POR DARDO GASPARRÉ
La Prensa,
30.09.2023
Como alguna vez
dijera el gran filósofo neolibertario Luis Barrionuevo, Argentina se arregla si
paramos de robar dos años. Tal vez con
la inflación ahora habría que pensar en cuatro años, pero el concepto es el
mismo. Es que no hace falta demasiada investigación para comprender que la
corrupción es generalizada, es multipartidaria y es multisectorial.
Cualquiera que
esté dispuesto a emitir una factura más o menos legal y retornar algo de lo que
cobra a alguno padrone, califica para participar del robo. Empresarios,
concesionarios, licitadores, sindicalistas, todos son la mafia, o la casta,
como se le quiera apodar. Se trate de una gigantesca obra pública que por
supuesto, sólo puede hacer el Estado o de una modesta vendedora de ilusiones
que tira el tarot en un Banco del estado (¿determinarán así las inversiones?)
En algún momento
existió una cierta proporcionalidad en el robo, es decir, los pequeños
soldaditos participaban en cantidades modestas del reparto. Hoy, las cifras que
se manejan son espeluznantes. Que un puntero-funcionario de cuarto o quinto
nivel le haya pagado 20 millones de dólares a su esposa con motivo de su
separación, es apenas una noticia de panelismo farandulero, cuando en realidad
debería generar un juicio penal y hacer meditar en lo que la sociedad normaliza
y tolera con resignación.
La vergüenza del
robo con las tarjetas de débito, un acto de colusión multipartidaria y
multisectorial escandaloso, une a movimientos y políticos viejos y nuevos,
igual que lo hacen los candidatos que cambian de un partido a otro y dicen todo
lo opuesto que hace pocas semanas, sin que nadie parezca comprender que ello es
un escupitajo a la sociedad, pero también un castigo que la sociedad merece por
creer en cualquier dios, en cualquier milagro, en cualquier fanatismo. Lo que,
como se puede ver, no es un atributo exclusivo del peronismo.
Por eso, la
columna insiste en bajar el gasto del Estado, que no sólo ha subido en las
últimas dos décadas desproporcionada, injustificada y perversamente, sino que
ha configurado una estafa a los más pobres y marginados, a los que
supuestamente supone ayudar.
Ahora que parece
que la realidad ha puesto en su lugar la magia monetaria salvífica, y que los
discursos facilistas chocaron contra la aritmética elemental, es más importante
que nunca la tarea de bajar el gasto del Estado, en todas las jurisdicciones,
causa de la emisión, consecuentemente de la inflación y de la destrucción del
sistema de precios e inversión del país.
LELIQ IMPAGABLES
Para que no quede
ninguna duda, uno de los rubros más importantes del gasto del estado, aunque no
se contabilice como tal en el Presupuesto - esa payasada- es el interés de las
Leliq, o de los Plazos Fijos, según como se quiera poner, que también es una
erogación que Argentina no puede pagar, aunque se hayan ensayado alquimias
diversas para cambiarla por boletos capicúa, o similares. Convalidar un Moral
Hazard para salvar del riesgo país a los supuestos “pequeños ahorristas”
siempre será hipotecar la producción con algún formato.
Por eso la columna
sigue insistiendo en ideas para bajar el gasto, que no pretenden ser integrales
ni siquiera las correctas, pero que muestran el trabajo minucioso y de gestión
que hay que hacer para no proceder “a lo Massa”, y usar la inflación para
despojar a la producción y al trabajador auténtico de todos sus derechos. El
racional en este punto podría ser: “como lo que se roba es un porcentaje del
gasto, cuanto menos gasto menos robo, y entonces más eficiencia y menos
impuestos y costos”.
Aunque se intente
hacerlo, no es tan fácil discrepar de este concepto, salvo que se crea que
cambiar de partido, de boleta, de jurisdicción o de cargo para el que los candidatos
se postulan, sea una redención, una conversión en el camino a Damasco, un
mantra que troca a los malos en buenos por el solo hecho de cambiar de sigla o
de lema partidista.
Así como hay
quienes se perciben de diferente género al natural, u otras percepciones,
pareciera que los candidatos se perciben de pronto en un formato distinto a su
historia, o simplemente a lo que hicieron o dijeron hace dos años, o uno, o
tres semanas, según les convenga. Una población crédula y convenientemente
fanatizada o barrabravizada elige dejarse engañar. Ojalá el horóscopo funcione.
