Gabriel Camilli
Cnl My (R)
La Prensa,
01.10.2023
Coincidimos con
muchos analistas acerca de que la guerra irrestricta europea será larga. Entre
otros, el analista R. Fraga resume los siguientes datos: “El presidente
Vladimir Putin, hablando en el Foro de Vladivostok, sostuvo que está por
delante una guerra extensa y que continuará mientras Ucrania tenga hombres para
pelear y armas para usar. El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg,
dijo que la guerra de Ucrania será larga y que tiene un final incierto,
exhortando a los países de la OTAN a incrementar su gasto en defensa. El Jefe
del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el general Mark Milley, también
hizo afirmaciones respecto a que la guerra se prolongará. La iniciativa
diplomática del Vaticano para crear condiciones para la paz en Ucrania,
realizada desde junio en forma paralela a la contraofensiva, no arrojó
resultados concretos”.
Como vemos, desde
diferentes y variadas perspectivas hay un lugar común: una guerra larga.
Ucrania debe
prepararse para una guerra larga. ¿Qué significa eso? Por ejemplo (Un tópico
entre otros tantos) que Ucrania necesita una base industrial que funcione para
poder alimentar esta guerra con recursos. Pero el dilema es que los rusos
iniciaron una campaña aérea estratégica el 10 de octubre del año pasado.
Esto intenta
afectar la infraestructura crítica y, en el siglo XXI, eso es principalmente el
suministro de energía.
Y ello provocó que
entre el 50 y el 60 por ciento del suministro eléctrico quedara destruido o
gravemente dañado.
Ucrania necesita
ahora un interior seguro, protegido de tal manera que pueda volver a
desarrollar su capacidad industrial, si quiere evitar estar siempre en una
dependencia absoluta de Europa y los Estados Unidos.
Ese es el caso en
este momento. Se pueden producir pequeños drones a gran escala, pero ahora la
capacidad realmente industrial para operar una fábrica de tanques, de
municiones o material más sofisticado es un desafío.
En concreto, esto
significa que Ucrania necesita sobre todo defensa aérea para poder proteger su
territorio, que es enorme. Con los sistemas ya entregados desde Occidente,
existe el dilema de que estos sistemas no son suficientes para cumplir dos
tareas principales al mismo tiempo, a saber, proteger a las fuerzas en el
frente de amenazas como los drones Lancet y proteger la profundidad del país y
las ciudades, pero también instalaciones importantes como aeropuertos de
amenazas de orden estratégico como los misiles Kalibr o los drones Shahed.
Y lo que se ha
logrado hasta ahora en materia de defensa aérea es demasiado poco si se tiene
en cuenta que el nivel de producción rusa de misiles de crucero no sólo ha
alcanzado el nivel de antes de la guerra, sino que incluso ya lo supera.
Además, vemos que
los rusos quieren poner en funcionamiento una fábrica de drones que podría
producir seis mil drones de origen iraní lo que, por supuesto, significa que
todos estos drones tienen que ser derribados primero, porque si impactaran producirían
un daño importante. Es importante destacar la gran cantidad de sistemas de
defensa aérea que se necesitan para “cubrir” objetivos críticos de alto valor
estratégico. Por supuesto, eso es difícil porque habría que crear una lista de
prioridades. Para ello se deben responder preguntas tales como: ¿Qué se quiere
proteger? ¿Por ejemplo las ciudades, la población, la industria? Esto determina
las cantidades y de allí se establecen las prioridades. El hecho es que lo que
hay ahora todavía no es suficiente para ofrecer esta protección a largo plazo.
Estamos ante “una manta corta”.
Es cierto que el
sistema de defensa antiaérea de Ucrania tiene una tasa de efectividad muy alta,
o sea alta eficacia, pero es suficiente si uno de cada 10 drones impacta, por
ejemplo, si un dron golpea un transformador de 750 kVA, lo destruye y es de
difícil reposición. No se consigue en cualquier ferretería, esto tiene que
producirse y solo se puede entregar en un par de años su reemplazo, en las
circunstancias actuales.
Hay suficientes
casos documentados en los que se puede ver que los rusos, esencialmente, dieron
en el blanco. La situación estratégica.
En este marco de
situación, el presidente Zelensky está urgido a conseguir dinero del sector
privado estadounidense, pero se expone a un posible rechazo del Congreso. Hay
síntomas de que se está rompiendo el dique del apoyo occidental unificado a
Ucrania, y el momento no podría ser peor para Zelensky.
