esa es la cuestión
Por Ariel Corbat
La Prensa,
12.08.2024
A mediados de
2020, cuando Alberto de la Fernández ya había derogado de facto la Constitución
Nacional para el espanto que Franco Rinaldi supo sintetizar como infeKtadura,
una mujer tuvo la ocurrencia de homenajear al presidente feminista tatuándose
su incalificable rostro en un brazo. En ese momento el tatuaje se hizo viral
porque se parecía más al recordado Roberto Galán que al homenajeado, pero como
la suerte es cambiante (como enseña el cuento del viejo afgano), aquello que
parecía mala suerte hoy es buena suerte de poder decir: “No es Alberto, me
tatué a Roberto”.
La necesidad de
mostrar militancia lleva a muchos a inyectarse tinta bajo la piel para afirmar
su identidad política y borrar las dudas del raciocinio. Es de suponer que con
la pública denuncia de la ex primera dama acusando al dictador de la pandemia
de haberla lesionado a golpes, quienes adornaron su cuerpo con su imagen se
sientan un poco, ¿cómo decirlo suavemente?, digamos: “bobos” (para respetar el
estilo severo de La Prensa y no usar la más coloquial palabra de nuestro habla
que con tres sílabas también empieza con “bo” y en plural termina con “os”).
Sin embargo, por
muy “bobos” que sean los “bobos” que se tatuaron las ojeras y el bigote del
lamentable cantautor de Si me pierdo yo me encuentro, vengo a decir que hay
otros a los que encuentro mucho, pero mucho más “bobos” y hacen un daño mayor
que estropear su propia piel.
LOS DECEPCIONADOS
K
Son mucho más
“bobos” que los tatuados decepcionados del kirchnerismo, aquellos libertarios
que por cobardía intelectual se
genuflexan pusilánimes ante la corrección política que la izquierda escribió
para los progres y, convalidando el relato kirchnerista sobre los años de
plomo, en lugar de respaldar abiertamente a los diputados de La Libertad Avanza
que visitaron presos en el Penal de Ezeiza, adoptan posturas que los dejan
inequívocamente plantados a la izquierda de Elisa Carrió.
Ciertamente los
bríos y consignas de la campaña electoral son pasado, pero aún así resulta
alarmante que dentro del oficialismo haya funcionarios de gobierno y
legisladores que en relación al prevaricato sistematizado desde 2003 a la fecha
se ubiquen a la izquierda de Carrió.
No es un dato
menor que la propia Elisa Carrió, quien como diputada nacional impulsara la
anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, admitiera hace años
que hay que revisar los juicios a que dieron lugar la anulación de esas leyes.
(Algo que nunca debió convalidar la CSJN). Y cito textual lo dicho por Carrió
el 13 de Octubre de 2017: “Espero el
consenso necesario para ver juicios de revisión en los casos que no haya
pruebas. Porque realmente hay juicios donde no hay pruebas, hay otros juicios que
tienen que quedar firmes y hay una situación que tiene que ser aplicada a todos
por respetar los derechos humanos. Es que después de determinada edad, tu
prisión es domiciliaria. Pero lo es en todos los casos”.
A diferencia de
Carrió mi posición es que todos esos juicios son nulos y los jueces que
intervienen en ellos debieran ser destituidos por prevaricadores. Porque yo
estoy a la derecha de Carrió.
Lo que preocupa es
que funcionarios y legisladores oficialistas, en lugar de trabajar para ese
consenso, por cobardía y/o pereza intelectual salten prestos en auxilio del
kirchnerismo quedado a la izquierda de Carrió evitando estudiar y avanzar en
tan importante cuestión que hace a la independencia y buen funcionamiento del
Poder Judicial, devenido desde 2003 en Poder Prevaricador. Sobran argumentos
para respaldar y superar su propuesta de revisión.
Notables “bobos”
son los diputados de La Libertad Avanza que defeccionaron de sus propios pasos
y los que se volvieron violentamente contra Araujo, Benedit, Ferreyra y
Montenegro; sus compañeros de banca. Ese bloque ya está irreparablemente roto
por la traición y su ruptura que el tiempo habrá de definir. Y deja expuesta la
falla de conducción política tanto por parte de quien preside la bancada,
Gabriel Bornoroni, como del propio Javier Milei que acaso, hermosa palabra la
palabra “acaso”, no advierta que la independencia de los poderes no le resta
responsabilidad de liderazgo político y que en política debe sostenerse la
disciplina partidaria, porque si se descuida surgen tanto errores no forzados
como internas que revelan contradicciones ideológicas.
RUIDOSO SILENCIO
El ruidoso
silencio de la vicepresidente Victoria Villarruel tampoco ayuda a ordenar el
desmadre, porque su rol institucional no la anula como referente político de
peso y su trayectoria le confiere autoridad moral a su voz. Voz que esperamos
oír los que votamos fórmula más que
Presidente.
Cuando Juntos por
el Cambio eligió a Bullrich sobre Rodríguez Larreta, los halcones se impusieron
a las palomas. Patricia Bullrich, como candidata presidencial, firmó un
compromiso en relación a los juicios para avanzar en dirección similar a la que
proponía Carrió. Y en lo que hace a la revisión del pasado, tanto ella como el
ministro de Defensa Luis Petri siguen siendo halcones. Nobleza obliga, hay que
reconocerlo.
Ahora dentro de La
Libertad Avanza, se perfila una disyuntiva decisiva en la que habrá que optar
por ser los leones que se prometió ser en la campaña, o los patitos sobre la
cabeza de la diputada Arrieta.
Pegarle al
demolido Alberto de la Fernández es tan fácil que cualquiera se anima. Cosa de
patitos. Salir abiertamente a respaldar a los diputados de La Libertad Avanza
que fueron a Ezeiza, aunque debiera ser todavía más fácil, resultó que no lo es
tanto.
Leones o patitos,
esa es la cuestión.
Ariel Corbat
* Periodista.
Experto en seguridad y temas militares. Editor de la página web http://plumaderecha.blogspot.com