y el fin de todos y todas
Alberto Buela
Tradición Viva,
21-11-23
En este casi
cuarto del siglo XXI la conciencia de los argentinos ha sido atacada por una
estupidez grandilocuente: el lenguaje inclusivo. Y así, hemos tenido que
soportar día tras día que la dirigencia política, sindical y eclesiástica nos
hable de todos y todas, de albiñiles y albañilas, de trabajadores y
trabajadoras, como si el término trabajadores no involucrara también a las
trabajadoras.
Milei en su primer
discurso habló a “todos los argentinos” y dejó de lado el remanido y reiterado
“todos y todas”.
Se que esto no es
nada respecto de los gravísimos problemas económicos y sociales que tenemos,
pero al menos alguien con poder reordena la forma en que nos hablan desde el
Estado.
El cúmulo de
incomprensiones y los miles de horas que han perdido nuestros chicos y jóvenes
en miles de reuniones ad hoc. Escuelas que dejaron de dictar clases para perder
el tiempo con semejante estupidez. Gente de países hermanados por la lengua nos
han preguntado muchas veces ¿que les pasa a los argentinos con el castellano?
Es sabido que
Milei encarna la quinta esencia del liberalismo con sus ideales de: Estado
mínimo, propiedad privada irrestricta y comercio libre, pero si tiene un
enemigo este es el progresismo en todas sus manifestaciones. Así en política va
contra la socialdemocracia y su disolvente visión del hombre, el mundo y sus
problemas; en religión contra el Papa
progresista que tiene un obispos preso en Nicaragua y no dice ni pío. Menos aún
ante el bombardeo de la iglesia católica de Gaza y su escuela. En medicina
contra el aborto, en economía contra los empresarios colgados de la teta del
Estado que socializan las pérdidas cargándoselas al Estado y privatizan las
ganancias, que cuando las hay se las quedan ellos.
Milei no tiene
gobernadores, no tiene intendentes, casi no tiene senadores y pocos diputados,
solo tiene su voluntad de poder. De modo tal que la única posibilidad que tiene
es ser un déspota ilustrado, que es la figura que Alexis de Tocqueville en la
Democracia en América recomendó como mejor gobierno para la repúblicas
españolas de América.
Olvidémonos de
hablar de la religión laica de la democracia, pues de ésta solo tiene el
principio de legalidad con el casi 56% de los votos. La legitimidad la tendrá
que lograr con el ejercicio del poder.