente
tuvo lugar en el segundo semestre de 2019.
“Las pruebas
indirectas sugieren que los más altos dirigentes del Partido Comunista
probablemente tenían al menos un conocimiento limitado de este incidente de
laboratorio a más tardar a mediados de noviembre de 2019″, sostiene el reporte.
Según lo expuesto
en el estudio, este hecho se produjo en medio de un clima de creciente presión
política sobre la Academia China de Ciencias para poner en marcha el nuevo
complejo de laboratorios BSL-4, insignia del Instituto de Virología de Wuhan, y
el primero de su tipo en China. Los expertos indican que las autoridades del
régimen también venían presionando a la comunidad científica “para producir
avances tecnológicos en poco tiempo que liberarían al país de su llamado
problema de ‘estrangulamiento’”.
Con pocas
excepciones, las empresas chinas siguen dependiendo de fuentes extranjeras de
tecnologías básicas. Los dirigentes del Partido Comunista se refieren a esta
dependencia del exterior como el “problema del estrangulamiento”, que es un
tema recurrente de preocupación en la Academia China de Ciencias, así como en
otras instituciones estatales de investigación encargadas de cumplir los
objetivos científicos y tecnológicos establecidos por el régimen.
Los autores
destacan que la metodología de investigación de los científicos chinos refleja
que comenzaron a trabajar a más tardar en noviembre de 2019, es decir casi dos
meses antes de que el Gobierno chino revelara la existencia del SARS-CoV-2.
Según el informe, los científicos venían estudiando los coronavirus desde 2004
y el centro de esta investigación es el WIV, donde se abrió el primer
laboratorio de nivel 4 de bioseguridad de China en 2017 o principios de 2018.
Una empresa china
construyó el laboratorio utilizando un diseño francés modificado y en 2018 se
aprobó financiación estatal para al menos dos proyectos de investigación sobre
coronavirus.
Al conocer estos
primeros reportes desde Wuhan, el gobierno de Xi Jinping, en lugar de adoptar
medidas para contener la propagación del incipiente virus y de impulsar una
campaña de concientización e información, optó por hacer todo lo contrario. Los
dirigentes del Partido Comunista respondieron con “un estricto control de la
información, ofuscación, desorientación” y una cruda represión y persecución
contra los denunciantes. Además, “destruyeron” pruebas clínicas clave, que hoy
en día podrían ser vitales para conocer de primera manera el origen de la
pandemia.
El informe
divulgado por el senador Rubio sostiene que el régimen chino compartió la
información a la comunidad internacional con claros retrasos. En una primera
instancia reportó un brote de neumonía; luego admitió que el nuevo coronavirus
era el agente causal; y por último publicó la secuencia genómica. “En los tres
casos, Beijing poseyó la información relevante durante algún tiempo antes de
compartirla, y sólo la reveló cuando se vio obligada a hacerlo por
circunstancias ajenas a su voluntad”.
Otro hecho que
llamó la atención en esos primeros meses de alerta mundial es que el régimen de
China presentó una patente para una vacuna contra el covid-19 recién el 24 de
febrero de 2020.
Desde el inicio de
la pandemia a la fecha, la OMS estima que se registraron más de 650 millones de
contagios y más de 6,6 millones de muertes fueron reportadas al organismo. No
obstante, la agencia de Naciones Unidas aclara que ambas cifras son altamente
superiores.
Los meses previos
al primer reporte oficial
El informe también
comparte en detalle cómo fueron los primeros hechos que tuvieron lugar tras el
accidente en Wuhan, y que el régimen decidió esconder.
El 12 de
septiembre de 2019, el Instituto de Virología cerró inesperadamente su base de
datos de virus online. Una semana después, informó al aeropuerto de Wuhan sobre
un presunto “simulacro” de un brote de un “nuevo coronavirus”.
El 21 de ese mes,
apenas nueve días después, un residente de esa ciudad -que fue identificado
como Su-, murió a causa de lo que se cree que pudo haber sido covid-19. La
paciente de 61 años había sido ingresada al Hospital Provincial Rongjun de
Hubei, en el distrito de Hongshan. Algunos de sus datos personales fueron
revelados en ese entonces a una revista médica china. Al parecer, quien brindó
la información, identificado como profesor Yu, llamó al reportero dos días
después de la entrevista para retractarse de sus declaraciones. Esto fue tomado
como una clara presión de las autoridades contra Yu.
En octubre, el
Congreso chino, controlado por el Partido Comunista, revisó un proyecto de ley
de bioseguridad en el que se califica de “sombría” la situación e identifica
como una amenaza los “laboratorios que filtran agentes biológicos”.
En este contexto
el régimen decidió seguir adelante con los Juegos Mundiales Militares, que se
desarrollaron entre el 18 y el 27 de octubre. Para participar de esos Juegos
más de 9.000 atletas internacionales en representación de más de 109 países
viajaron a Wuhan. Entre ellos había atletas de Francia, Italia, Alemania,
Luxemburgo y Canadá. Tras su estadía en esa ciudad china, muchos informaron que
se enfermaron mientras estaban en Wuhan, con síntomas similares al del
covid-19. Según los informes, de hecho, once atletas iraníes murieron. “Existe
una correlación entre el número de individuos que viajaron al evento y el
número de casos de COVID-19 en el país al que regresaron”, concluyó un estudio
elaborado para analizar la correlación entre ese viaje y las personas que
posteriormente se enfermaron.
