por la Unión de los Argentinos
(Roberto Armando
Rigo. Buenos Aires Diciembre de 2023. Ed. Dunken.)
Marcelo Luis
Breide Obeid
El autor de esta
obra, Ricardo Armando Rigo, ha prestado un servicio trascendente a la Historia
Nacional, por el hecho de haber rescatado del oprobio y del olvido definitivo,
al General Juan José Valle y sus compañeros de infortunio. Una de las muchas deudas
que la Historiografía nacional tiene con el lector interesado en la Historia
Patria.
Lo poco que
sabemos del General Valle es que fue fusilado en la Penitenciaría que se
ubicaba en la Av. Las Heras de la ciudad de Buenos Aires y que fue demolida,
porque era vieja, fea y sobre todo, porque era un mudo monumento de la tragedia
que ocurrió dentro de sus muros. La supuesta causa que se difundió por
conspirar contra la Revolución Libertadora y pretender el retorno del derrocado
Presidente Perón. Y ya sabemos que los políticos representantes de grupos
sectarios de la Argentina arrasan con todo vestigio de la Historia para hacer
olvidar sus crímenes y traiciones. Así fue como arrasaron con la casa de Rosas
en San Benito de Palermo y encima construyeron el monumento a Urquiza
precisamente sobre el sitio en que se ubicaba el escritorio del
Restaurador.
Pero ¿quién era
este general que para los pocos que lo recuerdan ? ¿Pasó a la Historia como un
militar peronista que quería traer a Perón recientemente derrocado y que estaba
en el exilio? Aquí es donde el libro se vuelve imprescindible gracias a la
investigación del autor Valle no caerá en la segunda muerte, que en la
literatura clásica era el olvido y la difamación. Así que el primer fruto de
este libro es de cumplimiento a un deber de Caridad Cristiana.
Valle siendo
teniente se sumó a las fuerzas del General José Félix Uriburu en la Revolución
del 30. Y después al movimiento del Grupo de Oficiales Unidos (GOU). Fue
enviado a Francia para la adquisición de armamento. Adhirió filosóficamente a
las ideas del Mariscal del Imperio Alemán y Otomano Barón Von der Goltz autor
del concepto y doctrina de “El Pueblo en Armas” escrito en 1883, de la que el
general Valle fue profesor en la Escuela Superior Técnica del Ejército, que
fuera la impulsora de la industrialización y de la tecnificación como medio de
fortalecer y darle una mayor autonomía al país.
Un dato
interesante es que en el Ministerio de Guerra fue amigo del General Pedro
Eugenio Aramburu, con quien pasó veranos de descanso juntos y del que además
fue socio en un emprendimiento inmobiliario en Mar del Plata. También le debía
a Valle ayuda en sus ascensos puesto que Valle era más antiguo que él en el
escalafón e intervino en la Junta de Calificaciones.
Los oficiales del
GOU que hicieron la Revolución del 4 de junio de 1943, adhirieron casi en su
totalidad al primer Gobierno Justicialista mientras éste mantuvo los principios
de la Revolución del año 1943. En esa época los valores patrióticos y religiosos
eran ideales comunes a la mayoría de la población. Pero a medida que el régimen
peronista fue cambiando, la desilusión de los católicos cundió en todos lados y
también afecto a Valle sobre todo después de la quema de las Iglesias. La
solución vino de la mano del General Lonardi quién al asumir el poder declaró:
“Ni vencedores ni vencidos”. Lonardi era garantía de respeto a la Constitución
Nacional de 1949 ya los valores cristianos. Sin embargo el ala liberal de las
FFAA, muy influidas por los grupos cerrados del poder económico querían
derrocar a Lonardi e imponer una vuelta a la vieja Constitución de 1853, como
si no hubieran habido hechos trascendentales que la dejaron obsoleta. Los
hechos a los que ignoraron eran la crisis del 30; las dos guerras mundiales; la
guerra fría que estaba en desarrollo y los grandes principios de la Doctrina
Social de la Iglesia como que nunca hubieran existido, ni se hubieran discutido
ni se diesen por explícitos. Era un simple volver a 1853.
