Los estudios de género y el riesgo de una
monocultura ideológica en la Universidad
Infobae, 08 May,
2024
El evento, en
torno al tema “La libertad académica y el peligro del discurso único en la
Universidad”, se desarrolló bajo la forma de un diálogo entre Leonardo Orlando
y la periodista y licenciada en Historia (UBA) Claudia Peiró, con palabras de
bienvenida y de cierre a cargo de Camila Duro, directora de Capacitación
Parlamentaria del Senado, y fue seguida por preguntas del público que llenó el
salón auditorio Emar Acosta.
El argentino
Leonardo Orlando, que reside en París desde hace 20 años, donde se formó y fue
docente en el Instituto de Ciencias Políticas, expresó su preocupación por el
hecho de que las universidades ya no sean el lugar donde se busca la verdad,
“sino que se va con la corriente de la moral del tiempo”.
La charla giró en
torno al divorcio de las ciencias sociales respecto de la biología y la
evolución, las consecuencias que acarrea esta negación de las realidades
biológicas en muchos planos de la vida, incluso en la legislación, y en la
censura que acaba cuestionando la autoridad epistémica de las universidades.
Leonardo Orlando
abandonó la actividad académica cuando fue víctima de censura en Sciences Po
porque los “gender scholars”, es decir quienes hacen investigación y estudios
de género, objetaron el enfoque que él iba a dar a dos cursos sobre esa
temática que dictaría en 2022.
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Actualmente, está
en contacto con otros académicos “en exilio” del mundo universitario, que
buscan abrir el debate sobre esta tendencia al adoctrinamiento y al pensamiento
único que desvirtúa la esencia de ese tipo de instituciones. A fines de junio
tendrá lugar un coloquio en el Senado francés organizado por Céline Masson y
Caroline Eliaschev, dos psiquiatras francesas con las que él colabora, y que el
año pasado coordinaron una comisión de investigación parlamentaria sobre la
problemática de los menores trans.
“No me considero
un cruzado -sostiene-, creo que es un problema importante y sobre todo, que es
un tema que genera mucho sufrimiento”; está el tema de “los niños trans, quizá
mal diagnosticados”, pero también el impacto negativo de la ideología de género
en las relaciones entre hombres y mujeres.
En su
presentación, Camila Duro destacó que “la academia tiene que ser ese espacio de
libertad donde todo el mundo pueda pensar, proponer, abrir el diálogo y el
debate a las distintas ideas”.
A continuación, un
resumen del diálogo y el debate.
Claudia Peiró: Me
parece importante el aporte que puede hacer Leonardo Orlando, porque a muchos
nos pasa que cuando cuestionamos la ideología de género o la radicalización del
feminismo -algo sin sentido en países donde las mujeres estamos emancipadas-,
lo que nos encontramos no es debate, sino insulto, descalificación o rechazo a
escuchar. Muchas veces intuitivamente o por sentido común cuestiono algo y
luego encuentro gente como Leonardo Orlando, que tiene una formación que le
permite darle a esa intuición un contenido más sólido, más científico. Esa es
la razón por la que me parecía importante que él pudiera hablar en un lugar
institucional. Vale aclarar que esta no es una actividad partidaria, no es
oficialista, ni opositora. Este es un tema transversal. Lo que Orlando puede
aportar es muy útil para quienes tienen que tomar decisiones políticas y
legislativas, pero también para mucha gente de la sociedad civil que se está
organizando tratando de cambiar un poco el discurso dominante o de denunciar
injusticias que se cometen en nombre de este nuevo discurso único.
