un genetista totalmente fuera de lo común
Habló sobre los
aportes del investigador francés, Hugo Esteva, miembro de la Academia Nacional
de Medicina.
Por Carlos E.
Hartmann
La Prensa,
10.10.2024
Especial interés
concitó la disertación brindada por el doctor Hugo Esteva en el Instituto de
Filosofía Práctica, quien -en el marco de un curso sobre “Figuras Ejemplares”,
organizado por los directivos de esa entidad- se refirió en forma magistral a
Jerome Lejeune, un investigador médico francés que vivió las virtudes
cristianas (teologales y cardinales) en “grado heroico”.
Lejeune -figura
destacada de la ciencia médica, poseedor de profundas convicciones religiosas y
“ardiente defensor de la vida”, según palabras del Papa Juan Pablo II-, quiso
emplear su descubrimiento sobre la causa genética del “síndrome de Down” para
curar a los niños que nacían con esa discapacidad. No obstante, los partidarios
de la legalización del aborto empezaron a usar el trascendental hallazgo para
la detección precoz de los bebés con “síndrome de Down”, e impulsaron una falsa
“eugenesia”, para impedir el nacimiento de bebés con enfermedades graves.
El mal uso del
descubrimiento del investigador y médico francés -así como la aparición de
derivaciones no deseadas, o fines distintos de los originalmente proyectados-
provocó la aflicción de Lejeune.
Movido por sus
convicciones acometió en la década del 70 una lucha personal contra la
legalización del aborto. Hoy por hoy, la buena semilla sigue dando frutos. Cabe
consignar que por su postura a favor de la vida humana (desde la concepción),
Lejeune sufrió el ostracismo y “castigo de silencio” de la comunidad
científica. Tampoco prosperó su candidatura al Premio Nobel.
INTRODUCCIÓN
Presentó al doctor
Esteva en la sede del Instituto de Filosofía Práctica -ubicada en Viamonte 1596
de esta Ciudad-, el doctor Juan A. B. Vergara del Carril, quien se desempeña
como secretario de esa entidad, en tanto que ejerce la presidencia el doctor
Bernardino Montejano. La conferencia despertó el interés de un nutrido número
de concurrentes, los cuales tuvieron oportunidad de intercambiar opiniones con
el disertante. “En el doctor Esteva encontramos a un insigne cirujano, que es
todo un orgullo para la medicina argentina e internacional. Con su sapiencia y
sobresalientes dotes ha obtenido -por mérito propio- un prominente éxito y
ponderación tanto en nuestro país como en el exterior”, dijo Vergara del
Carril.
En efecto, el
doctor Esteva cuenta con una amplia trayectoria profesional y -entre otras
funciones- actuó como jefe de la División Cirugía Torácica y jefe del Grupo de
Trasplante de Pulmón en el Hospital de Clínicas (UBA).
Presidió la
Sociedad Argentina de Cirugía Torácica, realizó el primer trasplante de pulmón
en un hospital público, y recibió varios premios entre los que se menciona el
otorgado por la Academia Nacional de Medicina, por su trabajo “Cirugía de las
metástasis”. Es miembro titular de la Academia Nacional de Medicina, y además
de su actuación docente tuvo una relevante labor en sociedades científicas
nacionales y extranjeras.
ENFOQUE CIENTIFICO
Y RELACIÓN ASISTENCIAL
“Tengo que empezar
pidiéndoles una disculpa. Yo no soy especialista en lo que fue la especialidad
de Jerome Lejeune, quien fue un genetista totalmente fuera de lo común. Vamos a
ver qué logró y por qué no logró más. Esa es la idea que yo querría
transmitir”, expresó Esteva al dar comienzo a la conferencia.
Aclaró
seguidamente que, si se mira una fotografía de Jerome Lejeune, se puede
apreciar la imagen de “un hombre común, como cualquiera de nosotros: con un
bigotito, una sonrisa, una cara simpática, y muchas veces recostado o
‘inclinado’ sobre un chiquito mal llamado ‘mongólico’ (por la similitud de
rasgos físicos con esa raza asiática). Es decir, un chiquito con ‘síndrome de
Down’ ”.
“Lejeune se dedicó
especialmente a esos chicos, tanto desde el punto de vista científico como (de
la relación) asistencial. Esta última tarea la efectuó en el hospital de niños
más conocido de París, el Hospital Necker (Hôpital Necker-Enfants Malades),
donde fue jefe del Departamento de Genética. Y ya les digo: No estaba solamente
detrás del microscopio. ¡Estaba atendiendo a esas almas!”, explicó el
disertante.
