¿A quién le gustaría reemplazar a Zelensky? ¿O
ya es tarde?
Por Gabriel
Camilli
La Prensa, 06.10.2024
Después del viaje
del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyj a los Estados Unidos, varios
analistas (y nosotros) ven cada vez más signos de que Occidente está
presionando a Kiev para que haga mayores concesiones a Rusia. Con respecto a la
situación en Donbass: Una brigada ucraniana podría verse rodeada en Wuhledar.
Pokrovsk está amenazado de destrucción. La ofensiva rusa de verano ha llegado a
su clímax.
Desde el inicio de
esta columna en febrero de 2022 siempre hemos recurrido como “marco teórico” al
filósofo de la guerra, Clausewitz: "La maravillosa trinidad es la imagen
de la dimensión interna de las comunidades que hacen las guerras. Se trata de
una imagen que representa las tensiones y relaciones en una visión pluralista
del Estado. Es percibida en la realidad, es imaginada y desde ahí es elevada a
concepto. Distingue los caracteres de cada una de las partes: pueblo, jefe militar
y jefe político".
“Corresponde al
pueblo la confluencia del odio, la pasión, la enemistad y la violencia
primitiva de su esencia como ciego impulso natural. Al jefe militar pertenece
el juego del azar y las probabilidades, que remite al talento y el valor de la
actividad libre del alma. Al jefe político pertenece el entendimiento que
determina a la guerra como instrumento político subordinado”.
Unas sociedades
atravesadas por tantas guerras, como la ucraniana y la rusa, requieren del
diálogo, el encuentro y la reconciliación. Requieren de líderes sabios y
prudentes. No hay dudas que con la guerra en Ucrania, desde lo estratégico,
estamos en presencia de un hecho histórico.
¿ALGO ESTÁ
CAMBIANDO EN ESTOS DÍAS?
Desde la continua
escalada verbal, con amenazas e insultos, hasta el intento de bajar el tono.
Hoy, Joe Biden da la sensación de querer recalibrar la estrategia
estadounidense frente a Rusia. Si, hasta hace unos meses, el presidente
estadounidense lanzaba diatribas contra su homólogo ruso, Vladimir Putin,
llamándolo "carnicero" o dictador de días contados, ahora desde la
Casa Blanca probablemente se han dado cuenta de que seguir por ese camino
podría ser contraproducente. "Al jefe político pertenece el
entendimiento" volviendo a Clausewitz.
Los líderes
políticos de ambos bandos, seguramente, serán expuestos a futuros bochornos que
surgirán en las negociaciones, cuando la OTAN se encuentre y necesite ir
terminando la guerra en Ucrania, frente a un líder que ha sido denigrado e
insultado en varias ocasiones.
Hay una
posibilidad bastante visible de que, luego de las elecciones en los Estados
Unidos, se llegue a algún tipo de negociación.
Los tonos
triunfalistas anunciados en los últimos meses ya no se corresponden con la
realidad y, por eso, Biden empieza a perder los estribos con sus más cercanos
colaboradores. Los cuales, como si nada hubiera pasado, siguen hablando de
victorias, si no improbables, muy difíciles de obtener en el campo de batalla
(al menos en las condiciones actuales). La inteligencia rusa dice que los
Estados Unidos quiere reemplazar al presidente ucraniano Zelensky con una
figura más controlable.
De hecho, hace
pocos días en ‘The Economist’ (el semanario globalista que transmite las
directivas del Estado profundo a los europeos), aparece un artículo que podría
haber sido escrito por un analista que podría ser tildado de pro-ruso.
Con el título: “La
guerra va mal. Ucrania y sus aliados deben cambiar de rumbo, es hora de tener
objetivos de guerra creíbles y de adherirse a la OTAN”, el periódico
norteamericano, el 26 de septiembre de 2024, dice: “Si Ucrania y sus aliados
occidentales quieren ganar, primero deben tener el coraje de admitir que están
perdiendo. En los últimos dos años, Rusia y Ucrania han librado una costosa
guerra de desgaste, que es insostenible. Cuando Volodymyr Zelensky viajó a
Estados Unidos para ver al presidente Joe Biden esta semana, trajo consigo un
‘plan para la victoria’, que se esperaba que contuviera un nuevo llamado a las
armas y al dinero. De hecho, Ucrania necesita algo mucho más ambicioso: un
cambio de rumbo urgente. Un indicador de la decadencia de Ucrania es el avance
de Rusia en el este, en particular en torno a la ciudad de Pokrovsk. Hasta
ahora, es lento y costoso. Según estimaciones recientes, las pérdidas rusas
ascienden a unos 1.200 muertos y heridos al día, además del total de 500.000.