Leonardo Orlando:
Me parece muy importante lo último que has mencionado con respecto a que esto
no es algo partidario, sino transversal. Lo que sucede en las universidades nos
involucra a todos como sociedad. Con respecto a lo sucedido en Sciences Po, hay
que saber que no es un caso aislado. Se está convirtiendo en la norma en las
universidades: la censura, el ostracismo, las renuncias de quienes no adhieren
a ciertos dogmas. Y en particular con respecto a las cuestiones biológicas y
evolutivas; la situación ha empeorado respecto a 20 años atrás, incluso en los
campos en que lo evolutivo es más necesario, como biología o antropología
física. En el mismo tiempo en que me pasó esto, en 2022, José Errasti y Marino
Pérez Álvarez, dos psicólogos españoles, profesores en la Universidad de
Oviedo, fueron a presentar su libro (“Nadie nace en el cuerpo equivocado”) en
las Islas Baleares, y los cancelaron. Al mismo tiempo, la filósofa Katlyn Stock
tuvo la desgracia de escribir un libro para decir que el sexo biológico existe.
Fue víctima de una caza de brujas total que la obligó a renunciar a la
Universidad de Sussex. Más recientemente, Carol Hooven, profesora de
endocrinología en Harvard, también renunció porque no podía seguir diciendo que
había macho y hembra y que la testosterona tiene un efecto en el
comportamiento.
C.P.: En este
momento hay una suerte de aceptación de la censura, estaría bien cancelar
cierto pensamiento. Pero el adoctrinamiento no se hace de una manera directa
sino solapada, inductiva: tenés que escribir de género si querés que te vaya
bien en la universidad, ¿exagero?
L.O.: Es
totalmente así. Para todo lo que es financiación, en particular de la Unión
Europea, y estamos hablando de millones de euros, los temas están
exclusivamente dentro de una grilla de lectura que es ideológica en cuestiones
de género. Mayoritariamente aparecen temas ridículos. Recientemente, una
profesora en Noruega obtuvo 1 millón de euros para trabajar sobre la
blanquitud, en Noruega, una población de 6 millones de habitantes, 99% blancos.
Todo tiene que tener una perspectiva de género o no va a tener financiación.
Ahora, con
respecto al tema del adoctrinamiento, lo que sucede es que las universidades
son monoculturas ideológicas, Y esta monocultura ideológica alimenta un
funcionamiento que todos tenemos en nuestra mente, que es el sesgo de
parcialidad. Vemos la realidad como un partido de fútbol en el cual evaluamos
al árbitro en función del club del cual somos hinchas. ¿Cómo se relaciona esto
con el tema de la monocultura ideológica de la universidad? Bueno, se le dan
municiones a los estudiantes que ya ven el mundo de una manera para que lo vean
aún más de esa manera, para que se confirmen aún más en su sesgo. La producción
que sale de allí es sesgada como está ampliamente probado. En ese sentido es el
adoctrinamiento. No es que les van a lavar la cabeza, sino que no les van a
presentar otra visión de las cosas y los van a reforzar en lo que ya creen o
intuyen.
C.P.: La
vicegobernadora de Mendoza dijo que hay carreras que son hobbies. Algunos ponen
en su perfil “maestrando en género”. ¿Qué carrera es esa? Aparecen un montón de
especialistas de algo que no es, me parece, una ciencia, con un objeto de
estudio claro.
L:O: Está pasando
en todas partes. Hay una proliferación de studies, estudios. No solamente de
género, también los race studies, estudios de raza, los fat studies, estudios
de obesidad, todo tipo de cosas que no son disciplinas reales. Es lo que el
filósofo Peter Boghossian llama lavado de ideas. Como se lava dinero, esta
gente se sirve de la etiqueta universitaria para producir cosas que no tienen
absolutamente ningún sentido, pero como lo publican en journals que arman ellos
mismos, se validan entre ellos. Eso en realidad carece de credibilidad académica.
Aquí es donde viene justamente el problema de la autoridad epistémica de las
universidades, para mí la cuestión principal. ¿Cómo en este marco de tanta fake
news que provienen de la universidad, de tantas disciplinas fraudulentas, cómo
seguimos creyendo en las universidades?