LA TRISOMIA DEL
CROMOSOMA 21
Jerome Lejeune
nació el 13 de junio de 1926 en las afueras de París –Montrouge-, en una zona
que podría asemejarse al partido bonaerense de Vicente López. En el borde de
París. Un poco al sudoeste. Y murió a los 67 años (el 3 de abril de 1994, en la
mañana de Pascua). Trabajó en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas
(CNRS), de Francia. Allí, cuando tenía 32 años, descubrió la causa genética del
“síndrome de Down”. Es lo que se llama la “trisomía del cromosoma 21”.
“Obviamente, como cualquier investigador -detalló Esteva- Lejeune no trabajó solo.
El tenía un jefe. Un hombre importante que lo promovía y acompañaba. Fue el
profesor Raymond Turpin. También contó con la colaboración de una mujer Marthe
Gautier, la cual se había desempeñado en los Estados Unidos, donde aprendió
técnicas microscópicas, como para poder teñir los cromosomas. Verlos y observar
sus características”. Mencionó el orador que Lejeune tuvo una cantidad de
premios.
El HALLAZGO DE
OTRAS ENFERMEDADES CONGENITAS
Enumeró a
continuación Esteva -en relación al descubrimiento de Lejeune- que los seres
humanos tienen, en cada una de las células de su organismo, un total de 46
cromosomas. Estos se agrupan en 23 pares, de los cuales 22 se llaman
“cromosomas autosómicos”, y el par que le sigue son los denominados “cromosomas
sexuales”: las mujeres tienen un XX y los hombres tenemos un XY. “No hay otra
alternativa. Todo lo demás es mentira de la cultura ‘woke’, macaneo interesado
actual…”, subrayó el expositor.
Precisó -en ese
marco- que, al estudiar miscrocópicamente los cromosomas, Lejeune se dio cuenta
que uno de ellos –el cromosoma 21- en lugar de ser doble era triple. Y esa
anomalía, esa “triplicación”, era lo que daba lugar al “síndrome de Down”, el
cual -aunque sin profundizar el origen- ya había sido descrito a mediados del
siglo anterior (siglo XIX) por un médico inglés, el doctor John Langdon Down.
Pero Lejeune -además de descubrir la “trisomía del cromosoma 21”- detectó otras
enfermedades congénitas. Una de ellas es la denominada “síndrome del maullido
de gato”. Se trata de una debilidad mental que se acompaña con unos sonidos
especiales, propios de esos chicos en situación de discapacidad.
DESCRIPCIÓN EN ´EL
QUIJOTE´ DE CERVANTES
Seguidamente hizo
notar el doctor Esteva que el “síndrome de Down” se conocía, aunque no con ese
nombre, desde miles de años previos a Cristo. Entre los olmecas -que vivieron
en parte de los territorios actuales de México- hay figuras que corresponden a
rasgos de tipo Down. Por otra parte, el pintor italiano Andrea Mantegna y el
artista alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer) reprodujeron en sus obras, caras
con rasgos de “síndrome de Down”. Ponderó a su vez el orador que un académico,
el doctor Raúl Valdez, actualmente miembro de la Academia Nacional de Medicina,
le hizo llegar en su oportunidad un artículo, donde aparece la descripción de
un “síndrome de Down”, en el “Don Quijote de la Mancha”.
Reseñó el
expositor que esa “ventera” (hostelera) de nombre “Maritornes” -mencionada
varias veces en la obra de Miguel de Cervantes Saavedra (en los capítulos XVI y
XVII de la Primera Parte del primer libro, publicado en 1605)-, tiene todos los
rasgos y una cierta debilidad mental, los cuales pueden corresponder a un
“síndrome de Down”. Por otra parte, en 1846, un médico francés Édouard Séguin
describe un caso bastante probable, pero no le pone el nombre de “mongolismo”
ni de “síndrome de Down”. El que recién lo describe (como “síndrome”) y lo
publica por primera vez, en 1866, es John Langdon Down. Por eso le queda el
nombre de “síndrome de Down”.
DERIVACIONES NO
DESEADAS
“Así es el avance
lento que tiene la ciencia y, particularmente, nuestra ciencia médica”,
puntualizó el doctor Esteva. “Ahora: fue suficiente –prosiguió el orador- que
Lejeune hallara el modo de diagnosticar el ‘síndrome de Down’. Y encontrara que
se podía diagnosticar de manera prenatal, por punción del líquido amniótico (el
cual protege y envuelve al embrión y al feto, y contiene células a partir de
las cuales se determina el ADN del niño por nacer), para que ese descubrimiento
se empezara a utilizar después con el objeto de abortar a los chicos con
‘síndrome de Down’. Es decir que a Lejeune su descubrimiento se le ‘volvió en
contra’. Se le ‘volvió su propio enemigo’ ”.
