frente a la oligarquía universitaria
Por Miguel Ángel
Iribarne
Foro Patriótico
Manuel Belgrano, 22/09/2024
El discurso de la
Vicepresidente de la Nación en oportunidad del Día del Profesor –un fragmento
del cual estamos publicando– comprueba nuevamente la decisión con que Victoria
Villarruel afronta temas considerados “tabú” por la mayor parte de los
formadores de opinión del país. Su lucha de varios años para revindicar a las
víctimas del terrorismo castrista ya había sido una muestra elocuente al
respecto. Su actual denuncia de los procesos de adoctrinamiento político en las
universidades y de la responsabilidad sobre los mismos de lo que denomina
descarnadamente “oligarquía universitaria” resultan un nuevo testimonio.
De lo que se
trata, a través de décadas, no es sino del control ejercido por los grupos que
se adueñan de casas de estudio a los que todos –sin opción- aportamos, para
imponer una mentalidad o una ideología convirtiendo en parias a quienes
expresan concepciones diversas de la oficializada. En la época del primer
peronismo el tema no pasaba del servilismo y la alcahuetería a su persona que
al propio Perón repelían, aunque las consentía. La conjunción
radical-socialista que se hizo con el gobierno universitario en 1955 avanzó
mucho más en el plano conceptual, creando un “clima” oficial en la Universidad
estatal francamente discriminatorio para con el pensamiento de derecha. Este
clima explica la “fuga” hacia las universidades privadas operada desde el
comienzo de los ’60, sobre todo por parte de profesores de ciencias humanas y
sociales.
La guerrilla y la
contraguerrilla darán el tono de la Universidad de los ’70, hasta que,
restablecida la democracia y “de la mano de Alfonsín”, volviese la coalición
del ’55, esta vez con un inocultable aroma gramsciano. Desde entonces, y como
nunca, las universidades estatales se han convertido en una bolsa de trabajo y
una “caja” más de las cliques políticas prevalentes. Allí ha tallado el
radicalismo progresista de los Yacobiti y los Lousteau, sobre todo en las casas
más tradicionales, en combinación con el kirchnerismo dominante en las sedes
del Conurbano y de algunas provincias interiores.
Lo que falta es
libertad de investigación y de debate, sin lo cual no hay genuina
Academia. A lo que se agrega la patente
carencia de vínculos del sistema universitario y el científico-tecnológico con
el sistema productivo. Así la Universidad deserta de su misión de convertir las
ventajas comparativas del país en verdaderas ventajas competitivas que nos
permitan reinsertarnos con solvencia en el mundo.
Lo que sobra es el
partidismo instalado en la médula del régimen de gobierno de las casas de
estudio desde hace alrededor de setenta años.
Sepa, sin embargo,
Sra. Vicepresidente, que hay muchos universitarios patriotas que comparten su
visión y aplauden su coraje.