C.P.: Me parece
importante hablar de las consecuencias de la difusión de la ideología de género
en nuestra vida cotidiana. Acá tenemos varias leyes inspiradas en esa
ideología, tramitadas un poco entre gallos y medianoche, sin que la gente
tuviera mucha conciencia de lo que estaba en juego. Entre las consecuencias
está el transgenerismo, casi se ha puesto de moda transicionar. Están los
contenidos de la ESI, educación sexual integral, que ahora parece la materia
troncal de la educación argentina. Lo demás, matemática, lengua, es todo
secundario. Ni hablar del sesgo en la justicia, que se relaciona con este
feminismo ultra que coloca a la mujer siempre en el lugar de la víctima y al
hombre siempre como victimario. Otra consecuencia que vos señalabas es en los
vínculos entre varones y mujeres. Los jóvenes de hoy tienen un problema porque
ya son culpables de algo cuando arrancan. ¿Cómo es hoy la seducción, el
conocerse, si les están diciendo que son violadores en potencia? Sería
interesante hablar de esta negación de la biología en el tema del sexo y la
idea de que somos una página en blanco y podemos construir nuestro sexo.
L.O.: En esta
cuestión de qué problema causa que el conocimiento que proviene de las
universidades no se corresponda con la realidad, sino que sean quimeras, el
caso del género es el más elocuente de todos y también el que mayores
consecuencias tiene sobre la sociedad, en lo vincular, en lo legal, lo
institucional y demás. Los estudios de género provienen sobre todo de las
ciencias sociales, de la teoría de que hay que explicar la sociedad por lo
social. Hoy en día el enfoque en las ciencias sociales es lo que algunos
investigadores denominan un enfoque biofóbico, pues no solamente se ignora
totalmente la biología, sino que las ciencias sociales viven en un mundo
predarwiniano y premendeliano, como si no hubiera teoría de la evolución ni
genética. Las ciencias sociales consideran que somos una tabla rasa. Es decir
que la evolución hizo todo lo que somos hasta los hombros, pero la mente no
habría sido impactada. En realidad todas las cosas que hacemos, que deseamos,
muchos de los comportamientos que exhibimos, y en particular las diferencias
entre hombres y mujeres, provienen de nuestro cerebro, moldeado durante
millones de años. Ahora bien, en el 99% de los casos los estudios de género
niegan la realidad. Es delirante. Me vienen a la mente muchísimos ejemplos,
pero voy a citar solo dos o tres. Cuando dicen que el interés de los hombres por
el pecho femenino es una construcción social... pero hay cinco mil especies de
mamíferos y solo una en la cual la hembra tiene pechos permanentes. Algo debe
tener que ver con la evolución. O decir que la mirada masculina es una cuestión
social, cuando podemos corroborar en el cerebro de los hombres lo que sucede
cuando están viendo una mujer con poca ropa, literalmente la amígdala y otras
partes del cerebro se encienden como un árbol de Navidad. Otro ejemplo son los
juegos. Ver que en todas partes del mundo, en todas las culturas, en todos los
tiempos, los varones juegan a juegos de agresión y las nenas juegan a ocuparse
de algo, y esto pasa también entre los chimpancés hembras y machos. Hay un caso
muy divertido de una pareja muy progresista que a sus dos hijos varones les
había regalado una casa de muñecas. Después de un rato escuchan un gran
alboroto, van a ver qué pasa y encuentran la casa de muñecas bañada en ketchup
y les preguntan ¿qué pasó? Y los niños respondieron: “Es que hubo un ataque
terrorista…” Hay que entender que el juego tiene una función que es comenzar a
practicar lo que uno va a hacer cuando sea adulto.
C.P.: Sigamos con
el tema del mating, de los vínculos.
