miércoles, 22 de noviembre de 2023

LIBERTARIO ANTIABORTO

 


pero sin justicia social: Milei es una paradoja

 

José Arturo Quarracino

 

Brújula cotidiana, 22_11_2023

 

 

Javier Gerardo Milei, un outsider de la política nacional, fue elegido presidente argentino en el balotaje llevado a cabo en el día de ayer en Argentina (19-11-2023). Venció al candidato oficialista, Sergio Tomas Massa, actual ministro de Economía, un autentico insider de la política. Conmoción y consternación en el mundo de la política y de la economía, con la decisión popular que ha mostrado el hartazgo y hastío con una dirigencia que a pesar de haber fracasado en su gestión pública, ha forjado toda una masa de funcionarios y militantes en algunos casos multimillonarios, frente al empobrecimiento de la mayor parte de la población argentina.

 

Javier Gerardo Milei es un economista de profesión, que incursionó por primera en el mundo de la política argentina hace dos años, logrando ser elegido diputado nacional con una incipiente y minúscula fuerza política, a la que llamó “La Libertad Avanza”.

 

Basado en las teorías desarrollados, entre otros, por Murray N. Rothbard y Hans-Herman Hoppe, se lanzó a esta aventura predicando  y promocionando el anarcocapitalismo -o anarquismo libertario- como solución a los problemas estructurales de la economía argentina. Es decir, postulando la primacía o soberanía absoluta del individuo -ejercida a través de la propiedad privada y el libre mercado- en contra de la soberanía política del Estado, al que pretende reducir a su mínima expresión, para que se ocupe única y exclusivamente de la protección de la propiedad privada individual y de la no agresión sobre esta última, mediante las fuerzas de policía, militares y de justicia (minarquismo).

 

En este marco conceptual, postula la libertad de mercado como eje constitutivo natural de la vida social y económica de la sociedad, en la creencia que el mercado por sí mismo genera un orden natural de las relaciones humanas. Por este motivo es claramente antimarxista y antisocialista.

 

En definitiva, el capitalismo que pregona es el capitalismo liberal del siglo XIX que el papa León XIII criticó en la famosa encíclica Rerum Novarum (1891), que dio inicio a la sistematización de la Doctrina Social de la Iglesia en el siglo XX. Capitalismo que también fue condenado por el papa Pio XI en la encíclica Quadragesimo anno (1931), por sus derivaciones económicas que han instalado una “descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos”, es decir, una feroz y brutal concentración económica y de las finanzas internacionales.

 

El presidente electo no solo ignora estos aportes críticos de la Doctrina social cristiana al capitalismo liberal, sino que además los descalifica, al definir a la Justicia Social como una “aberración”. En este sentido, no sólo el Estado no debe intervenir en lo social y económico, sino que tampoco la Iglesia y su doctrina social.

 

A ello se suma la descalificación brutal que hizo hace unos años Milei del papa Francisco, definiéndolo como “el representante del maligno en la tierra, ocupando el trono de la casa de Dios”, ya que “impulsa el comunismo con todos los desastres que causó y eso va contra las Sagradas Escrituras”. Y hace unos meses, en una entrevista que le hizo el periodista estadounidense Tucker Carlson (15-09-2013), realizò también una crítica al pontífice, esta vez mas atenuada: “el Papa juega políticamente, tiene una fuerte injerencia política”, demostrando “gran afinidad con dictadores como [Fidel] Castro o [Nicolás Maduro]”, poniéndose “del lado de dictaduras sangrientas”. Y culminó afirmando que “considera a la justicia social como un elemento central”, lo cual “es muy complicado”.

 

Esta postura tan clara y directamente descalificadora de Bergoglio provocó una reacción de los sacerdotes mas afines y cercanos al pontífice, conocidos como los “curas villeros”, avalados por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cueva, que el 5 de setiembre ppdo. celebraron una Misa de desagravio en una iglesia porteña, apoyando de hecho la candidatura presidencial del entonces candidato del gobierno. Apoyo que no proporcionó ningún beneficio a Sergio Tomás Massa, visto el resultado electoral, lo que muestra el poco o escaso peso político público que tiene hoy la Iglesia argentina, embanderada en el esquema político progresista impulsado por Bergoglio y su cada vez más explícita subordinación política al Concejo para el Capitalismo Inclusivo (Rothschild), a la Agenda 2030 (ONU-Foro Económico Mundial) y a las políticas socialdemócratas radicales del clan Soros. Subordinación que no solo ha eliminado de la agenda pública oficial de la Santa Sede la defensa de la vida humana desde la concepción y la condena del genocidio prenatal global, sino que además ha promovido y promueve en cargos importantes de la Santa Sede a figuras y personajes claramente abortistas.

 

Llamativa y paradójicamente, el electo presidente libertario ha sido un claro y firme defensor de la vida humana desde la concepción, tanto en 2018 -cuando se frustró el intento de legalizar el aborto en Argentina (gobierno de Mauricio Macri)- como en 2020 -cuando se legalizó (actual gobierno socialdemócrata kirchnerista). Postura provida que ratificó en la mencionada entrevista con el periodista Tucker Carlson antes mencionada, al afirmar que “el aborto es un asesinato agravado por el vínculo", porque “el liberalismo es el respeto irrestricto de la vida del prójimo basado en la no agresión y en la defensa al derecho a la vida y a la libertad. Una de las ideas fundamentales es defender el derecho a la vida. También hay una explicación desde el plano de la ciencia: la vida comienza con la fecundación”, porque “se genera un nuevo ser en evolución con un ADN distinto. Es cierto que la mujer tiene derechos sobre su cuerpo, pero ese niño no es su cuerpo. El niño no es su cuerpo. Por lo tanto el aborto es un asesinato agravado por el vínculo y por el diferencial de fuerzas”.

 

A todo ello se agrega la clara y explicita adhesión al judaísmo y al estudio de la Torá que ha mostrado Javier Milei en los últimos meses, vinculándose con importantes dirigentes del rabinismo judío internacional.

 

La emergencia de un verdadero outsider de la política tradicional y su vertiginoso ascenso en el curso de cuatro años, vencedor de una fuerza política que contaba con una fortísima estructura partidaria y el control de las grandes cajas del Estado Nacional y de varias provincias, muestra en forma innegable e indubitable el deterioro y la decadencia de una dirigencia política que ha sido muy hábil y capaz de acrecentar su fortuna y patrimonio personales, al mismo tiempo que la gran mayoría del pueblo argentino ha visto disminuir dramáticamente su calidad de vida, en medio de un proceso inflacionario que el gobierno actual no ha sabido ni querido resolver. Entre lo malo conocido y lo bueno por conocer, el pueblo argentino decidió manifestar su hartazgo con una dirigencia incapaz e inepta, pero voraz de recursos públicos en beneficio propio, eligiendo al candidato sin ninguna experiencia en cuestiones de gobierno, acompañado por personajes claramente ultra liberales con escasa o nula sensibilidad social.

 

Solo Dios sabe adonde marchara este proceso político que se ha iniciado en Argentina.