Pero Ucrania, con una quinta parte de la población de Rusia, también está
sufriendo. Sus líneas podrían desmoronarse antes de que se agote el esfuerzo
bélico de Rusia”.
Si Volodymyr
Zelensky continúa desafiando la realidad, afirmando que el ejército ucraniano
puede recuperar todo el territorio robado por Rusia desde 2014, alejará a sus
partidarios y dividirá aún más a la sociedad ucraniana. Es hora de un nuevo
enfoque honesto.
LA NEGOCIACIOÓN
En el campo
diplomático la conversaciones, o negociaciones, están empantanadas voluntaria o
involuntariamente por las partes. Nos encontramos ante dos formas
diametralmente opuestas de concebir la negociación. Desde el punto de vista
estadounidense, en la práctica el mismo adoptado por Zelensky, la guerra y la
paz constituyen dos fases distintas de la guerra: cuando comienzan las
negociaciones, la aplicación de la fuerza debe cesar para dejar espacio a la
diplomacia.
Según esta visión,
bien resumida por Henry Kissinger en su fundamental Orden Mundial, la fuerza es
necesaria para producir la negociación, luego debe permanecer al margen. Y, aún
más, lo reafirmó en su última aparición en Davos, y se animó a decir lo
"políticamente incorrecto", el ex Secretario de Estado sostuvo que
Ucrania va a tener que realizar concesiones territoriales para alcanzar la paz.
LA DURA REALIDAD
Evidentemente,
algunos círculos estadounidenses empiezan a temer que su instrumento en Kiev
los arrastre directamente a una tercera guerra mundial, pero esta vez atómica.
Pero tal vez sea demasiado tarde: Zelensky es como Biden y puede contar con el
conocido lobby armamentístico.
Ambos
participantes directos se subestimaron mutuamente en distintos grados. Moscú no
esperaba que Kiev militarizara las zonas residenciales y, mucho menos, en la
escala en que lo hizo, lo que obligó al presidente Putin (que escribió
extensamente sobre sus sentimientos afines hacia los ucranianos en su artículo
de julio de 2021 titulado ‘Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos’) a
priorizar los combates calle por calle para sacar a las fuerzas ucranianas de
esas zonas, en lugar de limitarse a bombardearlas sin preocuparse por las
bajas.
Desde la
perspectiva de Kiev y sus socios de la OTAN, no esperaban que la economía rusa
-tanto la actual como la relacionada con lo militar- tuviera la resiliencia que
mostró frente a las sanciones occidentales sin precedentes lideradas por
Estados Unidos. Todos los informes anteriores sobre que Rusia “se estaba
quedando sin municiones y mano de obra” han sido desacreditados por su
continuo, lento pero constante avance durante los últimos cinco meses. Tampoco
tomaron lo suficientemente en serio el casus belli de seguridad nacional de
Rusia, razón por la cual está tan comprometida con el conflicto.
Ambos
participantes directos también subestimaron la participación de la OTAN en el
conflicto, aunque de maneras opuestas. Rusia no parece haber esperado que
intensificaran sus envíos de armas hasta el punto de crear una guerra indirecta
literal y duradera (guerra proxy), mientras que Kiev no anticipó cuánto tiempo
tardarían en llegar las armas pesadas que lleva meses solicitando. En cuanto a
la OTAN, parece haber sobreestimado la unanimidad de su apoyo hacia Ucrania, ya
que están surgiendo graves divisiones dentro del bloque. Estas tres
subestimaciones contribuyeron a prolongar el conflicto.
En conclusión, la
reciente visita de Zelensky a Estados Unidos y su encuentro con Trump ponen de
relieve la incertidumbre política que caracteriza el futuro de las relaciones
entre Ucrania y los Estados Unidos. Mientras que, por un lado, Biden sigue
apoyando a Kiev, la figura de Trump representa una alternativa ambigua, que
podría cambiar radicalmente el enfoque estadounidense hacia la guerra en
Ucrania. Este escenario abre el camino a una serie de posibles acontecimientos
diplomáticos y militares, que podrían redefinir no sólo el futuro del
conflicto, sino también el equilibrio geopolítico global.
Al cierre de este
artículo, el mundo conoce el recrudecimiento del conflicto en Medio Oriente.
Como escribió el politólogo Ian Bremmer en X, “el deseo de restablecer una
disuasión mínima, al atacar Tel Aviv, Irán nos ha recordado que la paciencia
estratégica se ha agotado. Y los destinos futuros de Medio Oriente son cada vez
más inciertos en la guerra aparentemente interminable que lo consume”. Estamos
en medio de una guerra mundial por partes, irrestricta y con riesgos de
escalada.