L.O.: Una de las
consecuencias nefastas de no tener un conocimiento basado en la evolución, en
la genética, en el funcionamiento de nuestra mente, de las elecciones que
hacemos en términos amorosos, por ejemplo, hace que estemos de alguna manera en
una Edad de las tinieblas, al menos en el discurso mainstream, porque las
ciencias de la mente, la biología evolutiva y demás están justamente para
explicar ciertas conductas. Por ejemplo, cuando investigadores arman perfiles
falsos en Tinder y crean dos perfiles idénticos de hombres y dos idénticos de
mujeres, la única diferencia entre uno y otro es que le agregan una maestría, a
las mujeres no les cambia absolutamente nada, pero a los hombres les empieza a
dar muchos más likes. Sencillamente por agregarle un diploma superior, eso
genera mucho más interés en el perfil del hombre. Desde un punto de vista
evolutivo, eso es perfectamente claro, porque en investigaciones desarrolladas
literalmente durante décadas, implicando a cientos de miles de individuos y en
todos los continentes y en todo tipo de culturas, sucede lo mismo: las mujeres
en todas partes buscan en los hombres la jerarquía y los hombres en las mujeres
el atractivo físico. Entonces cuando nos preguntamos por qué hay más hombres en
posiciones de jerarquía, lo único que sabemos es que una posición de jerarquía
no le genera a una mujer que más hombres se interesen en ella, pero a un hombre
sí le genera que más mujeres se interesen en él. Lo que hay que tener presente
en todo momento es el objetivo de la evolución, lo que cuenta es hacer copias
de sí mismo que sean capaces de hacer copias de ellas mismas, de mantener esto.
Entonces, la base de la vida en este sentido es la reproducción. El
apareamiento humano, el interés por el sexo es una de las cuestiones fundamentales
de la especie humana.
C.P.: Me parece
importante hablar del transgenerismo. En Argentina desde 2012 tenemos una Ley
de Identidad de Género o Ley Trans, inspirada en esta ideología de género,
porque cualquier persona que declare ser del sexo opuesto, la ley se lo tiene
que reconocer, le tiene que dar un DNI. Hay una ínfima cantidad de personas que
tienen disforia de género, que realmente desean parecer o ser de otro género.
Pero lo que inspira esta ley por su permisividad y por cómo se está difundiendo
el tema a través de la ESI en las escuelas, es plantearle a los chicos que
nacemos como una página en blanco y podemos elegir el sexo que queramos e
incluso transicionar, hormonizarse, operarse. Tratamientos que están todavía en
un estadio experimental, lo cual es gravísimo, porque se están aplicando a
niños. Además, el lobby trans logró bajar de 18 a 16 la edad a partir de la
cual un joven puede tramitar un DNI del sexo contrario sin autorización
paterna. Es uno de los puntos más graves. Los que en su momento promovieron
esta ley dicen con orgullo que la Argentina es pionera, ejemplo en el mundo. En
realidad somos pioneros de algo terrible, que tiene hoy consecuencias muy
concretas en muchos adolescentes.
L.O.: Es terrible
lo que está sucediendo. Es la encarnación de todos los problemas que venimos
mencionando, de la universidad como una monocultura ideológica de la censura y
donde no puede haber disenso ni se busca la verdad, sino que se va con la
corriente de la moral del tiempo. Es el problema de una negación de las
realidades biológicas, de la página en blanco, y de cómo esto se va volcando en
la sociedad en su conjunto, generando algo nefasto. Habiendo dicho eso, hay que
aclarar que la disforia de género es una realidad. Nadie está negando la
disforia de género, que es una patología, según el Manual Diagnóstico y
Estadístico de la Asociación Americana de Psiquiatría. Ahí también se ve la
incidencia de la disforia de género que es ínfima. Estamos hablando del 0,002%
de la población. En los últimos años, esto empezó a acelerarse, llegando a
magnitudes de, por ejemplo, en Cataluña, el 5.000%, y en otras partes del
3.000%. Hay otra cosa que está pasando. Pero esta pregunta no se puede hacer en
las universidades. Esto no es algo solamente europeo o americano. También
sucede en la Argentina. La doctora María José Binetti, investigadora de
CONICET, está recibiendo presiones por tratar de implicar la biología en estas
cuestiones.