Tras este introito
que parece necesario, habrá que concentrarse nuevamente en la tarea de bajar el
gasto, tarea aburrida, desgastante, impopular y sobre todo imposible frente a
la ignorancia de cómo se encaran esos procesos, o a la conveniencia de no
encararlos.
EL MAESTRO BRODA
En una entrevista
de esta semana el economista Miguel Ángel Broda, (con quien el autor de esta
columna tuvo el honor de compartir los insultos y agravios del ministro Cavallo
hace 30 años por enrostrarle la corrupción del régimen automotor) sostuvo que
para encarar semejante tarea de austeridad hacían falta 3.000 funcionarios muy
capacitados. La columna lamenta disentir del maestro Broda: hacen falta no
menos de 30.000 fiscales del gasto para poder bajarlo seriamente, recuperar la
confianza y no hacer un desastre social. En cambio la columna coincide con Broda
en que los dos partidos opositores principales, que al menos en los papeles
defienden la libertad de mercado y la inversión privada, deberían unirse en
esta colosal tarea. (La columna cree sin embargo que eso no pasará)
Un tema crucial es
el falso federalismo que ha creado jurisdicciones provinciales y municipales
mezcladas con punteros que son federales para gastar pero unitarias cuando se
trata de pasar el cepillo del mangazo. Son las que se ingeniaron para hacer que
todo cambio en la coparticipación federal deba ser unánime, salvo que aumente.
Es evidente que
todo lo que se aplica al gasto del gobierno federal, tanto en el volumen como
en las prácticas para controlarlo y restringirlo, los análisis de contratos,
concesiones y juicios y todo el paquete de trucos indios del robo, debe
aplicarse también a esas satrapías. No deben subestimarse las comunas, todo el
sistema es rampantemente corrupto. Todos los sátrapas son millonarios en
dólares. (En eso tienen razón algunos teóricos: los ladrones ya eligieron
dolarizarse)
Domingo Cavallo,
Carlos Rodríguez y todo su equipo saben que el interior fue la causa central
del estallido de la convertibilidad, al no poder reducir su gasto ni su deuda
en sus mil formatos. De modo que hay que contar con que aún en los casos de que
un gobierno local sea del mismo partido que el del Poder Ejecutivo Nacional, la
resistencia a cualquier ahorro y a cualquier control será sorda pero durísima.
Algo parecido
sucederá con el pacto sindical-empresario, que la lleva casi 80 años de
vigencia. Todo intento de morigerar a los prebendarios será respondido con una
huelga inmediata de los trabajadores del sector. Pasaba así en la década del 40
con los sindicatos de la industria azucarera prebendaria, acaba de pasar con la
obra pública “del estado”, que en rigor es un sistema de licitación a privados
que no son otra cosa que una gigantesca causa de los cuadernos, como se ha
dicho aquí.
Quienquiera
gobierne tendrá que encontrar elementos de presión, (sí, presión) para obligar
a esas satrapías a proceder con responsabilidad y seriedad. Por eso hay que
buscar mecanismos para limitar los impuestos coparticipables. La reciente
eliminación virtual del Impuesto a las Ganancias en el sector de altos ingresos
reduce el gasto coparticipable, pero obviamente ya se están negociando que
otros impuestos hoy no coparticipables, como el de débitos y créditos
bancarios, se transforme en coparticipable, otra aberración, que debería ser
combatida por todos los partidos de la oposición, si no tuvieran en sus entrañas
tantos kirchneristas.
Por eso en el
nuevo Presupuesto, aunque no suene ortodoxo, hay que copiar al kirchnerismo. Es
decir, subestimar la inflación. De ese modo, toda la recaudación adicional pasa
a ser en buena parte de libre disponibilidad del PEN, con lo que puede usar
esos fondos no coparticipables para bien, es decir para negociar con las
provincias la adopción de políticas fiscales serias y de reducción de impuestos
alevosos. No hay manera de utilizar la persuasión para lograr esa adhesión. Mafia
contra mafia.