“Imagínense lo que
tiene que haber sido el dolor de un hombre profundamente católico,
profundamente defensor de la vida. El quería en forma entrañable a esos
chiquitos y los trataba con un cariño que -por lo que he leído- era fuera de lo
común. Pero con su descubrimiento estaba ‘ayudando’ (más allá de su voluntad) a
hacer desaparecer a los chicos antes de nacer”, sostuvo el disertante.
“SE HIZO UN MAL
USO DE SU METODO”
En 1971, y después
de hablar en Nueva York en defensa de la vida, Lejeune -al volver al hotel-
dijo a su mujer: “Hoy perdí el premio Nobel”. Y en efecto, así ocurrió, porque
era un candidato al premio Nobel “merecidísimo”. El abrió todo un sector de
conocimientos científicos. A los médicos argentinos les tocó iniciar otros
caminos. En cambio Lejeune abrió la senda del estudio de los cromosomas y de
las enfermedades genéticas. Y todo lo que él dijo se cumplió. La mentalidad de
Organización Mundial de la Salud (OMS) –“Organización Mundial de la Muerte”,
según lo manifestado por Lejeune- triunfó y no le dieron el Premio Nobel. Se
hizo un mal uso de su método. Y encima no le reconocieron el verdadero valor.
Pero él “siguió peleando” siempre. Y encabezó, desde la década del 70, campañas
contra el aborto hasta su fallecimiento.
“Lejeune tenía
bien claro, cuál era el papel particularmente de los médicos, pero en general,
de los gobiernos. Y una cosa que trato de traducir -con la mayor precisión
posible- fue que él señaló: ‘La calidad de una civilización se mide por el
respeto que profesa a los más débiles de sus miembros’. Tal cual él lo hacía,
con los chicos Down. Mientras tanto, y esto es una observación mía, si uno ha
leído trabajos anteriores a los años 50 ó los 60 -y posteriores- una de las
cosas que se nota, pero de las que no se habla, es que hay una suerte de
amputación espiritual en los trabajos científicos. El espíritu no corre. No
existe. Si Ustedes leen trabajos de principios del siglo XX, los médicos que
escribían -algunos de ellos, aquí en la Argentina, fueron pioneros
importantísimos- dejaban traslucir que estaban viendo también el espíritu de
los enfermos, aunque estuvieran haciendo alusión (en sus escritos), en forma
concreta, a una fractura, o al modo de arreglar algún problema”, añadió el
orador.
RECORDACION DEL
DOCTOR ALEJANDRO POSADAS
“Siempre hablo del
doctor Alejandro Posadas, quien inventó la cirugía torácica pulmonar en la
Argentina, y prácticamente en el mundo. Posadas murió a los 32 años. Trabajaba
acá en Buenos Aires, y particularmente en el Hospital de Clínicas. Uno decía,
respecto de esos pioneros: Éste es un médico que ‘se inclina’ –y de ahí viene
la palabra ‘clínica’- al lado de su enfermo. Pero hoy, ¡olvídense! Los escritos
de los médicos son una especie de telegramas llenos de siglas, de letras, para
lo cual uno tiene que hacer un ‘curso’, o una ‘residencia’ especial en siglas y
abreviaturas”, consignó el doctor Esteva.
Aclaró el
disertante que aún con todas esas dificultades, Jerome Lejeune dejó un legado.
En el año 1997, se creó una Fundación con su nombre en París. Y en 2021 obtuvo
personería jurídica la misma Fundación en la Argentina, concretamente en
Córdoba. A su vez -desde 2023- hay una institución en Madrid, para el estudio
de enfermos con trastornos neurológicos de origen genético.
ADMIRACION POR
ALEXIS CARREL
En opinión del
doctor Esteva, “los señores de la OMS (Organización Mundial de la Salud), con
esto de no dejar nacer a los chiquitos con síndrome de Down -y promover el
aborto- dicen que están haciendo una verdadera “eugenesia”. Esa misma palabra
se utilizó para criticar violentamente a Alexis Carrel (1873-1944), de quien
soy profundo admirador. Una vez me tocó hablar aquí, en este Instituto de
Filosofía Práctica, sobre él. Pero para decirlo muy sencillamente, Carrel fue
el primer cirujano que hizo una ‘anastomosis vascular’. Es decir, unió los
cabos seccionados de una arteria. Ocurrió en los últimos años del siglo XIX.
Para realizar esa cirugía, Carrel fue a aprender a coser con una bordadora en
Lyon, de donde él era oriundo. ¡Miren la nobleza y la modestia!”