Algo interesante
es que acaba de salir hace unas semanas el Informe CAS, que establece de una
manera conclusiva que lo que se estuvo haciendo con menores, como lo permite la
legislación argentina, que autoriza las terapias hormonales a partir de los
diez años, como se venía diciendo desde hace años y se nos trataba de
transfobos a los que lo decíamos, se validó que las terapias hormonales son un
experimento que está teniendo terribles consecuencias en los niños y que hay un
problema de diagnóstico. En Reino Unido, en la Clínica Tavistock, un tercio de
los niños diagnosticados con disforia de género padecían autismo, cuando la
incidencia del autismo en la sociedad es del 2 por ciento; es decir que no se
está prestando atención a otras patologías. Esto siempre se hizo con una suerte
de manipulación emotiva bastante dramática: se decía a los padres que si no
aceptaban esto iban a encontrarse con el suicidio de un hijo, lo cual no es
para nada el caso.
Ahora bien, el
informe que yo mencionaba no provino de las universidades. Hace un momento yo
mencionaba los millones de euros que se iban a todo tipo de investigaciones
delirantes, inútiles, ¿por qué no fueron esos fondos hacia esta investigación?
Por esta monocultura ideológica que lo impide. Esta misma semana, el Servicio
Nacional de Salud del Reino Unido decretó que sólo van a considerar el término
sexo como sexo biológico. Hace 50 años la gente se imaginaba que en 2024 iba a
haber autos voladores y estamos diciendo que existe macho y hembra.
Cuando José
Errasti y Marino Pérez Álvarez fueron a presentar su libro a Barcelona, le
quisieron prender fuego al local. Hace dos semanas, la Alcaldía de París ordenó
retirar la publicidad del libro de dos activistas feministas, Marguerite Stern
y Dora Moutot….Y va a haber en París una marcha no solo contra ese libro
[Transmania], sino también contra una iniciativa de Celine Masson y Carolina
Eliaschev, dos psiquiatras francesas con quienes yo colaboro, que organizaron
el año pasado una comisión de investigación parlamentaria sobre los menores
trans. A finales de junio vamos a hacer un evento en el Senado francés sobre
eso. Bueno, se nos tilda de tránsfobos pero estos son médicos que están
diciendo que quizás antes de mutilar tendríamos que diagnosticar de manera
correcta. Y son acusados de tránsfobos, les hacen marchas, los censuran.
Errasti y Pérez Álvarez son académicos que dicen algo con lo que yo coincido
100% y es que todo este problema de niños mal diagnosticados, erróneamente
mutilados, proviene de la cobardía de los universitarios. Ojo, hay muchos
valientes que han pagado un terrible precio personal y profesional, pero
desgraciadamente son la minoría. Si la mayoría se dignara a decir estas cosas,
no estaríamos teniendo este problema.
C.P: Eso me lleva
a la pregunta de si empieza a haber una corriente, una reacción. Por ejemplo,
acá el Informe Cass tuvo muy poca difusión y eso que es un informe encargado
por el gobierno inglés a un equipo independiente. Es algo que habría que hacer
acá, ver lo que se está haciendo en los hospitales, como el Durand,. Sería
interesante que por lo menos les exigiéramos a las autoridades sanitarias las
cifras, saber qué se está haciendo. ¿Percibís que hay un retorno, que se
empieza a abrir un espacio para revisar estas cosas?
L.O.: Sí, estamos
viendo claramente esto en muchas partes del mundo. Pero hay que ser prudente,
porque estas corrientes se están institucionalizando. También sucede que la
generación de investigadores valientes se están muriendo. Y muchos priorizan su
desarrollo profesional antes que la verdad. Y, por el lugar donde estamos,
subrayo la importancia de la función legislativa para poder hacerle frente a
estas cosas. No quiero que se tome como algo partisano, pero en la campaña
presidencial argentina el año pasado un solo candidato -el que ganó- se ocupó
de estos temas. No estoy diciendo que sus soluciones sean buenas o malas,
solamente destaco esto. Todas las críticas que se hacen al gobierno francés en
este momento son compartidas con la palabra “¡afuera!” en español, por el video
famoso. Por eso, legislativamente, cualquier cosa que Argentina pueda hacer en
este sentido va a ser muy importante, no solo para quienes padecen estas cosas
en nuestro país, sino para el mundo en general.