ACORDAR CON LA
CORTE
En esa tarea, como
en otras de las que se vienen enunciando, será fundamental acordar con la Corte
Suprema la interpretación y aplicación de las leyes vigentes y la eliminación
de excesos de todo tipo que se vienen cometiendo. No muy distinto a lo que hizo
Menem. La Corte, como cabeza del Poder Judicial, tiene que estar conteste con
la política de austeridad y evitar la utilización de la Constitución como un
preservativo para defender privilegios o negociados, y actuar velozmente. Si no
se logra esa comprensión y participación de la Corte en todo el esfuerzo de
reducción de gastos y robos, casi carece de sentido emprender la tarea.
Debe tenerse
presente que, contra lo que indica la CN, los diputados de cada provincia se
han tornado dependientes, como si fueran empleados, del gobierno provincial o
de su partido, lo que torna imposible cualquier proyecto serio de ajuste,
austeridad o seriedad fiscal.
Paralelamente, no
parecería demasiado serio que se encarase esta colosal tarea sin que la
política ofrezca un permanente ejemplo de austeridad y prudencia en sus
gastos. Es superfluo enumerar los
escandalosos abusos en todas las áreas de los tres poderes, cuya sola
comparación con cualquier otro país de cualquier tamaño oscila entre el
ridículo y la lágrima. Eso también es robo, aunque se disfrace de asesorías,
jubilaciones de privilegio, viáticos, gastos especiales, pasajes, viajes,
congresos, y cualquier otra denominación más o menos ingeniosas.
Difícilmente en
esas condiciones se pueda hacer creer que hay equidad o seriedad si se suprime
un subsidio de 20 mil pesos pero se mantienen los gastos que insumen el
Parlasur, el Congreso y su vergonzosa biblioteca de Babilonia, (por lo cara)
las legislaturas y organismos comunales, y cuanto otro gasto disimulado se
oculte debajo de cada piedra que se levante. Si no se puede poner coto a ese
robo por planilla, es inútil cacarear que se va a arreglar ninguna cosa. (Las
múltiples jubilaciones y pensiones de Cristina Kirchner son un fácil ejemplo,
pero muestran la poca capacidad de ira y enojo que tiene el pueblo de la patria
ante el despojo)
La Corte, además,
junto al Consejo de la Magistratura en una versión no prostituida por el
kirchnerismo, tiene la tarea pendiente y grave de eficientizar la Justicia. No
ya, o no sólo, en costos. En velocidad, en simplificación, en probidad, en
mejoras de los procesos. El ataque injusto de la señora de Kirchner para no ser
imputada, y su propuesta de una reforma socialista, ha paralizado los reclamos
de los necesarios cambios y mejoras en el sistema judicial, para no aparecer
apoyando los despropósitos de la condenada vicepresidente. Sin embargo, esas
demoras, esos prevaricatos, esos negocios judiciales también son un gasto que
el país soporta. Y también son un robo.
Tómese el caso de
los negocios del fuero laboral, que basado en una interpretación
deliberadamente errónea del principio in dubio pro operario asegura que
cualquier juicio contra un empleador termina con una fuerte pérdida para el
mismo, con o sin razón, aún en contra de la ley luego con una indexación
delirante que lo conduce a la quiebra. Cuando los empresarios hablan de
modernizar los convenios, o el sistema laboral, en rigor quiere decir liberarse
del yugo judicial que transforma cada juicio en un enorme negocio para todos
sus participantes y en la quiebra para el condenado. Eso no sólo es gasto, sino
que facilita la oposición sistemática a cualquier intento de solución. Y
definitivamente, atenta contra la inversión y el empleo, aunque no sea el
motivo de esta nota.
Sin claros
pronunciamientos de la Corte en estos aspectos, no hay solución.
EL ESTADO NO
EMPRENDE
Un rubro clave,
que requiere, además de conocimiento, gestión y agallas una vocación rayana en
el heroísmo o en el martirio, es el de las empresas del Estado. Existen grupos
de estas seudoempresas (el Estado no emprende nada, por definición) que son más
fáciles de encuadrar, si bien no de resolver. Aerolíneas, una cueva de
bandidos, además de inviable y gastadora serial, Telam, Televisión Argentina,
no tienen razón de existir.
