El primer viaje de
Cristobal Colón
Por Horació Boló
La Prensa,
30.09.2024
Mucho se ha
escrito sobre este tema. Pero la mayor parte de la información está
llamativamente tergiversada por motivos ideológicos o por ignorancia. ¿Qué
sabía Colón?
Colón no descubrió
que la tierra era redonda. Esto se sabía desde la más remota antigüedad e
incluso en el siglo III antes de Cristo. Eratóstenes midió el perímetro de la
tierra con una diferencia mínima con respecto a los métodos actuales.
Aparentemente desde
la época de Aristóteles, siglo IV antes de Cristo, se sabía que bastaban pocos
días de navegación para llegar a tierra firme, llamada India Oriental,
navegando hacia Occidente. En numerosos mapas de la época esto se ve
claramente: en el mapa de un monje benedictino Walsperger del 1448 y en el de
Martellus Germanicus de 1489 y en los trabajos de Toscanelli y de Pierre
d’Ailly, (1350-1425), Cardenal de la Iglesia.
En una nota que
figura en este último Colón escribió: “El fin de España y el comienzo de la India
no son muy distantes y es evidente que este mar es navegable en pocos días con
un buen viento”. Colón mismo en una carta a los Reyes Católicos del 18 de
octubre de 1498 dice textualmente haber llegado a “...islas y tanta parte de
tierra firme de los antiguos muy conocida y no ignota como quieren decir los
envidiosos e ignorantes”. Un viaje de Europa a la China sin escalas hubiera
sido un viaje demencial, imposible.
¿CUAL FUE EL
PROPOSITO DEL VIAJE?
La idea de las
especias y de fomentar el comercio responde a una interpretación típica de
nuestra época que sólo piensa en el beneficio y el goce y le cuesta aceptar que
haya algo superior por lo que alguien esté dispuesto a emprender una acción. En
ningún documento de la época se habla de economía ni de comercio. Eso lo
ponemos nosotros con nuestra mentalidad. Como muy bien dice el historiador
argentino Enrique de Gandía “hay que vivir como vivían aquellos seres, rezar
como ellos rezaban, creer lo que ellos creían, instruirse como ellos se
instruían, contemplar las Catedrales…”.
En ningún
documento de la época vinculado a la empresa se habla de encontrar una ruta a
la India. El propósito que se menciona es “descubrir tierra firme e Islas del
mar Océano”.
Los motivos
fundamentales fueron dos: la lucha contra el Islam y el evangelizar a los
tártaros, a los chinos y a los territorios gobernados por el gran Kan.
El Islam era una
gran amenaza para Europa y los reyes de España, Fernando e Isabel, terminada la
guerra contra los moros, estaban empeñados en continuar la lucha contra el
Islam.
Por otro lado
desde hacía muchísimos años existían conexiones entre las monarquías de Francia
y España y la república de Venecia con los tártaros, mogoles y chinos. Marco
Polo fue un enviado del Papa ante el gran Khan, y es más, los khanes, y los
emperadores de Mogolia y China le pedían misioneros cristianos.
Colón dice
textualmente en el diario de su primer viaje: “...después que Su Majestad había
dado fin a la guerra contra los Moros que gobernaban Europa... a través de la información
que le proporcionara a Su Alteza sobre las tierras de India y sobre un príncipe
llamado Gran Khan lo que significa en nuestra (lengua) vernácula ‘Rey de Reyes’
que muchas veces él y sus antepasados han ido a buscar a Roma doctores en
nuestra Santa Fe para instruirle en ella y que nunca el Santo Padre los ha
provisto y que por lo tanto se han perdido muchos pueblos caídos en la
idolatría... Su Majestad... enemigo de la secta de Mahoma resolvió enviarme a
mí, Cristóforo Colombo para ver la manera en que debe ser llevada a cabo su
conversión a la Santa Fe”.
Consecuentemente
con lo anterior se sabe que la Reina Isabel de Castilla no empeñó sus alhajas
para financiar la expedición de Colón, es más, ella había empeñado con
anterioridad sus joyas para solventar la reconquista de Granada. La plata la
puso la Iglesia Católica y fue entregada a los Reyes por el tesorero de la
Cruzada, Alonso de las Cabezas de la diócesis de Badajoz.
¿COMO ERA COLON?
Estaba casado con
una mujer de la nobleza, era un experimentado navegante y vinculado con el
comercio marítimo. Había aprendido además a confeccionar mapas, arte en el que
se destacó.
Había leído a los
autores antiguos: Aristóteles, Ptolomeo, Marino de Tiro, Estrabón y Séneca.
Quedó muy impresionado al leer en Medea de Séneca con un pasaje en el que dice
que llegará una era en que el Océano romperá sus cadenas, se descubrirá una
tierra grande y Tiflis, un piloto, descubrirá nuevos mundos. Creyó que esta profecía
le estaba destinada.
Era profundamente
religioso. “He sido bautizado Cristóforo, el que lleva a Cristo y llevando a
Cristo he de morir”, rezaba y ayunaba como un monje, comulgaba con frecuencia y
era muy devoto de la Virgen y San Francisco y comenzaba todos sus escritos
“Jesús con María esté en mi camino”. Siempre sintió que tenía una misión que
cumplir, que Dios lo había destinado a ser un instrumento de la ´reparación de
la fe.
CARACTERISTICAS
DEL PRIMER VIAJE
La tripulación
estaba constituida por 90 hombres de los cuales se conoce el nombre de 87; sólo
cuatro no eran españoles. Sobre esto se ha creado la leyenda de que la
tripulación estaba integrada por personas desesperadas, criminales y ex
presidiarios. Nada más lejos de la verdad. La leyenda surgió a raíz de que uno
de los tripulantes había matado a un hombre en una pelea y había sido
sentenciado a muerte y entonces tres amigos de él lo sacaron de la prisión. De
acuerdo a una extraña ley vigente en Castilla ellos también fueron sentenciados
a muerte. Estos fueron los únicos presos que se acogieron a la orden real que
suspendía todo proceso civil y penal a quien se anotara como integrante de la
expedición.
Por los datos
complementarios que se conocen del resto de los tripulantes, se sabe que no
eran presos comunes. Casi todos los miembros de la tripulación eran de Palos y
de las ciudades vecinas, Cádiz, Sevilla, Córdoba, etc. Muchos se conocían e
incluso eran parientes. Lejos estamos de un conjunto de criminales y
desesperados.
Vale la pena resaltar
el espíritu religioso que reinaba en la expedición. Todos los miembros se
confesaron y comulgaron antes de su partida. Se rezaban algunas de “las horas
del Oficio”, como en los monasterios, sobre todo al atardecer las vísperas, y
después de cenar, completas.
Al alba el grumete
encargado de la guardia saludaba al día que nacía con este hermoso himno:
“Bendita sea la luz
Y la Santa Veracruz
Y el Señor de la Verdad
Y la Santa Trinidad;
Bendita sea el alma,
Y el Señor que nos la manda;
Bendito sea el día
Y el Señor que nos lo envía”.
Sería un
ingenuidad y una falsedad pensar que era una expedición de ángeles: como toda
empresa humana tuvo sus claroscuros, pero este era el espíritu que la guiaba.