EL DEBATE
Abierto el debate
a las preguntas, ante un reclamo por el respeto a la diversidad, la respuesta
de Orlando fue: “La diversidad es diversidad de pensamiento. Es la única
diversidad que creo yo que debe existir en un ámbito académico, en un ámbito
científico, no porque no puedan existir otras, sino porque esta es la
necesaria”.
Y en cuanto a cómo
se sale de esto, respondió con “la nota pesimista de la noche”: “Sigo a muchos
que consideran que la universidad está perdida -dijo- y que se ha convertido en
un peligro para las democracias. No veo una salida desde adentro. Keith
Stanovich, el psicólogo canadiense, propone sencillamente desfinanciar a las
universidades que sean monoculturas ideológicas. Peter Boghossian y otros
consideran que hay que fundar nuevas instituciones, como la nueva universidad
que se creó en Austin, Texas, bajo la premisa de que las universidades están
rotas más allá del punto de reparación. Otra vía que es la del no
reconocimiento de los títulos que brinden una formación desde un solo lado de
las cosas, que a mí me parece la más simple de aplicar. Esto obviamente genera
el problema de que hay que crear nuevos espacios, para continuar con los
saberes. No es una cuestión simple, porque la universidad tiene mil años y en
una sociedad de la información como la actual nos basamos en los graduados
universitarios para todo.”
Alguien pidió
profundizar en esto de cómo recuperar la autoridad epistemológica: “¿Cómo
aparece una nueva referencia intelectual para el desarrollo de las comunidades
en cada país?”
Orlando admitió
que ese es un problema: “Alguien dice con mucha razón que entonces podría
proliferar cualquier tipo de teorías descabelladas si no existe más una policía
de lo que es correcto e incorrecto. Podemos tener ese problema, pero las
universidades ya producen teorías descabelladas y encima tienen la validación.
Por lo pronto nadie tiene la clave. Actualmente estoy escribiendo un libro
sobre ese tema y créanme que la parte de explicar por qué la universidad está
perdida es simple, pero la parte de cómo reemplazarla es mucho más compleja. Se
dice que la Universidad de Bolonia se fundó en 1080 porque se consideró
universidad aquel lugar donde se juntaba un grupo de estudiosos. Hoy en día se
está dando mucho eso. Hay gente que ha corrido la misma suerte que yo, que ha
dejado la academia y que se consideran académicos en exilio. Bueno, hay que
crear lugares donde uno pueda producir los saberes y hoy en día las herramientas
tecnológicas de las que disponemos, permiten hacer la revisión por los pares,
que es una de las cuestiones fundamentales de la ciencia. Hoy en día la mayoría
de los papers son abiertos, se pueden ver todas las críticas, y los debates;
creo que quizás es por ahí…”
Ante la inquietud
acerca de hasta dónde estaba dispuesto a llegar en esta batalla cultural,
Orlando respondió: “No me considero un cruzado, creo nada más que que este es
un tema importante y sobre todo un tema que genera mucho sufrimiento. Los niños
trans, las relaciones entre hombres y mujeres; actualmente, según las
estadísticas, los jóvenes entre 18 y 25 años no tienen prácticamente relaciones
sexuales. Nunca hubo una cifra tan baja desde que hay estadísticas, hace ya
casi 50 años”.
Por su parte,
Camila Duro destacó que “el verdadero debate político se da en el Parlamento”.
“Es fundamental que tengamos la posibilidad de escuchar todas las voces y
asegurar los beneficios de la libertad para todos -agrego-. Nuestro país, así
como fue pionero de cosas con las que quizás no estamos todos de acuerdo,
también lo fue de la libertad de cátedra y durante muchos años la academia en
Argentina ha sido vista como una de las más plurales y prestigiosas”. Y por
ello advirtió que nos iríamos “empobreciendo” sin “la posibilidad de escuchar y
de ser escuchados”.
”Es deber de la
universidad pública ser plural -concluyó-. No creo que la universidad pública
tenga que proponer un paradigma hegemónico. Porque en esa situación todos nos
empobrecemos, y es un poco a donde estamos yendo. Por eso, independientemente
de los vientos que soplan en términos políticos, éste debería ser uno de
nuestros acuerdos como sociedad”.