Alberto Buela (*)
Las elecciones de
octubre tienen tres protagonistas: el oficialismo kirchnerista con Massa, el
liberalismo con Bullrich y el anarquismo liberal con Milei.
Los dos primeros
son progresistas, uno de carácter socialdemócrata y otro liberal, en tanto que
el tercero es un liberal contestatario. De modo que el pueblo argentino tiene
dos opciones: el progresismo o el liberalismo a ultranza. No existe una tercera
opción.
Como alguno de los
tres va a ganar las consecuencias pueden ser las siguientes: si gana Massa todo
lo malo en que estamos se seguirá, forzosamente, profundizando, pues con la
misma dirigencia y el mismo funcionariado del Estado no se puede cambiar
aquello a donde ellos mismos nos llevaron.
Si gana Bullrich,
que no es otra cosa que kirchnerismo con buenos modales, algo va a cambiar para
que no cambie nada: el gatopardismo.
Y si gana Milei,
no va a poder gobernar y por lo tanto las cosas van a empeorar para el pueblo
argentino.
Esta última
posibilidad nos puede introducir en un enfrentamiento interno de las partes,
que será lo más parecido a una guerra civil.
El estado de
debilidad del gobierno actual se va a radicalizar y las tensiones
internacionales con nuestros vecinos, que ya se notan (Paraguay no quiere pagar
la regalías de Yaciretá, la armada chilena, que no descansa, edita mapas
apoderándose de territorio marítimo argentino y Uruguay no acepta el peso),
apuran la zozobra.
Todo esto, y mucho
más, nos permite vislumbrar el desmembramiento próximo (si ya no está) del
Estado argentino.
Y ante un hecho
semejante la guerra civil es un fenómeno que está ad portas.
No tenemos ni un
solo, dirigente de peso, (militar, sindical, eclesiástico, empresario o
financiero) patriota. Han abandonado la idea de soberanía como propugnaba el
canciller de Alfonsín, Caputo.
Al gran filósofo
Heidegger, cuando estaban entrando los rusos en Berlín, le preguntaron ¿qué
espera maestro? Y respondió: que el final no se demore.
El sujeto político
por antonomasia que es el pueblo, una vez más, es tomado como legitimador de
candidatos que no lo representan.
arkegueta,
aprendiz constante