Ya en noviembre,
las autoridades comenzaron a reportar varios casos de coronavirus. Sin embargo,
no los hizo públicos.
Un funcionario
viajó desde Beijing hacia a Wuhan para entregar “importantes instrucciones
orales y escritas” en respuesta a “la compleja y grave situación que enfrenta
actualmente el trabajo de seguridad”. Se trataba de Ji Changzheng, director de
la Oficina de Seguridad Tecnológica de la Oficina General de la CAS.
El 1 de enero de
2020, las autoridades del distrito de Hanjiang, en Wuhan, desalojaron a los
vendedores del mercado de marisco de Huanan e informaron al público de que el
funcionamiento del mercado quedaría suspendido hasta nuevo aviso. El día
anterior, las autoridades habían enviado equipos sanitarios para empezar a
desinfectar el lugar. La mayoría de los mercados de Wuhan reabrieron cuando se
levantó el bloqueo impuesto en la ciudad el 8 de abril, no así el Mercado de
Huanan. Los especialistas interpretaron el cierre y los esfuerzos de limpieza
como intentos de las autoridades de destruir las pruebas de un brote zoonótico
en el mercado, especialmente tras la historia del SARS-CoV-1 que se propagó a
la población humana a través de la zoonosis en un mercado en el sur de China en
2003.
También a partir
del 1 de enero, las autoridades locales de Wuhan y las autoridades centrales de
Beijing tomaron represalias contra los médicos que denunciaban la existencia
del virus. Ese día por la tarde, la Oficina Municipal de Seguridad Pública de
Wuhan anunció en su cuenta oficial de la red social Weibo que “ya había
investigado y tratado con arreglo a la ley a ocho propagadores de rumores”, que
habían “difundido y vuelto a publicar información falsa en Internet que causó
un efecto perjudicial en la sociedad”. El Diario del Pueblo, portavoz oficial
del PCCh, publicó un artículo en la mañana del 2 de enero en el que destacaba
la noticia de que esas personas habían sido castigadas. Más tarde, ese mismo
día, la cadena estatal CCTV también emitió la noticia
Con esta
información recopilada por el equipo de investigación reunido por Marco Rubio,
la evidencia demuestra que el régimen chino negó desde el principio la
posibilidad de que el coronavirus tuviera como origen un laboratorio de Wuhan.
Pero al mismo tiempo, el Partido Comunista advertía a sus funcionarios de
dichos riesgos y desplegaba nuevas medidas para prevenir accidentes de
laboratorio.
El informe revela
que desde diciembre de 2019 y hasta octubre de 2021, los investigadores del
Instituto de Virología de Wuhan presentaron patentes para invenciones
destinadas a resolver problemas con el sistema de presión de aire diferencial
del laboratorio, equipo de “biocontención” y manejo de residuos. “Cualquiera de
estos problemas podría haber dado lugar a que un patógeno escapara del complejo
del laboratorio. Los investigadores confirmaron este punto al explicar que sus
inventos estaban pensados para prevenir precisamente ese escenario”.
Problemas y
preocupaciones que no se remontan únicamente al momento del accidente ocurrido
en 2019. El estudio recuerda ya en 2015, algunos científicos habían puesto en
duda si los beneficios potenciales que se obtendrían de la investigación
impulsada por el laboratorio de Wuhan, que implicaba la manipulación artificial
y la creación de coronavirus quiméricos, merecían los considerables riesgos
para la salud pública. Dos años después, otros científicos expresaron su
preocupación por la “fuga de patógenos”, a raíz del historial de fugas de
laboratorios de China.
Los expertos
recuerdan que el SARS-CoV-1 se escapó del Instituto Nacional Chino de Virología
de Beijing en cuatro oportunidades durante 2004, infectando al menos a dos
investigadores y causando algunos casos de propagación limitada en la comunidad
que provocaron una muerte. Ese virus también infectó a investigadores de
Singapur y Taiwán en 2003.
Los primeros
informes en el propio WIV también revelaron posibles infracciones en las normas
de seguridad de los laboratorios. En enero de 2011, una inspección de los
laboratorios del Instituto de Wuhan, que trabajaban con patógenos, “descubrió
que algunos grupos de investigación y departamentos de apoyo no cumplían las
normas en determinadas áreas y habían ocultado peligros para la seguridad con
el almacenamiento de muestras bacterianas y víricas y aspectos de sus
actividades experimentales”.
A más de tres años
del inicio de la pandemia, y con millones de vidas pérdidas en el camino, el
saldo de la gestión del régimen chino y el Partido Comunista contra el
coronavirus habla por sí solo. Por este motivo, y también por las catastróficas
consecuencias que tuvo el covid-19 sobre la economía y la seguridad global, el
senador Rubio y los investigadores que formaron parte del informe aseguran que
el Partido Comunista “debe rendir cuentas por sus mentiras”.