PARA SER PROVIDA?
POR GERMÁN
MASSERDOTTI
La Prensa,
07.05.2024
Con alguna
frecuencia –tampoco hay que exagerar–, se oye decir a algunos gobernantes y
legisladores –incluso se da el caso de algún juez–, que son ‘provida’.
Suele asociarse a
esta expresión “provida” con la oposición al aborto y, a veces, se agrega la
atención de las madres ‘en estado de vulnerabilidad’ y de sus hijos por nacer
-los principales protagonistas en todo este asunto dado que su vida es la que
está en peligro-.
Estar a favor de
los niños por nacer y de sus madres, por un lado, y en contra del aborto como
su contracara, por otro, es muy loable. A dicha misión de acoger y de atender a
las madres en situación de riesgo se dedican encomiables asociaciones en
nuestro país de modo desinteresado y sin buscar ningún rédito político. Lo
hacen, como suele decirse, ‘por amor a la causa’.
Con todo, surge un
interrogante. ¿Alcanza con ser anti-aborto para ser ‘provida’? La pregunta
parece pertinente en la misma medida en que la vida humana puede considerarse
antes o después de la concepción: si antes, se trata de procurarla; si después,
de cuidarla y buscar que llegue a feliz término en el nacimiento.
NAPROTECNOLOGÍA
Entonces es cuando
se abre un panorama más alentador como es el vinculado a temas como la ayuda
–no la sustitución– para que un nuevo ser humano sea concebido, y la protección
del niño por nacer. En el primero de los escenarios, apunto un ejemplo de ayuda
provida como la naprotecnología que, por cierto, debería no solamente ser más
conocida en nuestro país sino apoyada por los gobiernos. La faz negativa del
‘antes’ de la concepción se abre en dos conductas contrarias al orden natural:
la anticoncepción y la fecundación artificial. Además de su maldad intrínseca,
tanto en uno como en otro caso se trata de ‘grandes negocios’ de las
farmacéuticas y de las clínicas de fertilidad.
De este modo puede
apreciarse que, si se trata de ser ‘provida’, la cuestión no puede reducirse a
oponerse al aborto sino que, además, se trata de estar a favor de la concepción
–y por consiguiente, en contra de la anticoncepción–, y de una concepción de
acuerdo al orden natural teniendo presente que los hijos son un don–regalo– y
no un ‘producto’ más o menos aceptable –o descartable– como en el caso de la
fecundación artificial.
CALIDAD ETICA
Si usted, querido
lector, llega a encontrar a políticos o a candidatos a legislador que estén a
favor de la concepción y en contra de la anticoncepción y de la fecundación
artificial, por un lado, y a favor del niño por nacer y de la atención de su
madre en estado vulnerable y, por lo tanto, en contra del aborto, vótelos.
Esos políticos y
legisladores serán los que mejoren la calidad ética del Gobierno y del
Congreso. Supuesta la coherencia no solamente verbal sino efectiva, se
convertirán en ese katejón -obstáculo- a las numerosas operaciones que se tejen
en contra del pueblo argentino por otros políticos y legisladores que, aunque
digan –palabras– ser ‘provida’, no lo son en sentido pleno por su incoherencia
intelectual y prácticas inorgánicas.