Los argumentos de la Iglesia para estar en contra de la Agenda 2030
Jesús Cabrera
El Debate,
12/06/2024
La irrupción en
los últimos años de la denominada Agenda 2030 en la vida cotidiana de
cualquiera ha motivado que cualquiera se pregunte qué piensa la Iglesia de esta
herramienta sociológica y la respuesta no suele ser acertada, ya que no son
suficientemente conocidos los argumentos con los que se opone a su implantación
y sus supuestas bondades no son tales
Con la finalidad
de desmontar las supuestas bondades de la Agenda 2030 y de dejar al descubierto
sus peligros el sacerdote Adolfo Ariza y el profesor Bernd Dietz, ambos
colaboradores de La Voz de Córdoba, ofrecieron sus argumentos ayer en el centro
parroquial Carmen Márquez Criado ante un auditorio que casi llenaba en su
totalidad el salón donde se celebró el acto.
Ambos
intervinientes partían de la coincidencia de estar en contra del documento
globalista aunque cada uno de ellos ofreció argumentos desde una perspectiva
distinta. Mientras Dietz lo hizo desde fuera, como seglar, Ariza ahondó en la
postura de los últimos pontífices, así como en las acciones desarrolladas desde
la Santa Sede.
El primero planteó
al comienzo de su intervención que «la Iglesia es nuestra principal arma contra
la Agenda 2030», que calificó de «gigantesco simulacro, un embeleco» formado
por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y por «169 metas de carácter
integrado e indivisible». El hecho de que sean, precisamente, indivisibles, ha
llevado a Dietz a afirmar que «hay una soberbia intelectual cuantiosa en la
Agenda 2030 y dime de lo que presumes y te diré de lo que careces».
En su opinión,
tras el documento globalista «están los dueños del mundo, multimillonarios y
sátrapas y como en un iceberg sólo asoma la punta». Descendiendo de nivel, en
España «el jefe supremo» ha sido Enrique Santiago, secretario general del
Partido Comunista, diputado por Córdoba, y autor de la frase de que «si se
dieran las mismas circunstancias» que en la Rusia de 1917 iría al Palacio de La
Zarzuela a por los Reyes. Santiago fue sustituido por Ione Belarra.
También ha
detallado lo que supone el desarrollo de la Agenda 2030, como la cultura de la
muerte, la disolución de la familia y de los ideales nacionales, así como el
sometimiento «a un poder omnímodo e indivisible y a consignas orwellianas, como
'en 2030 no tendrás nada y serás feliz'».
Según Bernd Dietz,
dentro de los postulados amparados por el documento globalista, «la
islamización galopante de Europa es un caballo de Troya más contra nosotros»,
así como que «el ecologismo radical está cargado de odio contra el ser humano»,
alertando de la implantación de un léxico dañino, con términos como
resiliencia, sostenibilidad, perspectiva de género o el gran reseteo.
Adolfo Ariza, por su
parte, ha partido en su intervención desde el punto en el que «la razón más
profunda de la dignidad humana es la de ser imagen y semejanza de Dios», algo
contra lo que actúa la Agenda 2030.
Este sacerdote ha
recordado que en 2015, a los diez días de la presentación del documento,
intervino el Papa Francisco en las Naciones Unidas y dijo que «esto es un
nominalismo declaracionista». Un año más tarde, el actual nuncio en España,
Bernardito Auza, que en aquel entonces era observador permanente ante la ONU elaboró
un documento con las reservas de la Iglesia a la Agenda 2030.
Este sacerdote
desmontó algunas de sus afirmaciones como la insistencia en la centralidad de
la persona al afirmar que «no es coherente hablar de centralidad cuando no hay
un respeto a la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural». Sobre
la dignidad humana, equiparada a los derechos de los animales, afirmó que
«desdibujamos la realidad de la persona, de sus derechos y deberes y es una
prolongación de quien la dirige por caminos que la persona no conoce».
La Iglesia también
muestra su rechazo a la denominada ideología de género por contener «un plan
para desdibujar la idea de varón, de la paternidad y de todo lo que ello
implica». Del mismo modo, «no tiene sentido hablar de vida sana cuando van en
contra de los no nacidos o de los discapacitados con un genocidio».
Adolfo Ariza se ha
preguntado que «dónde queda la libertad religiosa en la Agenda 2030», cuando la
sociedad actual viene «de una tradición cristiana, que es escuela de la más
verdadera humanidad» y nada de esto se tiene en cuenta. Por ello, apunta que
«este olvido denota que se reduce el hecho religioso a una subcultura o a algo
anecdótico, por no decir que es rayano en lo supersticioso».
Por último, este
sacerdote ha reivindicado la Doctrina Social de la Iglesia, que hunde sus
raíces en el pontificado de León XIII, y ha apelado a su uso como respuesta a
todas estas cuestiones.