Para completar el
cuadro, el miércoles pasado por la noche llegaron noticias desde Polonia que
podrían cambiar todo el curso de la guerra. “Polonia ya no armará a Ucrania
para centrarse en su propia defensa", anunció el primer ministro polaco,
Mateusz Morawiecki, pocas horas después de que Varsovia convocara al embajador
de Ucrania en relación con una nueva guerra por el grano bloqueado, según la
AFP. Varsovia fue (hasta ahora) el partidario más leal de Kiev en la guerra
entre Ucrania y Rusia durante más de un año y medio.
ALGUNAS
OBSERVACIONES
Pese a la ayuda
occidental, la disparidad económica, militar y demográfica en favor de Rusia
sigue siendo abrumadora. La economía rusa se encuentra mayormente intacta, a
pesar de la gran cantidad de sanciones que los poderes occidentales y sus
aliados le han impuesto.
Desde el punto de
vista de los Recursos Humanos disponibles, Rusia posee un mayor potencial de
movilización. Las contraofensivas exitosas de Ucrania en los meses pasados (en
el Donbas y en Kherson en 2022) se dieron en condiciones de coyuntura muy
favorables, que difícilmente se puedan repetir en el futuro.
La capacidad de la
industria militar occidental para abastecer a Ucrania de municiones y sistemas
de armas críticos está siendo sobrepasada. “La economía basada en servicios no
es lo más adecuado para enfrentar una guerra entre Estados, y Ucrania, antes de
esta guerra, transformó su economía de industrial a exportadora de bienes
primarios y servicios. Hoy depende del abastecimiento y del mantenimiento de la
OTAN”, según relata el Cnel J. Duran. Los tanques y aviones prometidos, son
insuficientes, en cantidad, como para hacer una diferencia crucial y tardarán
meses en ser entregados.
INQUIETANTES
DECLARACIONES
La última edición
de The Economist describe cómo será la próxima fase de la guerra de Ucrania. El
periódico comienza reconociendo finalmente que la contraofensiva –que ha estado
promocionando durante meses– ha sido un fracaso catastrófico: “Ucrania ha
liberado menos del 0,25% del territorio que Rusia ocupaba en junio. La línea
del frente de 1.000 kilómetros apenas se ha movido”.
Por esto murieron
40.000 ucranianos (estimación oficial, por lo que probablemente sean más). Y lo
que es peor, esto era totalmente predecible... y de hecho había sido predicho.
Sin embargo, The Economist continúa diciendo inmediatamente que: “Pedir un alto
el fuego o conversaciones de paz no tiene sentido. Vladimir Putin no muestra
signos de querer negociar e, incluso si lo hiciera, no se puede confiar en que
cumplirá el acuerdo. Cualquier alto el fuego sería simplemente una pausa para
rearmarse y prepararse para atacar nuevamente. Si los ucranianos dejan de
luchar, podrían perder su país”. Esto es interesante porque es Rusia la que, en
los meses y semanas previos a la invasión, buscó repetidamente una solución
diplomática para evitar la guerra, sólo para ser rechazada sistemáticamente por
Occidente. “El compromiso continuo de Putin con una resolución pacífica de la
crisis ucraniana era... evidente”, escribe el historiador Geoffrey Roberts en
un estudio para el Journal of Military and Strategic Studies: https://jmss.org/article/view/76584/56335.
Y es Rusia la que, en las semanas posteriores a la invasión, participó en
varias iniciativas diplomáticas que fueron sistemáticamente saboteadas por
Occidente. En cuanto a utilizar el alto el fuego como estrategia para
rearmarse, bueno, eso es exactamente para lo que Ucrania y Occidente han
admitido haber utilizado los acuerdos de Minsk (https://unherd.com/thepost/were-the-minsk-agreements-
diseñado para fallar/), por lo que, en el mejor de los casos, esto parece un
caso clásico de proyección. Dicho esto, es cierto que llegar a un acuerdo ahora
es más difícil porque el descarrilamiento de las conversaciones de paz por
parte de Washington al comienzo de la guerra ha permitido a Rusia obtener una
ventaja táctica que ahora hace que un acuerdo negociado sea mucho más difícil
de lograr.
LUEGO DE 19 MESES
Se observa claramente
un efecto de desgaste sostenido, la caída de los suministros de armas y
municiones o la ausencia de un éxito rotundo y decisivo para las fuerzas
armadas ucranianas con apoyo de la OTAN podría significar que Ucrania se vea
obligada a entrar en un alto el fuego a finales de año, de manera análoga a la
guerra de movimiento inicial y la posterior la guerra de trincheras que culminó
en el acuerdo de armisticio resultante en Corea en julio de 1953. Ucrania y los
aliados occidentales están tratando de evitar este desenlace a toda costa.