La primera,
Aerolíneas, impide además el desarrollo de un verdadero sistema de transporte
aéreo que en serio conecte a todos los habitantes del país a tarifas
razonables. Por supuesto que requiere un estudio profundo pero no para analizar
si debe subsistir o no, sino para estudiar y aplicar los mecanismos de
eliminación y de respuesta a la lucha subversiva y saboteadora que se producirá
aun antes de tomar ninguna medida. Es acaso la mejor síntesis del gasto público
argentino. Inútil. Ineficiente, corrupta, atrasada y saboteadora de todo
intento de progreso o eficiencia. Cueva de delitos de todo tipo de
delincuentes, desde Yabran y sus socios o sucesores.
No se debe caer en
el error de intentar que sea rentable, ni de eficientizarla, ni de hacer que
deje de ser deficitaria. Tampoco de entregarla a su personal, porque se
convertirá en un permanente subsidio y en una continuidad monopólica. Desde
1943 en adelante, todos los iluminados que intentaron “desde adentro” tratar de
hacer rentables y eficientes las empresas mussolinianas del peronismo, fueron
devorados o absorbidos por vaya a saber qué mancha voraz. Debe primero dejar de ser línea de bandera y
luego desaparecer.
Ni siquiera tiene
sentido intentar privatizarla, porque terminará siempre en el mismo punto. Se
debe dedicar el tiempo, el conocimiento y el esfuerzo desde afuera a ver el
modo legal y práctico de hacerlo: cielos abiertos, aeropuertos, apertura de
rutas aéreas, y un mecanismo que facilite la absorción de personal capacitado,
que sin duda lo tiene, por los nuevos protagonistas. La solución del problema
de este monopolio implicará casi una guerra civil, guerra que hay que enfrentar
y vencer, porque simboliza la reacción ante cualquier cambio similar. Semeja
mucho a la huelga de los controladores o de los mineros que soportaron Reagan y
Thatcher.
Por supuesto que
este tema implica revisar íntegramente la operatoria de Aeropuertos 2000 y sus
negocios y acuerdos con el ente estatal de contralor, el diabólico ORSNA, que
forman parte de un mismo paquete, más allá de lo formal. Nada más que este
punto requiere una dosis de tiempo, capacidad, conocimiento de múltiples
aspectos, coraje, honestidad y decisión. Si no se puede cruzar este Rubicón,
apenas se cruzarán charquitos.
Telam y Televisión
Argentina, junto con otros entes similares, deben desaparecer de inmediato, y
su personal estable engrosar la lista única de sueldos-subsidios que se
propusiera en la nota anterior. No es necesario, ni constitucional ni cierto,
que haga falta un ente de noticias oficiales, más bien al contrario, se opone a
todo concepto democrático. Tampoco es cierto que se requiera un canal de la
magnitud del actual para fomentar la cultura, suponiendo que eso sea lo que se
ha venido haciendo hasta ahora, además de ser refugio de inútiles. También aquí
habrá que dedicar gestión y capacidad de comunicación para pelear la batalla
mediática y supuestamente “cultural” que la decisión de cerrar estos merenderos
desatará.
La obligación de
la publicidad de las medidas de gobierno es mucho más modesta que el despliegue
de publicidad de ideología oficialista que se ha venido desarrollando a un alto
costo. Se ha confundido deliberadamente la publicidad de las medidas del Estado
con la publicidad del oficialismo. Basta ver los avisos. Esto vale también para
la Pauta, cuya reducción le valió tanto odio de periodistas enojados. Esa pauta
debe reducirse todavía más. Contribuirá a la limpieza del sistema y a reducir
costos.
También aquí, la
tarea, además de luchar contra los subsidiados protestadores y apedreadores
será encontrar la manera legal de llevar adelante el cierre y de suplir, en
algunos casos mínimos, la tarea de comunicación legal de los actos de gobierno
y algunos aspectos culturales. Un canal de cable bastaría.
Está claro que la
sola enunciación de estos tres casos da una idea de la batahola ideológica que
se aproxima, pero que no habrá más remedio que enfrentar y serenar si se quiere
en serio producir los cambios de fondo que todos prometen.