Entonces Valle
buscó respaldo intelectual en el poeta católico Leopoldo Marechal y creo el
Movimiento de Recuperación Nacional. Lanzó una proclama ante la traición de los
militares y civiles que derrocaron al General Lonardi y se opuso a la nueva
fase de la “Revolución Libertadora”. El valor moral de Juan José Valle no podía
ser tolerado por los traidores a Lonardi y luego de entregarse por la
pacificación, sin juicio, fue fusilado cobardemente. La grandeza moral de Valle
se mide precisamente por la forma en la que encaró la muerte. Se entregó a sus
enemigos para que no sigan fusilando gente como lo hicieron en José León
Suárez. Su muerte nos recuerda la muerte de otro militar que va camino a los
altares, el Coronel Argentino del Valle Larrabure. Curioso es que ambos en su
apellido llevansen el sustantivo “Valle”. Los dos supieron perdonar a sus
asesinos y que no haya venganza contra ellos. Es que estaban hechos en ese
formidable molde que es la Vocación del Militar Cristiano. He aquí el fruto de
los ejemplos de los generales Belgrano y San Martín que rezaban el Santo
Rosario antes de las batallas. Y que nombraron Generala de sus ejércitos a la
Santísima Virgen María.
Las ideas de Valle
están contenidas en su “Proclama al Pueblo de la Nación” y en las cartas de
despedida a su esposa y su hija. Así como en los conceptos que escribe al
General Aramburu. El autor destaca que Perón demostró que la revolución del 9
de junio de 1956 fue imprudente y que lo habían traicionado. (Carta de Perón a
John William Cooke).
El presente libro
es una reparación histórica que el General Valle merece y que es sólo el
comienzo de la recuperación de su legado. El General Valle no murió por Perón,
murió por Dios y por la Patria. Deberíamos saber de cado uno de los otros
fusilados sus biografías. Seguro que la mayoría de ellos eran excelentes
personas.
Curiosamente el
General Aramburu que se hizo responsable de este homicidio correrá con un
destino similar. Sin juicio y clandestinamente va a ser fusilado por los
“Montoneros” el 1ro. de junio de 1970. Catorce años después. ¿Habrá pensado que
era el destino que lo tenía así determinado? ¿Habrá recordado las palabras de
la carta que le envió a Juan José Valle antes de su fusilamiento?
Yo creo que sí.
Que Aramburu debe haber recordado la muerte de Valle pues según sus asesinos
simularon un juicio sumario por los fusilamientos del año 1956. ¡Qué duro debe
haber sido para él revivir aquellos errores! Él era el Presidente y se hizo
cargo de los fusilamientos. ¿Pero era el culpable, el instigador, el causante?
Es justo decir que Aramburu mostró dignidad ante la muerte y dijo con calma a
su ejecutor según lo relataron ellos mismos: “¡Proceda!”. Antes había pedido a
un sacerdote que confesara y se lo negaran. No existe mayor crueldad.
Escribiendo este
comentario no puedo dejar de asociar las muertes del Coronel Larrabure, con la
del General Juan José Valle dos víctimas inocentes del odio entre los
argentinos, que perdonaron y no buscaron venganza. Ambos lo dejaron escrito de
puño y letra.
Si creemos que la
Historia enseña a no repetir estos errores éste libro escrito por Roberto
Armando Rigo es imprescindible pero es además una obra que tiene otro valor
más: como abogado hizo la defensa que no tuvo el General Juan José Valle antes
de ser fusilado. Rigo ha puesto a Valle ante el Tribunal, que es el de la
Historia. El General Valle fue asesinado dos veces, el día de su fusilamiento y
cuando ocultaron y olvidaron su sacrificio y su ejemplo.
La Marcha de la
Libertad decía “Mil veces una muerte Argentina” yo me pregunto: ¿Cuántos héroes
más después de Valle tuvieron que ofrecer
sus vidas para que exista una
Argentina Cristiana y Soberana?
¡Cuánto dolor
desperdiciado! Rescatar la memoria de los héroes y de los mártires es una labor
de Justicia que en el caso del General Juan José Valle y gracias a éste libro
se ha cumplido.