“La capacidad de
Carrel (para lograr la ‘anastomosis’ o conexión quirúrgica de los vasos
sanguíneos entre sí) dio lugar al desarrollo de toda la cirugía vascular, de
toda la cirugía cardíaca, y de gran parte de la cirugía pulmonar…”
Tal como indicó el
doctor Hugo Esteva –en una anterior conferencia brindada en 2019 en el
Instituto de Filosofía Práctica-, Carrel logró que, durante la Segunda Guerra
Mundial, el gobierno de Vichy (con capital en la ciudad francesa del mismo
nombre e instaurado por el mariscal Philippe Pétain, tras la firma del
armisticio con Alemania) creara -en 1941- la Fundación para el Estudio de los
Problemas Humanos. Carrel convocó a distintas personalidades y buscó aplicar el
método de su investigación biológica, para el buen ordenamiento de la
población.
LA MENTIRA PARA
HACER LA “PROPAGANDA” DEL ABORTO
Esa circunstancia
“le ha costado (a Carrel) que lo odien, que lo tildaran de ‘fascista’, ‘nazi’,
todo lo que quieran. Y han sido sacados todos los nombres de las calles que se
llamaban ‘Alexis Carrel’ en Francia -primer Premio Nobel quirúrgico de ese país
(1912)- por defender de una manera “eugenética”, realmente “eugenética”, a la
sociedad. En cambio los señores ‘eugenesistas’ de la Organización Mundial de la
Salud, los cuales aconsejan abortar a los chicos con características Down, a esos
todo el mundo los tiene como los ‘científicos’ que ‘ganan en dólares’. Y se
utiliza la mentira para hacer la propaganda del aborto”, según hizo notar el
doctor Esteva.
CIFRAS OFICIALES
EXISTENTES EN LA ARGENTINA
“En el año 2015,
al discutirse sobre la ley del aborto me tocó ir al Congreso y en esa
oportunidad recopilé los datos oficiales existentes en la Argentina sobre
muertes por embarazos terminados en aborto de distintas causas (no todos
calificados como abortos criminales –o delitos mediante los cuales, entre otras
‘razones’, se mata al bebé por ser resultado de una violación-). ¿Saben cuántos
hubo? En todo el país, 55. Nada más que 55. ¡Yo no justificaría, entendámonos,
una sola muerte por un aborto criminal! Obvio. Pero quiero decir: No es que ‘se
viene abajo’ el mundo. Se ‘viene abajo’ la población argentina (por la gran
cantidad de abortos que actualmente hay”, enfatizó el disertante.
LA NOBLEZA DEL
ALMA
“Hasta hace
relativamente pocos años (según la tasa de interrupciones de embarazos en
España) los niños o niñas con ‘síndrome de Down’ se contaban de a miles. Hoy se
cuentan por decenas. Y dicen que dentro de unos pocos años -para el 2050-, no
va a haber más, porque los habrán abortado a todos. ¿Qué abortan?, y esto lo
digo con toda la experiencia, porque tengo una sobrina Down. Es una chica que
ahora tiene más de treinta (30) años. Abortan un santito, para no decir un
ángel. ¡La nobleza del alma de estos chicos! Hay que conocerlos e interactuar
con ellos para darse cuenta. Es un santito, en medio de nosotros. Todo lo que
piensan es a favor. Todo lo que piensan es ‘sí’.
¡Ayudar en cuanto
pueden! En el caso de mi sobrina -hoy por hoy- es el principal sostén
espiritual de su madre. La vigila, la cuida. Y uno se da un baño de nobleza
cada vez que intercambia unas palabras con un chiquito así”, consignó el doctor
Esteva.
“Es cierto, en
distintos grados, con algunos es más fácil comunicarse. A nosotros nos tocó una
chica bastante despierta. Pero, obviamente, con todas las características del
“síndrome”. ¿Qué están haciendo desaparecer? Para mí, santos. Creo que el
hombre de los siglos XX y XXI no sabe ver santos, no sabe ver ángeles. Y los
santos siguen existiendo, y los ángeles siguen existiendo. Andan entremezclados
con nosotros. Entonces impedir que nazcan y se desarrollen santos es un pecado
grande para esta mal llamada civilización”.
La jornada
finalizó al señalar el disertante que Jerome Lejeune –cuyo gran descubrimiento
ha sido “tan mal usado”- no incurrió en un error. El científico y médico
francés había advertido que el resultado de su investigación (generadora a su
vez de otros hallazgos valorables), desafortunadamente se colocaba en manos de
instituciones que “estaban para la muerte y no para la vida”.