EL CASO DE YPF
Las empresas
estatales se pueden dividir a grandes rasgos entre las que deben cerrarse y las
que requieren acción especial. Tal es el caso de YPF. Como es sabido, la
empresa se privatizó a precio de mercado, una buena decisión que no fue
sostenida a causa de la incertidumbre cambiaria, los controles y manoseos
tarifarios y otras típicas trampas telúricas. Luego devino el desastre de la
colusión entre el Estado y Repsol para permitir la desinversión vía dividendos
alevosos, una barbaridad consentida por la SEC y las autoridades de contralor
locales, ya que se oponía a todas las normas. De ahí surge como contrapartida o
retorno la “venta” del 25% en dos etapas con control de la compañía a Eskenazi,
el “experto en mercados regulados” otra barbaridad informada a la SEC y
consentida por ésta.
Pocas empresas más
corruptas que la petrolera. Desde siempre. Las licitaciones y adjudicaciones
fueron el coto de caza de muchos “expertos en contratar con YPF” que enriquecieron
groseramente con sus negociados. Néstor Kirchner concesionó y prorrogó
concesiones por decenas de años sin licitación, y aún hoy sus negocios son un
misterio. Al mismo tiempo, ofrece una gran oportunidad para el crecimiento del
país, o al menos para generar dólares. No parece razonable intentar privatizar
la empresa, pero sí tiene sentido analizar todos los contratos vigentes en
profundidad, para ver el modo en que se realizaron las adjudicaciones y
licitaciones, los acuerdos, pactos y demás particularidades. Entre ellos, los
acuerdos con Pan American Energy, ampliamente beneficiada con ellos. No es el
único caso.
Esta empresa
requiere por un lado un management profesional de primerísima línea, por el
otro una auditoría de gestión profunda, y siempre el ojo vigilante de toda la
sociedad. Su futuro tiene mucho que ver con la liberación del mercado cambiario
y de los sistemas tarifarios. Hoy funciona con un conjunto de reglas
excepcionales que no deberían ser una práctica. Al mismo tiempo, se impone
obligarla al cumplimento de todas las reglas que rigen a las sociedades
anónimas argentinas, incluyendo su auditoría, y las de la SEC. Si se quiere
pensar en privatización habría que esperar algunos años a que su funcionamiento
previo y actual esté clarificado y optimizado. Una de las posiciones más
difíciles de llenar para cualquier gobierno.
Todas las empresas
o entes estatales requerirán una revisión, adecuación, mejora o análisis.
Tómese el caso del Conicet. Es aventurado decir que se debe cerrar, o que no
presta una función útil. La presta. Respetables profesionales reciben un
ingreso del ente. Muchas universidades privadas financian el costo de sus
profesores con aportes de este organismo. Al mismo tiempo, hay “infiltrados”
que reciben una remuneración por investigar el sexo de los ángeles. El
kirchnerismo se ha especializado en saturar con inútiles pagos todo el sistema.
Se arregla con gestión y elevando el nivel de exigencia. Requiere conocimiento,
trabajo, seriedad y nuevas reglas. Como casi todo. Obviamente, la solución
fácil y simple de cortar de un tajo lo que molesta o no se comprende bien es
pocas veces adecuada.
MONOPOLIOS
PRIVADOS
Hay otros
monopolios que no son estatales, sino privados, pero que también son graves y
alevosos, y requieren investigación y
sanción, como el caso de Telecom-Fibertel-Personal-Cablevisión-Flow-Arnet, un
exceso que sólo puede explicarse si hubiese tenido lugar en Sicilia en 1930. No
es así la libertad de mercado. No es esa la teoría liberal, ni la de la escuela
austríaca, ni del capitalismo. La
justicia debería resolver y sancionar estos temas, como en EEUU, antes de
Biden.
Estos son unos
pocos casos que sirven de ejemplo de lo complicado y diverso de la tarea, si en
serio se quiere hacer con el soporte ciudadano. Hay casos distintos, como el
del cine, que tiene una cuota de corrupción y explotación de los regalos del
Estado apabullante, contra unos pocos casos que acaso justifiquen el subsidio.
Bastaría con decir que prácticamente sin excepción, ningún director paga los
préstamos que recibe. La experiencia personal del columnista apunta a un
alevoso saqueo de los fondos estatales. Difícilmente eso pueda ser interpretado
como un apoyo al cine nacional.
Sin embargo, la
sensibilidad exprés de Palermo, tan habitual, hace conmover a mucha gente que
no advierte las estafas. Aquí se requiere otro camino, para mostrar a la
sociedad caso por caso la realidad, a fin de que no se convierta en defensor de
una supuesta cultura. En este tipo de entes, no hace falta un gerente o un
presidente, hacen falta auditores y auditorías que hagan público los resultados
para mostrar a la sociedad el abuso.
Un punto central a
trasmitir es que el país y sus habitantes están en la ruina y en la pobreza. No
puede darse el lujo de subsidiar salvo las esencialidades. Si no se logra hacer
comprender este hecho, tampoco se podrán tomar las medidas correspondientes.
Ciertamente, se trata de una tarea de cirujano y no de carnicero, de bisturí,
no de motosierra, como se ha dicho aquí.
DRAMATICAS
UNIVERSIDADES
Otro ejemplo
dramático es el de las universidades. El sistema nacional es el más ineficiente
del mundo. Y no pasa por la gratuidad o no de la enseñanza, si bien es absurdo
que un país en la miseria regale su enseñanza a extranjeros, que luego se
marchan. Se recordará que Agustín Lanusse comenzó el hábito de crear
universidades de cercanía. Un mecanismo antieconómico y antiacadémico. No hay
posibilidades económicas de conseguir una buena enseñanza con la creciente
dispersión argentina. Mucho peor es cuando las universidades alimentan el
bolsillo y el populismo de algún puntero sublimado.
Para colmo de
males, los padres, que un día marcharon pidiendo el ingreso irrestricto de sus
hijos, un alegato colectivo por la ignorancia, lograron crear el CBC, mecanismo
que consume más de la mitad del presupuesto de cada universidad. No habrá
presupuesto que alcance y la excelencia se alejará cada día más. Los que no
querían que sus hijos tuvieran que viajar de Río Cuarto a Córdoba para educarse,
ahora ven a sus hijos marcharse a cuidar jardines en Canadá. Lo peor es que no
es cierto que el Presupuesto de las universidades no alcance. Como no es cierto
en ningún otro nivel de enseñanza. Todo se ha transformado en un mecanismo de
corrupción grande o pequeña, patrocinados por sindicatos casi siempre
trotskistas o similares, que han desprestigiado y bastardeado el mejor
mecanismo igualitario y de progreso individual conocido. La pregunta es:
¿Aceptarán las provincias y ciudades importantes perder sus universidades, que
creen un símbolo de saber y progreso? Y
la pregunta siguiente es: ¿Y quién las pagará? Dos preguntas que bien resumen
todo el problema del gasto argentino. Y de llevar el populismo en la sangre,
claro.
EL LUJO DE SER
SUPERFICIAL
Ningún gobierno se
puede dar el lujo de ser superficial en estos temas, ni de tomar decisiones
instantáneas y no coordinadas. Hablar de cambiar el país sin estudiar cómo
atacar este problema suena casi irresponsable. El gasto está ahí, pero requiere
trabajo, inteligencia, conocimiento y capacidad de comunicación reducirlo y
hacerlo eficaz. Eso es cambiar el país.
Se pueden listar
todos los gastos uno por uno, y todos requieren un tratamiento complejo,
inteligente, de gestión, de conocimiento y de análisis. Y probablemente no haya
una, sino ciento de soluciones, aplicables a los diferentes casos. Por eso la
columna pone estos ejemplos, y plantea la necesidad de contar con especialistas
de las dos fuerzas de oposición.
Del otro lado está
Massa, hoy peronista, mañana quién sabe, haciendo una rara chapucería en cada
cosa que toca, agravando cada problema que cree solucionar o que dice
solucionar, rompiendo cada vez más la sociedad y los consensos.
La oposición tiene
que unirse al día siguiente de la elección, porque es la única chance que tiene
el país. Si en cambio cualquiera de las dos fuerzas decidiese unirse abierta o
solapadamente con el peronismo en algunos de sus formatos, sindical, residual,
prebendario empresario, financistas cueveros o cualquier otra rama de la
mafiacasta, se condena al fracaso y condena a la extinción a la sociedad.
Una elección se
gana de mil maneras. Pero el triunfo verdadero es sacar al país de la miseria,
la pobreza, el atraso y la vergüenza. Lo otro es estrépito y cenizas, diría don
Jorge.